¡ATENCION! Este relato contiene spoiler de la quinta temporada de Juego de Tronos
La
noche ha sido agotadora. Marina regresa a su casa después del turno de noche en
el hospital. Se cruza con él en las escaleras mecánicas de la estación de Sol.
Parece ser el único que no tiene prisa entre la vorágine que se forma a esas
horas de la mañana de un día laborable. Lo ve desde arriba. Cuando ella da el
primer paso para poner el pie en la escalera de bajada, él a su vez adelanta el
suyo para ponerlo en la de subida. En ese momento sus miradas se cruzan. Si
hubiera sido una película, todo lo que había a su alrededor se habría
difuminado hasta casi desaparecer, habría discurrido en cámara lenta y se
habría centrado en ellos dos manteniéndose la mirada, la música habría empezado
a sonar y todos pensaríamos que aquí estaría la historia de amor. Sin embargo,
Marina no le mantiene la mirada ni un segundo porque lo que le llama la
atención es la gran espada que lleva el hombre. Se imagina que irá a la Puerta
del Sol para formar parte de las numerosas estatuas vivientes. Va vestido de
negro con una capa corta con cuello de largas pieles, así que tal vez se
convierta en Jon Nieve ahora que la serie está causando furor.
Cuando llega a casa, su hijo ya se ha ido al
instituto. Le ha dejado una nota sujeta con un imán a la nevera: " recuerda,
lo prometiste”. Una gran sonrisa se dibuja en su cara mientras la lee,
anticipando el momento en que se pondrán a ver el penúltimo capítulo de Juego
de Tronos. Se prepara un cortado descafeinado y lo toma muy despacio, saboreándolo,
ya ha desayunado en el hospital así que esto es solo un pequeño placer de los
permitidos.
Sus
últimos pensamientos antes de caer en un profundo sueño no son para su hijo
sino para Rebeca, la niña de su misma edad que se debate entre la burocracia
que la mantiene anclada a una vida artificial, como una muerta en vida.
La comida está en la mesa cuando Héctor
regresa del instituto. Después de terminar y recoger la cocina se sientan los
dos en el sofá. Es el momento favorito para ambos. La batalla de Casa Austera
es una de las mejores escenas de toda la serie. Los caminantes blancos, que en
realidad son muertos vivientes, consiguen acabar con casi todos los habitantes
del poblado y el caos y la destrucción se apoderan de Casa Austera. Jon Nieve
pierde el Vidriagón, la piedra de obsidiana que es la única capaz de matar a
los espectros, pero a punto de morir descubre que Garra, su espada de acero
varylio también puede matarlos. La última escena consigue erizar todos los
pelos del cuerpo. El que parece ser el jefe de los caminantes blancos, con su
mirada gélida de color azul fija en Jon Nieve, consigue con un solo gesto de
sus manos, que todos los salvajes muertos revivan, pasando a formar parte de su
ejército de muerte.
Cuando acaba el episodio, Héctor suelta la
respiración que tenía contenida. Tras unos instantes le pide a su madre ver el
último capítulo pero Marina es tajante: el último capítulo para mañana, dice,
tú tienes que hacer deberes y yo tengo que preparar las cosas para irme a
trabajar.
La habitación está a media luz, el pequeño
cuerpo de Rebeca permanece conectado a una maraña de tubos y cables
indescifrables para alguien ajeno a la profesión. Por un momento se ve tentada
de cortar la conexión, de aliviar el sufrimiento innecesario para tantas
personas pero finalmente solo cambia el gotero. La madre de Rebeca, que duerme
desde hace casi un año en la cama contigua, abre los ojos sobresaltada y los
vuelve a cerrar cuando reconoce a Marina.
Esta
vez se cruza con el hombre de la espada en la gran explanada que hay delante del hospital, a la
altura de la fuente. A esa hora empiezan las consultas externas y hay mucha
gente en los alrededores, sin embargo, nadie repara en él, nadie se vuelve a mirarlo.
Solo ella lo mira a la cara. Tiene el pelo negro y rizado como Jon Nieve pero
sus ojos son azules, muy azules. Está muy lejos de la Puerta del Sol así que
descarta la idea de la estatua viviente. Bueno, piensa, tal vez vive por aquí y
ha vuelto a su casa a buscar algo. Se sorprende de cómo su mente empieza a
divagar. Él le ha mantenido la mirada por una décima de segundo.
Al
llegar a casa repite los mismos actos que ayer, lo único que cambia es la nota
de la nevera. Hoy es uno de color rosa, ¡Qué nervios!, ha escrito Héctor con
rotulador negro y letras grandes entre admiraciones y ella ya sabe que se
refiere al último capítulo de la serie.
Mientras Jon Nieve muere asesinado por sus
propios hombres, Marina mira de reojo a su hijo. Ve cómo su cara se transforma
en una mueca de estupefacción, sus ojos brillan y una lágrima resbala por su
cara. Era su personaje favorito. ¡No me lo puedo creer!, exclama. ¡Cómo es
posible que se lo hayan cargado si es el mejor personaje de la serie! ¡No puede
ser! dice verdaderamente afectado.
Esa
noche, cuando entra en la habitación de Rebeca no se sorprende de lo que ve.
Jon Nieve está a la cabecera de la cama, con una rodilla en tierra y la espada
de acero varylio, que puede matar a los ya muertos, en posición vertical
apoyada en su frente. Todos los aparatos están desconectados y el silencio
reina en la habitación Los padres de Rebeca están junto a él al lado de la
cama, pero no lo ven. Se sienten aliviados de que por fin la maldita burocracia
haya permitido a su hija una muerte digna. Marina mira a Jon Nieve por última
vez mientras este levanta la cabeza y le mantiene la mirada, ahora sí, con sus
ojos negros, mientras su imagen se va desvaneciendo hasta desaparecer.
4 comentarios:
Entiendo esas emociones que provocan las series. Especialmente con la muerte de personajes como Jon Snow, que tal vez vuelva, estando por ahí la bruja pelirroja que revive muertos. Entiendo porque vi El despertar de la fuerza donde matan a uno de los grandes personajes.
Un abrazo.
Yo también creo que Jon Nieve no está muerto y que volveremos a disfrutar de él la próxima temporada...pero a George R. Martin no le importa cargarse a quien sea así que no queda más remedio que acostumbrarse.
Un beso
Pues aunque tenga q salir Jon Nieve de una serie para q se produzca una muerte digna, la dignidad de la muerte debería ser algo indiscutible.
De nuevo la mezcla de lo cotidiano con la fantasía ..
Nauthiz
Así es Nauthiz, como tu dices la dignidad de la muerte debería ser algo indiscutible, eso es lo que yo opino.Lo que es algo superado ya en otros países en el nuestro aún no se ha empezado ni a tocar. Ojalá nunca nos toque vivir una situación así!
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