lunes, 22 de julio de 2013

PERSIGUIENDO A EROS

     ADVERTENCIA: EL CONTENIDO DE ESTOS RELATOS ES ALTAMENTE ERÓTICO

   Recientemente hice un curso en la Escuela de Escritores de Madrid con Mercedes Abad, una escritora que me encanta y que ha escrito varios libros de relatos y varias novelas. No es que me interese especialmente el relato erótico pero este era el único curso que impartía en Madrid (ella vive en Barcelona) y no quise desaprovechar la oportunidad de aprender de alguien a quien admiro. Entre sus novelas, recomiendo "Sangre"y "El vecino de abajo" y entre sus libros de relatos "Ligeros libertinajes sabáticos"(galardonado con el Premio La Sonrisa Vertical), "Felicidades conyugales" y "Media docena de robos y un par de mentiras"
  El curso fue breve pero intenso y aprendí bastante, pero me quedo con esta cita de Cristina Peri Rossi:

"El erotismo es a la sexualidad lo que la gastronomía al hambre"

Y ahora os presento dos "escenas" eróticas que tuvimos que hacer como ejercicio a ver que os parecen.



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 Abrí la puerta de la celda, entré y la cerré con cuidado. Él se encontraba tumbado en el colchón. Sus manos estaban esposadas a la espalda. Me miró  con sorpresa al verme sola. Le dije que se pusiera de pie y lo hizo sin rechistar aunque desafiante. Me gustaba verlo así, indefenso, pero a la vez con su actitud de eterna rebeldía. La mejilla se le había empezado a hinchar pero aun así era bello. Despacio, rodeé su cuerpo y comprobé las esposas, se le clavaban en la carne, sin embargo, era demasiado orgulloso para quejarse. Su enfrentamiento con el encargado del departamento le había costado caro.
   - Voy a aflojarte las esposas, pero prométeme que no intentarás nada. Asintió con la cabeza.   

    No se movió cuando se las aflojé pero la mirada de sus  increíbles ojos verdes me perturbó. Instintivamente acerqué mi mano a su mejilla dolorida y él se dejó acariciar. Mi dedo pulgar dibujó entonces el contorno de su boca y el la abrió introduciéndolo  y chupándolo sin dejar de mirarme. Un cosquilleo de placer se empezó a formar en mi vientre bajando hasta mi sexo y en ese momento supe que estaba perdida. Me quité el uniforme y  el comenzó a chuparme los pechos con ansiedad, todavía con las manos esposadas. Me apreté contra su cuerpo y noté su polla dura, luchando por liberarse. Bajé sus pantalones introduciendo  su palpitante miembro en mi boca a la vez que apretaba su culo. Empujándolo, lo tiré sobre el colchón y poniéndome a horcajadas sobre él, lo follé hasta lograr el  orgasmo más increíble de mi vida.


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   Abrí la puerta de la celda. Él se encontraba tumbado en el colchón. Sus manos estaban esposadas a la espalda. Su mirada inicial de odio se transformó en sorpresa. Le ordené que se pusiera de pie y lo hizo sin rechistar aunque desafiante. Me gustaba verlo así, indefenso. Comprobé que las esposas no le apretaban demasiado. Quítemelas, me dijo. Por un momento pensé en hacerlo pero decidí recrearme un poco. Me acerqué a él, sentí su aliento y con mi dedo dibujé la silueta de su boca, sin dejar de mirarme, la abrió y yo metí mi dedo. Un cosquilleo de placer se empezó a formar en mi vientre. Me quité el uniforme y con la mano detrás de su nuca le obligué a besarme las tetas. Dejé de hacer presión pero él seguía chupando, succionando, mordiendo. Por un momento mi miedo supero al deseo. Podía morderme. Me retiré y él me suplicó bajito, no por favor. ¿Te vas a portar bien? le dije enseñándole la llave de las esposas. Asintió, pero quise hacerle sufrir un poco más. Volví a meter mis dedos en su boca y llenos de su saliva los introduje entre mis bragas ¿Quieres hacerlo tú? Le dije. ¿Quieres follarme? Le bajé los pantalones y su miembro se liberó, enhiesto, palpitante. Suavemente lo introduje en mi boca saboreándolo mientras lo oía gemir indefenso, con las manos a la espalda, intentando quitarse las esposas. La idea de que alguien nos pillara me excitaba aún más. Cuando ya no podía más, cogí las llaves y le quité las esposas. Me tiró en el colchón y me inmovilizó con sus brazos ya liberados. Ahora si te voy a follar, me dijo, introduciendo su polla hasta el fondo de mi vagina moviéndose a un ritmo frenético hasta que exploté en el orgasmo más increíble de mi vida con las llaves de las esposas todavía en mi puño cerrado.


   Los números no tienen otro significado sino el número de palabras que tiene cada texto







7 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Opino que aprovechaste bien el curso. Que está bien escritos tus dos textos. Felicitaciones.

JACC dijo...

Me han gustado los dos textos, sobre todo el segundo. Enhorabuena.

Charo dijo...

Gracias Demiurgo, fue breve pero intenso, intenté absorber todo lo que pude.

Charo dijo...

Gracias por tu comentario, a casi todo el que pregunto le gusta más el segundo texto.

Alberto V. dijo...

Geniales ambos. El segundo un poco más visual. Te felicito sobre todo por el valor que demostraste al redactarlos y leerlos entre gente desconocida. Me parece genial que nos vayamos animando a visualizar algo tan natural como el sexo. Y a quien no le guste pues qué le vamos a hacer. Un beso

Charo dijo...

Gracias Alberto, he tenido dudas sobre si publicarlo en mi blog o no, pero al final creo que hay que escribir sobre todo lo que forma parte de la vida y el sexo es una parte fundamental de ella. Besitos

Juan Carlos Celorio dijo...

Pues me habría gustado que duraran más. Me refiero a los cuentos, claro (o también). El erótico me parece un género que no casa bien con el micro; creo que requiere más detalles, más datos que vayan incentivándonos a los lectores ...
Digamos que me gusta saborear más detenidamente cada momento. Me refiero al relato ...
Bien, vale, ya cierro.
Besos.