martes, 22 de diciembre de 2015

LA LOBA



LA LOBA

 ¿Podrás perdonarme?, le había dicho él aquel día en que le había confesado su infidelidad. ¿Podré hacerlo?, se había preguntado ella desde aquel mismo instante. De esto hacía casi un año y todavía continuaba sin saberlo. Habían comprado la casa en tierra de nadie, alejada de la ciudad para evitar tentaciones diarias, aunque lo suficientemente cerca de un pequeño pueblo donde estar en contacto con otras personas. El cambio no era definitivo pero necesitaban volver a reencontrarse, a enamorarse de nuevo. Ella necesitaba volver a confiar en él.
    Lo primero que empezó a notar diferente fue su olor. Era un olor más intenso y profundo. Él  había dejado de perfumarse desde que se habían ido a vivir a la nueva casa. Allí no era necesario para trabajar con el ordenador, tampoco necesitaba cada día ponerse el traje, ni siquiera afeitarse, aunque se duchaba todos los días después de correr por los alrededores de la casa. Corría por el bosque cercano y cada vez durante más tiempo, él que no había corrido en su vida. Habían cambiado el ruido continuo y estridente del tráfico de una gran ciudad por el silencio y la quietud de la vida en el campo. Era ese mismo silencio el que a ella  a veces le resultaba opresivo. Eso y los aullidos que de vez en cuando  se escuchaban durante la noche.
   Hacía más de un año que ella no dejaba que él la tocara, cada vez que hacía el más mínimo intento, lo imaginaba  pensando que estaba acariciando a la otra y no podía soportarlo. Él le había dicho que había sido un error, casi una necesidad desde que había sucedido "aquello” ¿Aquello?, perder un hijo a los siete meses de embarazo se podía llamar ¿aquello? Aquello le había roto las entrañas y la había sumido en una profunda depresión y él le había pagado acostándose con otra.
    Ahora lo miraba mientras dormía, y ella, despierta a su lado, se dio  cuenta de otro pequeño cambio en él. Los rasgos de su cara se habían vuelto más angulosos, los pómulos estaban más marcados y el mentón más afilado. La luz de la luna llena que entraba por la ventana hacía incidir las sombras de tal manera que por un momento le pareció el hocico de un lobo, pero él hizo un pequeño movimiento y las sombras volvieron a devolverle a su hombre. Se sentía inquieta y excitada. Notaba cómo su sangre recorría de nuevo sus venas secas. ¿Era su hombre? Apartó la sábana que lo cubría para ver el cuerpo que tanto había deseado en otro tiempo. Estaba desnudo y sus músculos, cada vez más definidos, atrajeron su mano que pasó suavemente por el pecho notando su dureza. Un ramalazo de deseo se formó en su vientre y entonces él despertó. Algo debió de ver en la cara de ella porque sin mediar una sola palabra supo que estaba dispuesta. Ella lo miró a los ojos y por un momento le pareció que tenían reflejos rojizos pero cerró los suyos y se dejó llevar por la pasión. Fue algo salvaje y primitivo. 

   Cuando terminaron él volvió a dormirse casi al instante. Ella cogió un cigarro y salió al porche. Se sentó en las escaleras dispuesta a disfrutar del silencio de la noche. La temperatura era agradable para esa época del año. Se sentía satisfecha y relajada. Unos gemidos que parecían provenir de debajo del hueco de la escalera la sacaron de su ensimismamiento. Pensó que sería algún gato y se asomó. Al fondo del cubículo una loba estaba lamiendo a sus lobeznos recién nacidos. Sus miradas se cruzaron por un instante mientras un aullido rompía la noche silenciosa. No sintió temor, se notaba en sintonía  con el animal que en ningún momento mostró agresividad. Se introdujo en el agujero arrastrándose  por el suelo, se acurrucó a su lado y se quedó dormida. Cuando despertó, estaba helada y  no había ningún rastro de la loba ni de los lobeznos pero  supo, en ese momento, que algo había comenzado a formarse en su interior.

16 comentarios:

Sindel Avefénix dijo...

Es un relato intenso, perdonar una infidelidad es algo imposible, siempre queda la huella de la traición, siempre vuelve el dolor. En este caso ha sido un golpe más a tanto dolor por la pérdida del hijo. No sé como pudo haber permanecido con ese hombre.
En esa casa pasan cosas raras, algo que los lobos concretan en los humanos, lo que me queda en dudas es si el hombre se ha apareado con la loba, o si están poseídos por el poder lobezno de sus vecinos.
Me gustó mucho, Charo.
Un beso.

Charo dijo...

Gracias Sindel, aunque pudiera ser lo que dices, lo que yo quise contar es que ambos estaban poseídos por el espíritu del lobo y ella se queda embarazada en ese momento. El que ella vea a la loba recién parida es un símbolo y un presagio.
Un beso guapa.

Anónimo dijo...

Al principio también pensé que el hombre podía haberse trasformado y volvía a engañar a su esposa cuando salía a correr, luego me sorprendió el giro que tomaron las cosas: la pareja había sido hechizada por la naturaleza salvaje y se habían trasformado ambos. Ese final insinuante es muy adecuado para la trama. Me encantó.

Un abrazo, Charo.

pinturero dijo...

Sigo pensando que el encuentro con la loba debería ser anterior al reencuentro de la pareja. Lo que no deja ninguna duda tras leer cualquiera de tus cuentos es que tienes todo un universo por contar y que lo haces de forma magistral. (ya me gustaría a mi...)

pikxi dijo...

Me ha gustado mucho tu relato, te tiene enganchada hasta el final.
Un saludo.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Una hermosa historia donde la conexión espiritual y la pasional se sienten enmarañadas una con la otra, como ella con la loba. Me ha encantado leerte.
Un fuerte abrazo!!

José Antonio López Rastoll dijo...

Los lobos tienen un magnetismo salvaje, una elegancia natural que resalta por encima de otros animales. Tu relato sobre una pareja en crisis que decide tomarse un respiro en medio de la naturaleza me ha parecido sensual, insinuante. Quizá una mejor comprensión del lado oscuro del ser humano nos haga ser comprensivos con sus faltas.

Un abrazo.

José Antonio López Rastoll dijo...

Por cierto, Feliz Navidad lobuna.

Charo dijo...

Pues si Esther, al principio es posible pensar eso que dices...pero creo que en este caso era verdad que acostarse con otra había sido solo un error por parte de él aunque es muy difícil perdonar una infidelidad del tipo que sea... No sé si ella lo conseguirá .
Gracias, un beso

Charo dijo...

Vaya, vaya....así que Pinturero eh? Ja,ja...qué alegría verte por aquí.Por supuesto respeto mucho tu opinión aunque no esté de acuerdo ja,ja. Muchas gracias por pasarte por mi blog y por tus bonitas palabras. Un beso.

Charo dijo...

Muchas gracias Pikxi, me alegro de que haya conseguido mantener tu interés.
Un beso

Charo dijo...

Gracias Monica! Siempre me han fascinado los relatos de hombres lobos y me pareció buena idea que sin llegar a transformarse del todo físicamente fueran poseídos por esa fuerza y esa pasión salvaje de los lobos.
Un beso!

Anónimo dijo...

No dejó de admirar tu capacidad de mezclar lo cotidiano con lo imposible(?)..
Bien por las musas!
Nauthiz

Charo dijo...

Supongo que por eso has escogido al lobo como foto de tu perfil porque te atrae su magnetismo salvaje...tienes toda la razón es un animal que fascina y produce temor al mismo tiempo de ahí toda la literatura dedicada a la licantropía.
Gracias y feliz Navidad para ti también Lobo Estepario!

Charo dijo...

Gracias Nauthiz ! No hay nada imposible bajo el sol y la luna...
Ya era hora de que fueran acercándose hasta mi de nuevo.
Un beso

José Vte. dijo...

Un relato intenso donde el dolor de esa mujer se trasmite en las palabras y como va dejando paso a una pasión diferente y salvaje. No sé si será capaz de perdonar la infedilidad, pero si creo que el encuentro con la loba la llenará de fuerza. Muy bueno ese simbolismo entre la loba y su camada y los deseos de ella, la luna llena siempre llega cargada de misterios.

Un abrazo