jueves, 30 de enero de 2014

ESTE JUEVES...DEPORTES




Intentaba correr pero sus piernas no le respondían. Su perseguidor no tardaría en darle alcance. Un pitido comenzó a sonar a lo lejos acercándose poco a poco y sacándolo de su pesadilla. Las siete. Se levantó, hizo la cama, desayunó y a las siete y media como todos los días se fue caminando hasta su gimnasio. No estaba lejos.
Hacía casi nueve meses que había llegado a Queens para trabajar como profesor de español en la St. John´s University. No le había gustado dejar a su novia en Madrid pero no quedaba más remedio. La maldita crisis obligaba a salir del país a muchos españoles
Entró en la sala. Sólo había una cinta de correr libre, la que había tenido el cartel de averiada durante al menos una semana. La gente dice que hacía cosas raras, le había dicho el monitor.
Se subió y pulsó el botón de start. Primero empezó a andar y poco a poco fue subiendo la velocidad, 7, 7.1, 7.2, hasta llegar a 7.8. Estaba situado entre otros corredores, todos en silencio con los auriculares puestos. Había olvidado los suyos. Oía la música de fondo, el murmullo de las voces de los que hacían musculación y el golpeteo de sus propios pies y los de los demás en la cinta.
De pronto se fijó en un botón en el que no había reparado antes, cross-country, con dibujitos de montañas y arbolitos. Lo pulsó. Al momento la cinta empezó a acelerar. La música subió de volumen. El ruido de las zapatillas golpeando la cinta se transformó en un tam-tam selvático. Los puntos azules y rojos del monitor comenzaron a parpadear al ritmo de la música. Los números y las letras se unieron al baile sin respetar ninguna norma: 153,17.2, SPEED, 1.5, HRC, MANUAL, TIME, 78, 203. La cinta continuaba su ritmo vertiginoso y él no podía parar. Estaba entrando en una nebulosa mental. No sentía sus piernas, ni sus brazos, ni su corazón, pero sabía que seguía corriendo.
Sintió el aire frío en la cara. Estaba corriendo por un parque. A su derecha reconoció el Museo de Arte Metropolitano. Qué hago aquí, se preguntó sin dejar de correr. Su cerebro ordenaba parar pero sus piernas se negaban.
Llegó a la altura de la Fuente del Ángel. El sol acababa de ponerse y las sombras comenzaban a hacer su aparición. Todo estaba en silencio, ni siquiera oía sus propios pasos. No veía a nadie por los alrededores, sin embargo al llegar al claro donde se encontraba la fuente se topó con una violenta escena. Un hombre alto y feo discutía con una mujer rubia. La discusión era fuerte a juzgar por los gestos que hacían ya que él se sentía envuelto por el más absoluto vacío. Era Central Park, por Dios, ¿es qué nadie los oía? A medida que se acercaba la discusión iba creciendo en agresividad. Intentó gritar para advertir su presencia pero ningún sonido salió de su boca.
En un instante, el hombre sacó algo similar a un cuchillo y asestó varios golpes a la mujer. Mientras ésta caía al suelo manchada de sangre, el hombre miró a su alrededor, echó a correr y desapareció entre los árboles. En ese momento, la mujer tirada en el suelo clavó sus ojos en él suplicando ayuda, pero cuando llegó a su lado todo fue inútil. Estaba muerta.
De pronto empezaron a aparecer otras personas que se acercaban a la mujer pero ninguna se dirigió a él. No lo veían. En vano intentó hablar y hacerse ver. Parecía no existir para ellos.
Una fuerza succionadora tiró de él en ese momento y volvió a la cinta de correr. Todo seguía igual. Nadie lo miraba extrañado. Todos los indicadores luminosos se apagaron a la vez excepto el del tiempo. Según éste llevaba corriendo 16 minutos, sin embargo a él le había parecido una eternidad.
Mientras se duchaba pensaba en el episodio que no sabía cómo calificar. Lo mejor sería olvidarlo con la ayuda de un Valium que siempre llevaba en la cartera. Sus alumnos eran difíciles.


Una pequeñísima mancha roja en el puño de su sudadera pasó desapercibida cuando guardaba las cosas en la bolsa.

Más relatos sobre deportes en el blog de Yolanda OS RELATOS PASAXEIROS

miércoles, 22 de enero de 2014

ESTE JUEVES...RELATO CON UN PERSONAJE INVITADO




   Este jueves Loquita Diplomada del blog ASÍ SOY YO nos propone que invitemos a un personaje que nos guste a nuestra casa. Yo he invitado a Julio Cortázar con un "axolotl" de su maravilloso relato del mismo nombre, uno de mis escritores y de mis relatos favoritos. Debo reconocer, y os pido disculpas por ello, que este relato fue uno de los primeros que publiqué en mi blog (con alguna modificación) aunque  no en los "jueves". También os pido disculpas si es un  poquito más largo de lo normal.He de decir también que tal vez no se entienda muy bien si no se ha leído el " Axolotl " de Cortázar.


La miraba. De vez en cuando alzaba la mirada del libro que leía y la miraba. Ella bajaba entonces sus ojos para volver a subirlos otra vez tímidamente. Todos los lunes y jueves desde hacía un par de meses este juego se repetía una y otra vez.
Sophie cogía el mismo tren todos los días laborables y siempre se sentaba en el último vagón, él subía en la siguiente estación y permanecía de pie frente a ella con el libro abierto. Mientras ella seguía hasta Gare de Lyon, él se bajaba en la estación Aubert.
El próximo día le mantendré la mirada, pensó Sophie. A los dos meses él se trasladó a vivir con ella a su apartamento.
Olivier estaba realizando su tesis doctoral sobre los cuentos de doble trama tomando como referente a Julio Cortázar. 
Sophie adoraba a Olivier, y a menudo se preguntaba cómo había podido enamorarse de ella una persona tan inteligente como él. Si se lo hubiera preguntado a los amigos de Olivier, le hubieran dicho que en realidad no estaba enamorado de ella sino de su cuerpo, de su apartamento y de su dinero, ya que la única persona de la que él podría enamorarse sería de sí mismo. Pero esa es otra historia.
El primer año de convivencia todo fue bien. Sophie era la que llevaba el dinero a casa ya que Olivier dedicaba todo su tiempo y esfuerzo a preparar su tesis. Su relación empezó a cambiar a raíz de una visita al Jardín Botánico de París para ver el acuario de los axolotl.
-¿Sabías que Cortázar tenía un miedo cerval a estos animalitos y que escribió “Axolotl” como forma de exorcismo?, le dijo Olivier
Esa noche, antes de acostarse, Olivier le leyó el Axolotl explicándole punto por punto lo que ella no entendía. Sophie se quedó muy impresionada por lo ocurrido al protagonista y, cosa extraña en ella, continuó pensando en el cuento durante varios días.
El día en que Olivier dio por terminada su tesis, salió a celebrarlo con sus amigos. Al volver a casa muy de madrugada le apetecía culminar la noche haciendo el amor con Sophie que aunque al principio se mostró algo reacia, al final acabó sucumbiendo a sus deseos.
Cuando Olivier se quitó la ropa y se le puso encima notó que su cuerpo estaba húmedo y viscoso frente a la tibieza y suavidad del de ella. Algo muy frío y resbaladizo se introdujo dentro de su cuerpo a la vez que unas uñas finísimas le arañaban la espalda formando líneas rojas salpicadas con gotitas de sangre. Sophie, muerta de repulsión, intentó gritar pero una boca llena de numerosos dientecillos se lo impidió. Su horror llegó al paroxismo cuando lo que tenía encima abrió los ojos y se encontraron con los de ella. Ya no eran los ojos de Olivier, se habían transformado en ojos de oro, como los de los axolotl. Entonces sí gritó hasta desvanecerse en ese profundo grito.
No volvió a ver a Olivier nunca más, se había llevado todas sus cosas mientras ella dormía. Sophie no encontraba explicación para este abandono, pero si algo había aprendido de su breve convivencia con Olivier era que según Cortázar “lo fantástico sucede en condiciones muy comunes y normales”, por eso durante un tiempo visitó a menudo el acuario de los axolotl, por si acaso reconociera en ellos algún rasgo de su adorado Olivier.

                                           



miércoles, 15 de enero de 2014

ESTE JUEVES...AUXI PONE EL PRINCIPIO



   Este jueves, Auxi del blog LLANURAS ABISALES nos ha asignado a cada uno el principio de una novela y nosotros debíamos continuar dejando libre nuestra creatividad. Me ha tocado una de mis novelas de terror favoritas que leí por primera vez siendo adolescente y me produjo verdadero pavor. No he podido evitar continuar el principio influenciada por el tema de la novela. Aquí os dejo lo que me ha inspirado.



   Cuando partí de excursión, Munich se hallaba iluminado por un bello sol, y el aire estaba lleno de la alegría de comienzos de estío, por eso me sorprendió tanto que cuando el cochero anunció que habíamos llegado a nuestro destino una espesa niebla se hubiera apoderado del bosque que tanto deseaba visitar. Pensé que, sin duda, sería una nube que se despejaría a medida que el día fuera avanzando, despedí al cochero y lo cité en el mismo lugar a la caída de la tarde.
   Comencé a andar por el sendero y al cabo de una hora alcancé el lugar del nacimiento del río, la niebla casi había desaparecido aunque en algunos lugares persistían pequeños restos. Una extraña sensación de ser observado se apoderó de mí a la vez que a mis oídos llegaba el sonido de unas risas de mujer que parecían proceder de una pequeña elevación del terreno cubierta por unos helechos tan grandes que casi me superaban en altura. Intentando no hacer ruido me dirigí al lugar de donde provenian las risas. Tres hemosas mujeres desnudas giraban alrededor de un joven vestido de negro que tenía una venda blanca sobre los ojos. Jugaban  a "la gallinita ciega" aunque el joven no parecía disfrutar en absoluto del juego pues sus manos estaban atadas adelante y sollozaba intentando librarse de las ataduras. Entonces tropezó y cayó al suelo golpeándose la frente con una piedra que le produjo una brecha de la que comenzó a manar abundante sangre. Las caras de las tres mujeres se transformaron como si algo maligno las hubiese poseído y se abalanzaron encima del hombre que no podía defenderse. Una de ellas comenzó a chupar con avidez la sangre que manaba de la herida mientras una de las otras dos le cogía la muñeca y se la acercaba a la boca y la otra le mordía el cuello. Yo estaba paralizado por el terror pero no podía apartar los ojos de la escena cargada de una sensualidad y voluptuosidad que me fascinaba. En pocos minutos el cuerpo del muchacho dejó de moverse y las tres mujeres levantaron la cabeza y dirigieron su mirada hacía mí con los ojos chispeantes y las bocas rojas de sangre mientras yo veía cómo se acercaban a mí sin poder evitarlo. En ese momento supe con verdadera certeza que no acudiría a mi cita con el cochero.



jueves, 9 de enero de 2014

ESTE JUEVES...UN REGALO CON INSPIRACIÓN


   Este jueves, Gaby, del blog MIS LETRAS INSOMNES nos ha hecho una propuesta muy divertida: a cada uno nos ha pedido que le mandemos una imagen y ella la ha mandado a otro "juevero" que tenía que hacer un relato inspirándose en la imagen recibida.Este es el relato que me ha inspirado la imagen que he recibido:

   Ramón caminaba nervioso de un lado a otro de la celda intentando no hacer ruido para no despertar a su compañero que dormía en la litera de arriba. Cada dos minutos se asomaba por la ventana a mirar el árbol donde vivían decenas de pájaros en una algarabía constante que a veces se tornaba insoportable. Había intentado dormir pero la ansiedad y el ruido se lo habían impedido. El timbre de las 5 sonó por fin y las celdas se abrieron. Su compañero se despertó entonces y lo miró con ojos somnolientos sin decir ni una sola palabra.Ramón bajó al patio y se dirigió a los baños. No tuvo problemas para conseguir la mercancía que le había traído un colega del permiso pero no podía metérsela hasta no estar en su celda por la noche. Mientras tanto se fue al rincón más alejado para intentar pasar desapercibido.
   Las horas pasaron de nuevo con lentitud hasta la hora de la cena. Ramón comió unos cuantos macarrones y el yogur, no le entraba nada más.Subió a la celda e intentó concentrarse en la película de la televisión que su compañero miraba casi sin parpadear pero le resultó imposible. Se asomó a la ventana, aún no era noche cerrada y los pájaros continuaban con su piar ensordecedor y su revoloteo alrededor del árbol. Ramón se imaginó con una escopeta de perdigones matándolos uno a uno hasta que los ronquidos de su compañero lo sacaron de su ensoñación. Cogió entonces la jeringuilla de su escondite y se preparó un chute.
   -Yo también voy a volar, hijos de puta- dijo mientras introducía la aguja en su vena.
   Con las primeras luces del alba los pajaritos comenzaron con sus alegres trinos, pero Ramón ya no pudo escucharlos.
                                                             
                                                        Precioso regalo de GABY