CUENTO
CHINO
La chica que se había comprado unas bolas
chinas tenía muchas ganas de llorar. No era nada extraño porque desde que era
adolescente había llorado siempre mucho, pero hacía tiempo que ya no quería
llorar más porque pensaba que no tenía motivos. Era guapa, o eso le decían muchos
hombres y algunas mujeres, tenía un
trabajo que aunque no le gustaba demasiado le permitía leer mucho, que era una
de las cosas que más le gustaban de este mundo, y sobre todo tenía una hijo
bellísimo, hermosísimo y maravillosísimo, que aunque eran palabras que ella no
utilizaba casi nunca, eran las más adecuadas para describirlo.
La chica que había comprado las bolas chinas
por internet, a la que vamos a llamar mujer a partir de ahora pues ya tiene 47
años aunque no los aparenta según muchos hombres y algunas mujeres, tiene un amigoamanteprofesor con el que se
acuesta de vez en cuando porque a los dos les gusta así que , las bolas chinas
se las ha comprado para fortalecer los músculos vaginales, que ya tiene un poco fofos de haber tenido un
hijo y porque tiene ya 47 años, y darle placer a su amanteamigoprofesor y a ella misma por qué no.
La mujer, que a lo mejor si le gustan las
bolas chinas se compra alguna otra cosa por internet porque quiere probarlo
todo, antes pensaba que existía un príncipeazul
en algún sitio para ella, pero hace mucho tiempo que sabe que eso es un
cuento chino (como las bolas) y por eso cuando su profesoramigoamante le preguntó un día después de hacerelamorfollarojugar que si era feliz, ella le contestó que
pensaba que estaba pasando la mejor época de su vida porque había dejado de
buscar lo que sabía que no existía y había encontrado lo que no estaba
buscando, algo en lo que él había tenido mucho que ver, porque si no fuera por
él, ella nunca podría estar escribiendo lo que está escribiendo ahora a pesar
de que sabe que a él no le gusta este estilo (y ella le va a hacer caso y no lo va a utilizar más) y si
no fuera por él nunca habría leído y mucho menos entendido dequéhablamoscuandohablamosdeamor de Raymond Carver y otros relatos
maravillosos de Cortázar y Quim Monzó que le han gustado mucho y que le están
dando motivos para pensar en otras cosas aparte de por qué muchas veces tiene
ganas de llorar.
La mujer que ya ha probado las bolas chinas,
y no están mal pero tendrá que
acostumbrarse, sabe que es posible que todavía pueda tener ganas de llorar
algún día pero va a intentar no hacerlo y seguirá escuchando a su amigo y
amante y profesor para poder entender de qué va el cuento Catedral de Carver, que se ha leído otra vez esta mañana y no ha
conseguido entender.