domingo, 18 de febrero de 2018

CUENTO CHINO



CUENTO CHINO

   La chica que se había comprado unas bolas chinas tenía muchas ganas de llorar. No era nada extraño porque desde que era adolescente había llorado siempre mucho, pero hacía tiempo que ya no quería llorar más porque pensaba que no tenía motivos. Era guapa, o eso le decían muchos hombres y algunas mujeres,  tenía un trabajo que aunque no le gustaba demasiado le permitía leer mucho, que era una de las cosas que más le gustaban de este mundo, y sobre todo tenía una hijo bellísimo, hermosísimo y maravillosísimo, que aunque eran palabras que ella no utilizaba casi nunca, eran las más adecuadas para describirlo.
   La chica que había comprado las bolas chinas por internet, a la que vamos a llamar mujer a partir de ahora pues ya tiene 47 años aunque no los aparenta según muchos hombres y algunas mujeres, tiene un amigoamanteprofesor con el que se acuesta de vez en cuando porque a los dos les gusta así que , las bolas chinas se las ha comprado para fortalecer los músculos vaginales,  que ya tiene un poco fofos de haber tenido un hijo y porque tiene ya 47 años, y darle placer a su amanteamigoprofesor y a ella misma por qué no.
   La mujer, que a lo mejor si le gustan las bolas chinas se compra alguna otra cosa por internet porque quiere probarlo todo, antes pensaba que existía un príncipeazul en algún sitio para ella, pero hace mucho tiempo que sabe que eso es un cuento chino (como las bolas) y por eso cuando su profesoramigoamante le preguntó un día después de hacerelamorfollarojugar  que si era feliz, ella le contestó que pensaba que estaba pasando la mejor época de su vida porque había dejado de buscar lo que sabía que no existía y había encontrado lo que no estaba buscando, algo en lo que él había tenido mucho que ver, porque si no fuera por él, ella nunca podría estar escribiendo lo que está escribiendo ahora a pesar de que sabe que a él no le gusta este estilo (y ella le va  a hacer caso y no lo va a utilizar más) y si no fuera por él nunca habría leído y mucho menos entendido dequéhablamoscuandohablamosdeamor de Raymond Carver y otros relatos maravillosos de Cortázar y Quim Monzó que le han gustado mucho y que le están dando motivos para pensar en otras cosas aparte de por qué muchas veces tiene ganas de llorar.
   La mujer que ya ha probado las bolas chinas, y  no están mal pero tendrá que acostumbrarse, sabe que es posible que todavía pueda tener ganas de llorar algún día pero va a intentar no hacerlo y seguirá escuchando a su amigo y amante y profesor para poder entender de qué va el cuento Catedral de Carver, que se ha leído otra vez esta mañana y no ha conseguido entender.