Hay cosas que no se pueden forzar. Cuando empezó la cuarentena sentí unas ganas inmensas de escribir todo lo que iba pasando porque era una experiencia excepcional. Lo sigue siendo, pero el cuerpo ya no me pide que lo escriba. Me he acostumbrado tanto a la rutina del confinamiento que creo que cuando acabe me va a costar volver a la vida normal. Bueno, en realidad a la vida normal no vamos a volver, porque esta pandemia nos va a hacer cambiar nuestras costumbres, eso está claro. Creo que lo que mejor llevo del confinamiento es que no tengo que tomar demasiadas decisiones, que es una cosa que a veces a mí me paraliza. Mi vida se reduce ahora a levantarme, hacer deporte, limpiar, aplaudir, cocinar, ver series, trabajar cuando me toca, hablar con mi hijo, wasapear , los sábados tomar una cerveza virtual con Vidal y sobre todo leer.
Hace un par de días acabé de leer “ Cuando sale la reclusa “ de Fred Vargas que es la última entrega de la serie del comisario Adamsberg.Me gusta mucho cómo escribe Fred Vargas. No solo nos muestra el procedimiento de la investigación sino también la relación entre los personajes de la comisaría cada uno de los cuales tiene su especial peculiaridad, que ya conocemos por otras novelas, pero que se encarga de recordar por si alguien es la primera vez que trata con ellos. En esta ocasión el comisario Adamsberg consigue que todos los policías de su comisaría le secunden en su idea de que cuando tres ancianos mueren como consecuencia de picaduras de la araña reclusa se trata de asesinatos y no de una simple fatalidad. En contra de esta idea está el comandante Danglard que le pondrá todas las trabas posibles, llegando a denunciarlo a sus superiores, con lo que se crea un ambiente muy tenso y enrarecido.
Adamsberg, con la intuición que lo caracteriza no se dará por vencido para demostrar su teoría a pesar de que en dos ocasiones llega a un punto muerto que parece echarla por tierra. Es su capacidad para “ver en la bruma” lo que le hará relacionar un hecho traumático ocurrido en su infancia con el caso de “la pandilla de las reclusas”, que también se remonta a hechos ocurridos en un orfanato en 1944, y con el caso de “la reclusa”,una mujer que, emulando a las mujeres en la Edad Media, decidió encerrarse de por vida en un habitáculo de pequeñas dimensiones en el que tapiaron puertas y ventanas dejando solo un ventanuco por el que personas caritativas le pasaban la comida. De este modo juega con el concepto de reclusa refiriéndose en ocasiones a la araña de esta variedad y en otras a la mujer recluida.
A pesar de que los hechos que se desarrollan en la trama son terribles, no están contados de manera descarnada ni se regodea en el sufrimiento, sino están contados con neutralidad, sin omitir detalles pero sin que hieran la sensibilidad más allá de lo necesario. Tiene también un punto de sensibilidad especial para describir los estados de ánimo y las particularidades de cada uno de los personajes, especialmente de Adamsberg al que presenta como un hombre intuitivo, amante de los animales, soñador, utópico, obstinado y que también se equivoca, lo que lo hace mucho más humano y más entrañable.
Una novela muy recomendable para los amantes de la novela negra.