Todos
los habitantes del pequeño pueblecito de las montañas estaban preparados para
la llegada del Señor Invierno Crudo y Duro. Según las predicciones de los
meteorólogos del pueblo, es decir, el tío Pancracio y sus colegas de dominó,
este año Invierno venía muy pero que muy exigente. Tendrían que darle toneladas
de la mejor madera talada de los frondosos hayedos de los alrededores,
infinitas historias de héroes legendarios contadas durante tardes interminables
al lado de la chimenea, exquisitas patatas asadas en los rescoldos del fuego
para merendar, cocidos rebosantes de tocino, chorizo y morcilla para conservar
el calor corporal, numerosas batallas de bolas de nieve dignas de recordar
durante años, nuevas piruetas ejecutadas sobre los patines en el lago helado,
algunas mañanas perezosas en la cama viendo caer los copos de nieve a través de
los cristales y otra serie de cosas que Don Invierno exigía siempre para
acercarse al pueblo.
Sin embargo, numerosos indicios hicieron
pensar a los lugareños que Pancracio y sus adláteres esta vez se habían
equivocado en sus predicciones: las cigüeñas, grullas, golondrinas, vencejos y
otras frioleras aves aún no habían emprendido sus vacaciones; las moscas y
mosquitos seguían revoloteando con su habitual pesadez; los animales dormilones
continuaban despiertos y lo que es peor, ni una sola noche la temperatura había
bajado de los cero grados.
Un día aciago, que figurará en los anales
de la historia, un telegrama llegó a nombre del señor alcalde. Decía así: "Queridos todos: por
fin mi sueño hecho realidad. Me ha tocado el gordo de la lotería, me he
comprado una casa en un paraíso tropical y aquí seguiré para siempre,
disfrutando del sol y de la suave brisa del mar. A partir de ahora mi hermano
Otoño se encargará de vosotros. Hará lo que pueda, aunque nunca podrá ser tan
extremo como yo. Os echaré de menos.
Siempre
vuestro:
Invierno
Crudo y Duro"
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13 comentarios:
Muy bueno, me ha hecho sonreís. Feliz noche.
Ah, ahora entiendo el cambio climático ... Ojalá fuera por eso. Es que el ambiente que creaba el Sr. I.C y D., tal como lo cuentas, la verdad es que me entusiasma.
Besos y muy feliz Navidad.
Creo que ese es uno de los peligros potenciales del cambio climático!...aunque no tan poético como el que nos traes en tu cuento!
=)
Feliz Navidad, Charo!
Dicen los expertos que el cambio climático es un hecho incontestable. Prueba de ello es la espantada que ha dado el Sr. Invierno Crudo y Duro hacia climas más cálidos. El invierno, al igual que sus hermanos Primavera, Verano y Otoño, son totalmente necesarios para un equilibrio que cada día se nos muestra más inestable. Los humanos no debimos nunca darle el boleto premiado.
Un fuerte abrazo Charo y gracias por acompañarme esta semana.
Me encantó, un relato divertido y con un final desopilante. Espero que nunca suceda algo así ya que el invierno tiene también su encanto.
Un beso y muy feliz navidad!
Bueno, el otoño tiene sus parte buena; aunque siempre se echará de menos al crudo invierno, por eso de la nieve sobre todo.
Precioso relato.
Un abrazo
El alcalde no sabía que inexorablemente,tras la primavera y el otoño, siempre vuelve un invierno frío y duro.. El mundo y la vida, necesitan de todas y cada una de las estaciones, para equilibrar los ciclos vitales. A no ser que seamos tan insensatos que pretendamos desencuadernar al universo,por nuestros caprichos y conveniencias.
Un abrazo.
Quizás, si algún año nos faltara el invierno, lo extrañaríamos.
¡Qué alegría si eso fuera verdad...
Hay Charo que esto era lo que me esperaba, yo que soy de invierno sufro su ausencia, !que le vamos a hacer! me quedaré con mi querido otoño, jajaja. Buen micro, si señora jajaja.
Un abrazo.
Con el calentamiento global acabaremos sufriendo algo parecido a lo que relatas.
Me gusta disfrutar cada estación del año con sus propias características.
Un beso.
Aunque adore el otoño, espero que el invierno no nos abandone para siempre, porque en estas latitudes, la primavera y el verano son demasiado crueles. Me gusta tu relato porque las personificaciones siempre nos animan a cambiar de perspectiva.
Todo un detalle avisar de su ausencia, desaparición, más bien, diría yo. Pero es que los inviernos además de crudos y duros, siempre han sido muy formales y educados. ¡Cuento, cuento de Navidad... de verdad !
Besos y Feliz Año Nuevo
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