DOS MENOS UNO IGUAL A CERO
Isidro no había tenido suerte en el amor. Tenía 55 años y ya había
perdido la esperanza. Conoció a Lucinda en una discoteca bailando salsa. Acodado en
la barra con una copa, no pudo dejar de mirarla en toda la noche. Cuando ella
se acercó y se dirigió a él, creyó estar soñando.
En ese momento supo que se había enamorado. Lucinda tenía 20 años menos que él
y era una mujer espectacular. Era venezolana y necesitaba la nacionalidad
española. A los dos meses se casaron en contra de toda la familia de Isidro. Al
año ella empezó a sentirse mal. Después de muchas pruebas el diagnóstico fue
que necesitaba un trasplante de riñón. Isidro la amaba tanto que no dudó ni por un momento en donarle uno de los
suyos. Todo salió perfecto y al cabo de un tiempo Lucinda podía hacer vida
normal.
Isidro llegó un día a casa y se la encontró vacía, no estaba Lucinda con
la comida preparada como todos los días, pero había dejado una nota encima de
la mesa en la que le decía que se había enamorado de otro hombre por internet y
que se iba a vivir con él a otra ciudad. Destrozado, Isidro cogió su moto y a
toda velocidad se dirigió a la autopista. En el carril de incorporación no vio al coche y chocó con él. Un hierro
de la moto se le clavó en el riñón y se lo destrozó.
En la U.V.I. del hospital
esperaba un riñón compatible o moriría
en pocas horas. El donante no llegó a tiempo.
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