jueves, 17 de octubre de 2013

ESTE JUEVES...LOS CELOS



    Cuando mis padres se separaron yo tenía 3 años. Mi padre se fue a vivir a otra ciudad y yo me quedé con mamá. Mamá era guapísima y yo la adoraba. Decía que yo era su hombrecito y así fue durante algunos años. Los fines de semana me encantaba ir a su cama y quedarme allí un buen rato, abrazados, haciéndonos cosquillas, contándonos  nuestros sueños. Algunas veces me iba con papá pero yo siempre estaba deseando volver con mamá. Yo era feliz, muy feliz, mamá y yo éramos felices juntos, los dos solos.
   Un día mamá quiso hablar conmigo seriamente, me dijo. Yo tenía 13 años. Me contó que se había quedado embarazada sin querer y que iba a tener un hermanito. Mi mundo se desplomó y me sentí morir. Ya no estaríamos solos los dos, sin embargo disimulé muy bien y mamá creyó que me alegraba con la noticia. A los seis meses nació Elisa. Todos en la familia estaban entusiasmados con ella, pues era la primera niña entre muchos varones. Desde ese momento dejé de existir para mamá. Los fines de semana éramos tres en la cama: mamá, el bebé y yo. Mamá ya no tenía tiempo de hacerme mis comidas favoritas y no podíamos ver juntos ninguna película ni serie de televisión sin que el bebé nos interrumpiera con sus llantos.
   Una tarde mamá tuvo que salir un momento y me dejó al cuidado del bebé que estaba durmiendo en su cuna. No lo tenía pensado pero la idea me vino a la cabeza de repente. Lo había visto en muchas películas. Parecería una muerte súbita. Me dirigí a la habitación de mamá donde estaba la cuna, cogí una almohada y la apreté fuerte contra la cara del bebé durante unos minutos. Apenas se movió. Cuando regresó mamá yo estaba estudiando en mi habitación. No se dio cuenta de que el bebé estaba muerto hasta varias horas después.
   Volvimos a estar solos los dos aunque ya nunca fue  lo mismo, el bebé lo estropeó todo incluso cuando ya no existía.

   Eres la primera persona a la que le cuento esto, ahora que mamá ha muerto necesitaba descargar mi conciencia, me dijo mientras apuraba su copa.

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21 comentarios:

Anónimo dijo...

Tremendo, duro, cruel, pero.... posible. Vivir toda una vida con el peso de esa culpa, de ese horrendo crimen fruto de unos celos patológicos es una losa muy pesada de soportar. Y claro que naturalmente nada volvió a ser igual, la pérdida de un hijo es insoportable para cualquier madre.
Me gustó mucho tu relato.
Un fuerte abrazo.

Tracy dijo...

La temática de los celos infantiles es muy amplia y muy cruel.

LAO dijo...

una " historia de película" de celos patológicos bastante clara en tu relato Charo. ¡muchos saludos!

censurasigloXXI dijo...

Eso pasa por ver tanto la tele...

Un abrazo y tu cafelito, Charo.

Maruja dijo...

La sombra de los celos es algo cruel. Un saludo.

Juan L. Trujillo dijo...

Ni el propio Edgar Alan Poe lo hubiese mejorado. Relato cruel pero , desgraciadamente, verosímil.
Un abrazo.

Luis dijo...

Uy que fuerte!! Pensé que iba a tener un giro para aliviar la tragedia y la crudeza pero deja un sabor cruel pero interesante en el relato. Filoso relato me ha encantado

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Es muy fuerte llegar a estos extremos; pero los celos llevados al extremo pueden llevar a ese horror.
Un abrazo

Matices dijo...

Pobre, no supo que se encerraría en una cárcel de por vida, la de la conciencia que no perdona. Lo peor que la tristeza que seguro embargó a su madre fue terrible...
Duro y cruel tanto que se roza con alguna realidad amarga...

Besos!!

Loquita Diplomada dijo...

Quedé achuchada de espanto!!! Pobre Elisa.
Qué difícil debe ser cargar con una culpa tan grande, como la de ese chico.
un beso:
Jime

Gaby* dijo...

A qué actos tan tremendos pueden llevar los celos? Tu relato parece la trama de una película de horror, quisiera imaginar, que la realidad no tiene de estas historias para contar -pero imagino que sí las habrá tristemente.
La conciencia, en este caso, debe tener un duro peso: vidas truncadas por un breve impulso, incluso la suya que carga con semejante culpa. Estremecedor y bien narrado Charo!
Besos:
Gaby*

Alberto V. dijo...

Dicen que los celos entre hermanos son los peores. Me ha gustado mucho cómo nos has "timado" haciéndonos creer que el narrador era aquel niño de trece años cuando en realidad era un adulto hecho y derecho. Nos dejas con la duda (al menos a mi) sobre si el "narrador" le confiesa el crimen a su padre o a otro/a hermano/a. Me ha gustado tu innovación. Te felicito y te mando un fuerte abrazo.

Alberto.

San dijo...

Señor que niñito este!!!!!!! La forma que le has dado al relato hace que uno sienta una aprensión tremenda. Fuerte, muy fuerte. Al terminar de leer la última frase, dan ganas de decir:, corre, alejate de ese hombre tan cruel.
Un abrazo Charo-

Sindel Avefénix dijo...

Un desenlace tremendo, que si bien, se ve venir uno espera que no suceda. Es duro, triste y muy fuerte tu relato.
Un besote.

Alfredo dijo...

El relato es fuerte, socorrido, pero impactante.
Es cierto que los celos en los niños no dista mucho de el de los adultos, el mismo grado de crueldad y venganza.
Besos

Framboise dijo...

¡Qué espanto!... Hasta el último momento pensé que tendría otra salida pero no... Y toda la vida con este remordimiento a cuestas...
Un abrazo

Mar dijo...

Espeluznante relato. Muy logrado, si señora!
Los celos han convertido a este niño en un monstruo.

Bss.

*L* dijo...

Buffffffff... ¡Escalofriante tu relato, Charo!

Besos, preciosa.

Juan Carlos Celorio dijo...

Me gusta mucho el final, ese distanciamiento de una historia contada en 1ª persona, que me hace pensar en un narrador no fiable. La historia tremenda.
Besos.

Auxi Gonzalce dijo...

Terrible historia. Lo más pavoroso es que podría ser real. Escalofriante.

Fabián Madrid dijo...

Qué triste... Espero que no sea real.
Un beso.