AUTOR: MANUEL RÍOS SAN MARTÍN
EDITORIAL: PLANETA
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2014
GÉNERO: NOVELA NEGRA
Al detective retirado Hodges, que dirige una agencia de investigación privada con Holly, le diagnostican un cáncer de páncreas: le quedan meses de vida. En ese momento Hodges investiga una serie de suicidios recientes con un punto en común: todos los fallecidos tuvieron relación con Brady Hartsfield, el tristemente famoso Mercedes, que hace años planeó volar una sala de conciertos de rock llena de adolescentes. Hodges y Holly dejaron al asesino en estado vegetativo del que no se ha recuperado. Sin embargo, el médico del hospital ha estado suministrando a Brady drogas experimentales que han supuesto que adquiera nuevos poderes, incluida la capacidad de mover objetos.
OPINIÓN PERSONAL
Esta es la tercera y última novela de la trilogía del detective Bill Hodges, siendo la primera Mr. Mercedes y la segunda Quien pierde paga. Los tres libros son autoconclusivos, así que no es necesario haber leído los dos anteriores para enterarte de la historia porque, además, el autor se encarga de refrescarnos los acontecimientos ocurridos sobre todo en Mr. Mercedes ya que en Quien pierde paga la trama se separa un poco de los otros dos, aunque los investigadores, que ahora han creado una agencia de detectives, sean los mismos.
Esta es la que menos me ha gustado de las tres y la considero totalmente innecesaria en la trilogía. Para mi gusto hubiera sido mejor dejar a Brady Harstfield tal y como acabó en Mr. Mercedes, pero supongo que fue una tentación retomar la historia y hacer resurgir a Brady dándole una serie de poderes para volver a tratar de matar al mayor número de personas posibles, esta vez valiéndose de la capacidad de introducirse en la mente de los chicos que sobrevivieron a la matanza del concierto, a través de un juego que anula su voluntad y los induce a suicidarse. Cuenta también con la ayuda del médico que lo trata en su estado vegetativo y que experimenta nuevos medicamentos con él con la esperanza de ser mundialmente reconocido en su campo.
Es Hodges, que en todo momento ha creído que Brady sentía más de lo que aparentaba, el que enseguida establece la relación entre este y la primera mujer que se suicida , aunque tiene que luchar contra la incredulidad de su antiguo compañero Pete, que sigue siendo policía. Sin embargo, no le cuesta nada que Holly esté de su parte.
La acción principal se desarrolla en tres días, desde que a Billy le diagnostican un cáncer de páncreas hasta que se pone en tratamiento, porque es un cáncer muy agresivo y es el tiempo que Holly le da para resolver lo de Brady. También porque una vez iniciado el proceso de inducción al suicidio las consecuencias pueden ser catastróficas y propagarse muy rápidamente. Sin embargo a Brady le ha costado años llegar a esta situación de control mental y ese proceso lo cuenta él mismo en primera persona: cómo empieza por controlar poco a poco a un voluntario muy influenciable que reparte libros en el hospital y termina con el doctor que lo está tratando a él.
Vuelve por lo tanto el elemento sobrenatural que había desaparecido en las otras novelas, pero a mí me ha dejado un poco con la “miel en los labios” porque me esperaba más elaboración, más lucha entre el policía y el psicópata, más complicación y un poco más de intriga. Eso no quiere decir que no haya disfrutado de la novela, pero tal vez tuviera las expectativas demasiado altas.
El final nos deja claro que no habrá más casos para el inspector Billy Hodges , pero deja la puerta abierta a Holly Gibney (de hecho aparece en la novela posterior El visitante) y Jerome Robinson, que también ha tenido una pequeña, aunque importante participación en esta novela.