sábado, 25 de abril de 2020

DIARIO DE UNA CUARENTENA (DÍA CUARENTA Y DOS)



    Hay cosas que no se pueden forzar. Cuando empezó la cuarentena sentí unas ganas inmensas de escribir todo lo que iba pasando porque era una experiencia excepcional. Lo sigue siendo, pero el cuerpo ya no me pide que lo escriba. Me he acostumbrado tanto a la   rutina del confinamiento que creo que cuando acabe me va a costar volver a la vida normal. Bueno, en realidad a la vida normal no vamos a volver, porque esta pandemia nos va a hacer cambiar nuestras costumbres, eso está claro. Creo que lo que mejor llevo del confinamiento es que no tengo que tomar demasiadas decisiones,  que es una cosa que a veces a mí me paraliza. Mi vida se reduce ahora a levantarme, hacer deporte, limpiar, aplaudir, cocinar, ver series, trabajar cuando me toca,  hablar con mi hijo, wasapear , los sábados tomar una cerveza virtual con Vidal y sobre todo leer.
    Hace un par de días acabé de leer “ Cuando sale la reclusa “ de Fred Vargas que es la última entrega de la serie del comisario Adamsberg.Me gusta mucho cómo escribe Fred Vargas. No solo nos muestra el procedimiento de la investigación sino también la relación entre los personajes de la comisaría cada uno de los cuales tiene su especial peculiaridad, que ya conocemos por otras novelas, pero que se encarga de recordar por si alguien es la primera vez que trata con ellos. En esta ocasión el comisario Adamsberg consigue que todos los policías de su comisaría le secunden en su idea de que cuando tres ancianos mueren como consecuencia de picaduras de la araña reclusa se trata de asesinatos y no de una simple fatalidad. En contra de esta idea está el comandante Danglard que le pondrá todas las trabas posibles, llegando a denunciarlo a sus superiores,  con lo que se crea un ambiente muy tenso y enrarecido. 
   Adamsberg, con la intuición que lo caracteriza no se dará por vencido para demostrar su teoría a pesar de que en dos ocasiones llega a un punto muerto que parece echarla por tierra. Es su capacidad para “ver en la bruma” lo que le hará relacionar un hecho traumático ocurrido en su infancia con el caso de “la pandilla de las reclusas”, que también se remonta a hechos ocurridos en un orfanato en 1944,  y con el caso de “la reclusa”,una mujer que, emulando a las mujeres  en la Edad Media, decidió encerrarse de por vida en un habitáculo de pequeñas dimensiones en el que tapiaron  puertas y ventanas dejando solo un ventanuco por el que personas caritativas le  pasaban la comida. De este modo juega con el concepto de reclusa refiriéndose en ocasiones a la araña de esta variedad y en otras  a la mujer recluida. 
   A pesar de que los hechos que se desarrollan en la trama son terribles, no están contados de manera descarnada ni se regodea en el sufrimiento,  sino están contados con neutralidad, sin omitir detalles pero sin que hieran la sensibilidad más allá de lo necesario. Tiene también un punto de sensibilidad especial para describir los estados de ánimo y las particularidades de cada uno de los personajes, especialmente de Adamsberg al que presenta como un hombre intuitivo, amante de los animales, soñador, utópico, obstinado y que también se equivoca, lo que lo hace mucho más humano y más entrañable.  
   Una novela muy recomendable para los amantes de la novela negra. 
   
   

miércoles, 15 de abril de 2020

DIARIO DE UNA CUARENTENA (DÍA TREINTA Y DOS)

    Ya terminé de leer “La novena tumba “ de Stefan Ahnhem. No había leído nada de este autor y ni siquiera había oído hablar de él. Por ser de Movistar me regalaron una suscripción gratis de un mes a una aplicación de lectura que se llama Nubico. Ya había estado suscrita antes, tiene muchos libros actuales y entre tanta oferta escogí este por el título, el resumen y las críticas. Una de ellas decía: “Más escalofriante que Jo Nesbo, más oscuro que Stieg Larsson y más sombrío que Henning Mankell”. He leído a los tres autores y los tres me gustan y estoy bastante de acuerdo con esta descripción, aunque no tiene la calidad literaria de Mankell. La novela en general me ha gustado, aunque tiene una trama a veces demasiado complicada. La acción transcurre entre Suecia y Dinamarca, países que se encuentran unidos por un ferry y los crímenes se producen en ambos territorios por lo que intervienen sus respectivas policías. En  numerosas ocasiones la situación es confusa y no sabes muy bien en qué país está sucediendo la acción.  Tiene escenas demasiado crudas, demasiado violentas y demasiado explícitas incluso para mí que estoy acostumbrada a leer cosas fuertes. Pero lo que menos me ha gustado ha sido lo inverosímil que resulta la motivación del asesino para cometer los crímenes o lo poco trabajado que está por el autor para hacerlo creíble. Aparte de eso la novela tiene mucho ritmo y es adictiva, aunque tal vez le sobren unas cien páginas. 

lunes, 13 de abril de 2020

DIARIO DE UNA CUARENTENA (DÍA TREINTA)

    He estado tres días sin escribir, la verdad es que estaba enredada con el libro que estaba leyendo y no tenía ganas de escribir. El viernes estuve todo el día trabajando, me enteré de que las mascarillas de tela las hacían los internos del módulo tres, pero aparte de eso no pasó nada más digno de mención, un día tedioso y tristón tanto para los internos como para mí. Algunos internos  pasean por el interior del departamento, otros  hacen pesas en la celda americana que ahora no se usa, otros juegan al ajedrez , otros pasean por el patio cuando la lluvia lo permite y poco más. 
    Del sábado no recuerdo nada especial excepto que hice deporte por la mañana, vi una película de Netflix bastante entretenida (El canto del lobo), hice una clase de yoga en directo, leí y cené  hamburguesa otra vez con mi hijo. 
    Ayer  domingo por la mañana  hice un poco de deporte y me fui a donar sangre. Me habían mandado un mensaje de Cruz Roja expresamente para que fuera, sin embargo cuando llegué allí había mucha gente y como ya era tarde  no me dio tiempo, pero disfruté del paseo y me dio un poco el sol que llevaba tantos días sin sentir en mi piel. Aproveché también para comprar unas torrijas en “El Lazareno” que me pillaba de paso, y calmar así, a la hora del postre,  el ansia que me corroía desde que empezó la Semana Santa. La zona de la cafetería estaba cerrada y eché muchísimo de menos no poderme tomar el café más rico que hacen en Aranjuez y que antes de la pandemia me tomaba casi todos los días. Es un sitio delicioso no solo por los dulces y el café sino por el ambiente tranquilo, el personal superamable y la decoración.Por la tarde acabé el libro que estaba leyendo.
    Esta mañana me volvieron a poner el mensaje para recordarme que hoy estaban de nuevo en Aranjuez y que fuera a donar. La sangre sigue siendo necesaria porque sigue habiendo partos y operaciones que necesitan transfusiones. Empezaban a las 10:15, yo llegué a las 10:40 y ya había un montón de gente esperando. Hay que tener en cuenta que la donación se hace en un autobús y hay que respetar las medidas de seguridad anticontagio, así que el voluntario muy amable me dijo que podía volver por la tarde a las 17:00 para no tener que esperar tanta cola, pero pensé que por la tarde tal vez me pasara lo mismo así que me quedé. En el mensaje ponía expresamente que no se hacían las pruebas del coronavirus, pero aún así, en la cola escuché a un señor que parecía enfadado porque decía que él había ido por eso. El día estaba desapacible aunque afortunadamente había dejado de llover. Esperé una hora y media en la cola y la verdad es que me quedé helada, porque a pesar de que el sol salía a ratos, el último tramo de espera era totalmente a la sombra y hacía frío. Tengo que decir que hoy los voluntarios eran especialmente amables y simpáticos. La doctora que te hace las preguntas indiscretas, te toma la tensión y te mide el hierro era un encanto y las chicas que hacen la extracción también. Una de ellas, se quejaba, bromeando, de que se iba a quedar sin orejas porque las gafas de protección le apretaban mucho. Cuando acabó la extracción y me preguntaron qué quería beber, bromeando le dije que un café calentito, pero la chica me dijo que tenía que beber líquido para reponer, así que me tuve que beber otra botellita de agua fría  además de la que ya me había bebido en la cola. Mi sorpresa fue cuando el conductor me dijo que si el café lo quería con leche y azúcar y cuando me levanté y todo estaba bien, allí estaba mi cafecito con leche...qué rico me supo. Al disfrute del café se unió la satisfacción de haber contribuido a ayudar a alguien con mi sangre y del sol que volvió a lucir de camino a casa. Pequeños placeres.




jueves, 9 de abril de 2020

DIARIO DE UNA CUARENTENA (DÍA VEINTISÉIS)


   Otro día más de trabajo que pasa sin grandes incidentes, de momento. Cuando he llegado a Jefatura de Servicios para firmar y he cogido una mascarilla desechable el Jefe de Servicios me ha dicho que me tiene que durar mucho, que el subdirector médico estaba preocupado porque quedaban muy pocas y no sabía si podrían conseguir más. Hoy es festivo en Madrid, por lo tanto además del poco movimiento que hay ahora, en oficinas no había nadie trabajando, así que todas las oficinas para mí solita. Desde que empezó el estado de alarma trabajan la mitad de la oficina un día y la mitad otro. En este trabajo no se puede teletrabajar y en las oficinas no se puede guardar la distancia de seguridad recomendada y tampoco hay compartimentos o mamparas para diferenciar el espacio de cada uno. 
   Precisamente una compañera de la oficina de gestión nos ha dicho que en su pueblo (tengo que preguntarle cómo se llama cuando la vea) hay una asociación que está haciendo mascarillas de tela para donar a la Guardia Civil, Policía y Hospitales, pero que se han enterado de  que los Funcionarios de Prisiones también estamos escasos y la próxima remesa será para nosotros. Mi compañera nos ha pedido que si tenemos sábanas, camisetas de algodón, cordones, gomas...se las dejemos encima de su mesa y ella se encargará de hacérselas llegar a la asociación. 
  Hoy ha habido una libertad y un ingreso así que nos quedamos como estábamos, con 1200 internos. Por cierto, he visto que los ordenanzas llevaban mascarillas de tela y al ingreso también le han puesto una. Tengo que preguntarles mañana de dónde las han sacado. 

   Me acabo de enterar de que en la prisión de Ocaña I, que está aquí cerca pero pertenece a Toledo, ha habido un plante de los internos y han quemado papeleras y cubos de basura. Se quejaban de que había poca asistencia médica. Están nerviosos y es muy normal. La cosa no ha llegado a más porque los funcionarios han podido sofocar los incendios y los ánimos. Esperemos que no pase como en Italia, que hubo graves motines en las prisiones...aunque de eso no se habla demasiado. 

miércoles, 8 de abril de 2020

DIARIO DE UNA CUARENTENA (DÍA VEINTICINCO)


   Todos los días me digo que va a ser el último  que escriba en el blog, pero a última hora me entra una especie de culpabilidad que me hace sentir mal, como si me estuviera traicionando a mí misma por abandonar algo que se ha alargado mucho más de lo que imaginé.  Creo que debo seguir, aunque no tenga muchas cosas que contar, aunque me suponga un esfuerzo que nadie me obliga a  hacer. Tengo que hacerlo porque cuando pasen muchos años, quiero recordar estos momentos que he vivido, que hemos vivido todos. 
   Hoy he hecho una clase de yoga en directo por Instagram. Mientras estábamos haciendo la clase, más o menos sobre las siete de la tarde, se empezaron a oír voces y una música que no pertenecía a la clase. El profesor empezó a bromear y nos contó que tenía un vecino con un equipo de música muy potente y con un micrófono que se dedicaba a animar a la gente antes de salir a aplaudir al balcón. Al principio resultó gracioso, pero después la música fue aumentando de volumen y la verdad es que aunque intentaba concentrarme en la respiración y las posturas de yoga, me resultaba imposible no escuchar “la macarena” o el “hola don Pepito, hola don José “ y eso me lleva a preguntarme si no nos estaremos animando demasiado con lo de los aplausos, porque no es lo mismo empezar diez minutos antes a animar un poco que una hora antes...no sé si todos los vecinos participarán en la fiesta o habrá a quien le moleste porque tenga que trabajar o quiera estar tranquilo . En cualquier caso, no son mis vecinos, que se limitan a aplaudir y poner el resistiré, sino los vecinos del profesor de yoga, así que no le prestaré más atención. Ya ha dicho que el próximo día escogerá otra hora en la que no haya tanto jaleo y se pueda meditar un poquito después de la clase, hoy ha sido imposible. 

   Cambiando de tema, me temo que este año me voy a quedar sin comer torrijas. Ayer fue mi hijo a hacer la compra a Mercadona y ya no había pan para torrijas, ni kiwis, ni carne, ni patatas....y la verdad es que me ha dado apuro volver hoy solo para comprar el pan, porque en realidad un producto de primera necesidad no es...¿o si?

martes, 7 de abril de 2020

DIARIO DE UNA CUARENTENA (DÍA VEINTICUATRO)



      Mi amiga Julia, que vive en Tenerife, me mandó por mi cumpleaños un libro de poemas de José Enrique Lite Otazo, a quien yo no tengo el gusto de conocer, pero que a ella le gustaba mucho. El librito en sí es precioso, porque los poemas van acompañados de unos dibujos en blanco y negro muy originales y realmente alucinantes. Algunos son dibujos abstractos, otros muestran siluetas de cuerpos o de rostros en diversas posturas, pero ninguno te deja indiferente. 
   Los poemas hablan sobre la vida, el deseo, el amor, las sensaciones....
   Esta mañana lo he ojeado, y he leído este poema que me ha hecho pensar en la realidad que estamos viviendo y  que parece tan irreal en algunos momentos, al menos para mí.
   




   No sé si realidad
es la vacilación de mi cuerpo abotargado
o es esa filtración de tu presencia 
que brota en los flancos aún inconmovibles 
de mi laxa memoria.
   En el infame veneno del presente
me derrite el esfuerzo por mantenerme en pie,
mientras mi irredenta vocación por descubrirte
me hace batir todas las marcas
de estancia perturbada entre tus sueños íntimos.
   No sé si realidad es esta tediosa y cejijunta 
espera de la nada o es esa jubilosa canción 
que perpetra alegrías y me hace inmortal
cuando te pienso.
   Toca mi fiebre y sabré que estoy vivo.


   Qué es realidad 

lunes, 6 de abril de 2020

DIARIO DE UNA CUARENTENA (DÍA VEINTITRÉS)


   Aparte de escribir este diario, que empecé con la intención, ilusa de mí, de que solo durara quince días, me he propuesto dedicar todo el tiempo que pueda a leer. Tengo un montón de libros pendientes  y ahora hay mucha oferta gratuita de diferentes fuentes. Hacía mucho tiempo que quería leer “La novia gitana” de Carmen Mola y por fin he tenido la oportunidad de hacerlo. No me ha defraudado en absoluto. Lo he leído en tres o cuatro días y me ha fascinado a la vez que horrorizado por la crueldad que desarrolla en sus páginas. Trata del asesinato de una chica gitana a la que su familia (padre gitano y madre paya) ha permitido vivir y celebrar la boda fuera de las leyes y del influjo de la familia  de su padre. Pero el día de sus despedida de soltera, cuando vuelve a su casa en la que vive sola, es asesinada de una forma sádica y cruel. 
   Elena Blanco, jefa de la Brigada de Análisis de Casos (BAC) de Madrid, es la encargada junto con su equipo,de investigar el caso. Enseguida descubren que la novia asesinada, tenía una hermana que fue asesinada,  de la misma manera horrible y también el día antes de su boda,  por el fotógrafo que trabajaba para su padre en el negocio de eventos que dirigía, y que se encuentra cumpliendo condena en la prisión de Estremera desde hace siete años. A partir de aquí se presentan dos hipótesis, o el asesino que cumple condena es inocente o se trata de un imitador. 
   La autora( o autor, porque Carmen Mola es un seudónimo) nos hace creer en un principio, a través de un narrador poco fiable, que el asesino no es la persona que está en prisión y desvía nuestra atención hacia otros sospechosos en una serie de giros imprevistos que nos llevan a la sorpresa final sin verlo venir casi hasta los últimos capítulos. 
   La historia se desarrolla en la ciudad de Madrid, mostrándonos sitios poco conocidos como “el parque de las siete tetas” y otros tan emblemáticos como la plaza mayor, en la que vive la inspectora, que heredó la casa de su abuela. El personaje de Elena Blanco es el de una mujer de 50 años, que en principio guarda un secreto del que nos enteramos hacia la mitad de la novela, que hace de ella una mujer rota por el dolor,  que cuando no está trabajando se dedica a beber grappa  en un karaoke en el que canta canciones italianas y busca hombres que tengan un coche grande para tener sexo con ellos en un parking. Por otro lado, cuando trabaja es muy escrupulosa con la ley hasta que se ve obligada a incumplir ciertas normas para atrapar al asesino. 

    El estilo de escritura es conciso y rápido,  lo que da a la novela un ritmo trepidante, pero a la vez hace unas descripciones muy precisas sobre determinados aspectos del crimen que hace que el estómago se contraiga a veces. No la recomiendo por lo tanto a las personas de extrema sensibilidad porque sin duda sufrirán demasiado.

domingo, 5 de abril de 2020

DIARIO DE UNA CUARENTENA (DÍA VEINTIDÓS)


      Hoy es domingo. Tengo que decirlo para no perder demasiado la noción del tiempo. Antes de la cuarentena sabía más o menos en qué día vivía por el gimnasio, ya que lo del trabajo no me vale porque a veces trabajo los fines de semana y eso despista. Si tocaba zumba era lunes o miércoles, si había bodypum era martes o jueves y si había bodycombat era viernes. Si iba por la mañana a las doce a spinning entonces era sábado y si iba y hacía un poco de cinta , me hacía unos largos (pocos porque me canso enseguida) en la piscina y luego me daba tranquilamente una sauna, normalmente sola, exfoliándome bien con las” sales del mar muerto” de Mercadona , entonces era domingo. 
    Mi hijo dice que quiere diferenciar los viernes y los sábados del resto de la semana, porque cuando iba a la universidad eran los únicos días que se permitía salir un rato con los amigos, normalmente a cenar a alguna pizzería o al burger, así que el viernes él cenó pizza y ayer sábado los dos cenamos una hamburguesa. La verdad es que estaba buenísima pues mi hijo me dio unos pequeños trucos para que quedara casi como la del burger. Hablar de esto me lleva irremediablemente a hablar de la subida de peso. Ya he engordado dos kilos y puede que alguno más, pues la última vez que me pesé fue el jueves y este fin de semana me he pasado bastante. Por las mañanas hago ejercicio a través de la aplicación que tengo del gimnasio o por vídeos de YouTube. La verdad es que el que no haga deporte es porque no quiere, porque opciones hay infinitas. A mí lo que más me gusta es la zumba porque además de hacer ejercicio te diviertes con la música. También me gusta el bodycombat, y he descubierto en YouTube unos vídeos de Les Mils que están geniales. El pilates también me gusta y además lo necesito porque me duele la espalda terriblemente, así que también lo hago, pero aún así, no hago tanto ejercicio como en el gimnasio porque en las clases colectivas te animas más, comentas con las compañeras, te ríes cuando te equivocas...Pues a lo que iba, que he engordado porque no hago tanto ejercicio y porque como más, sobre todo galletas tipo rosquillitas recubiertas de chocolate blanco que son mi perdición. Tendré que tomar la decisión de no comprarlas, porque no tengo fuerza de voluntad para no comerlas. 
    Los lunes también los diferenciaba perfectamente de los demás días porque además de ir al gimnasio por la mañana, también iba por la tarde a pilates y después me iba a clase de bachata y luego de salsa. Acababa reventada completamente, pero me lo pasaba genial, era superdivertido y me reía muchísimo. Creo que va a pasar muchísimo tiempo hasta que pueda volver a bailar salsa y bachata, lo voy a echar mucho de menos, y lo peor es que se me va a olvidar todo lo que he aprendido.

sábado, 4 de abril de 2020

DIARIO DE UNA CUARENTENA (DÍA VEINTIUNO)



    Hoy es sábado y es el día veintiuno de la cuarentena. Hace tiempo había un programa en televisión, no recuerdo la cadena, que se llamaba así, “21 días”. Ese programa me gustaba mucho porque la periodista , que se llamaba Samanta Villar, vivía una experiencia distinta cada vez durante veintiún días. Creo haber leído en algún sitio que ese es el tiempo que se necesita para que algo se convierta en un hábito, espero que este no sea el caso y que el estar confinados no se transforme  de ninguna manera en algo habitual para nosotros. De momento, el presidente del gobierno, que cada vez hace los discursos más largos, ha anunciado que añadirán otros quince días de cuarentena con lo que nos vamos al día 26 de abril. 

viernes, 3 de abril de 2020

DIARIO DE UNA CUARENTENA (DÍA VEINTE)




    Antes del confinamiento, cuando todo era normal, y sobre todo los fines de semana que me tocaba trabajar,  en algún grupo de wassap alguien comentaba que hacía un día de sol estupendo para pasear, yo contestaba  en plan de broma “pues yo aquí estoy,  a la sombra”, haciendo la gracia (que por cierto puede resultar cansina para los demás, pero no soy capaz de dejar de hacerla) de que estaba en la prisión, además en un control del que no podía moverme. 
   Ahora que he cambiado de puesto de trabajo, disfruto de más libertad de movimientos y cada día  tengo que cruzar un gran patio (lo llamamos el del donut, porque es redondo y tiene un círculo en el centro donde hay plantado  un olivo) que separa la zona donde están los módulos de las oficinas. Los días de mucho trabajo puedo cruzar ese patio unas veinte veces al día, siempre con prisa. Ahora hay muy poco trabajo porque todo se ha suspendido excepto las libertades y los ingresos, y creo que  hoy solo lo he cruzado cinco veces, pero lo he hecho disfrutándolo verdaderamente, porque lucía un sol espléndido y me he permitido quitarme la chaqueta y quedarme un ratito en el patio, sintiendo los rayos de sol en mi piel. Han sido unos minutos, pero he conseguido abstraerme más en ese momento en la prisión que en mi casa...no deja de resultarme curioso. 

   Por la tarde me han dado la noticia de la muerte de la madre de un compañero. Estaba en León, en una residencia. Ayer tenía unas décimas de fiebre, hoy  ha muerto. No pueden ir al entierro porque solo pueden ir tres personas. Muy triste. 


jueves, 2 de abril de 2020

DIARIO DE UNA CUARENTENA (DÍA DIECINUEVE)


    Hoy es jueves. Ayer estuve intentando escribir un relato para participar en “los jueves un relato” pero fui incapaz de hacer algo con lo que estuviera medianamente satisfecha. Mis musas se han ido y tengo que asumirlo. Ahora hago otras cosas como leer más. 
   Hace días terminé de leer el libro que estábamos leyendo en el club de lectura. Dejamos de asistir al club antes del confinamiento por precaución, porque hay mucha gente mayor que es población de riesgo. Haré aquí una pequeña reseña.

TÍTULO: LA BRIGADA DE ANNE CAPESTAN
AUTORA: SOPHIE HÉNAFF 
FECHA DE PUBLICACIÓN: 2015

   Anne Capestan es una policía separada durante un tiempo del servicio, a la que cuando regresa, sus jefes   le encargan formar una brigada con todos los policías a los que no pueden echar del cuerpo, pero que por razones diversas son muy molestos y quieren tenerlos entretenidos sin que den la lata. Para ello le encargan resolver casos muy antiguos que a nadie interesan porque son cosas de poca monta. Sin embargo, entre todos estos casos se encuentran con dos homicidios que han quedado sin resolver. 
   Los personajes son de lo más variado y a cuál más peculiar: 
   Torrez es “el gafe” . Es el primero que se presenta en la brigada y todos sus compañeros le evitan porque tiene fama de que todos los que están con él acaban mal. 
   Lebreton es excomandante de asuntos internos, alto, guapo, viudo, homosexual y discriminado precisamente por este motivo. 
   Eva Rosiere, escribe novelas policiacas que triunfan muchísimo y de las que se han hecho series que le han hecho ganar muchísimo dinero. Resulta muy incómoda porque en sus novelas critica bastante a los jueces. Permanece en la policía porque le gusta. 
   Merlot, capitán de antivicio alcohólico y charlatán. 
   Orsini, de la brigada de inteligencia. Odia la policía y tiene tendencia a informar a los periodistas de los secretos de la casa que no debe contar. 
   Éurard, jugadora compulsiva, vetada en los casinos. Muy supersticiosa. 
   Dax, teniente de la cibercriminal que se dedicó al boxeo durante un tiempo y está un poco “tocado” de la cabeza. 
   Con estos personajes, Capestan, lejos de desmotivarse, consigue que todos se animen a colaborar para resolver los dos casos que pronto se dan cuenta de que están relacionados. Al principio nos los presenta un poco por encima, pero a medida que vamos conociendo la situación personal de cada uno vamos empatizando más con ellos y entendiendo porqué han llegado a su situación. Lo que en un principio parece una brigada hecha con desechos que no va a funcionar, se transforma, por el voto de confianza que Capestan da a cada uno de ellos, en una brigada en la que cada uno, con sus peculiaridades y sus trucos, pone su grano de arena para que la investigación salga adelante y consigan resolver el doble asesinato. 

   Es una novela escrita en un tono distendido y humorístico que se lee muy bien y que nos deleita  con algunas situaciones de acción delirante, bien descritos, que inevitablemente nos provocan una sonrisa e incluso a veces una sonora carcajada. Una novela que viene bien para descargar un poquito la mente  si lo que te gusta, como a mí, son las novelas más “negras”. 

miércoles, 1 de abril de 2020

DIARIO DE UNA CUARENTENA (DÍA DIECIOCHO)




    En mi comunidad hoy ha salido menos gente a aplaudir. Supongo que el desánimo o el cansancio van haciendo mella. Mi hijo no ha podido acompañarme porque estaba en una videoconferencia para un trabajo de la universidad. Él no para, sigue estudiando igual o más. Está estudiando ingeniería informática y la verdad es que siguen con el mismo ritmo, se han adaptado bastante bien a la situación. 
   Me han llamado de una parafarmacia donde el otro día me apunté para una lista de mascarillas. Llamé por teléfono desde el trabajo y la dueña reconoció el número porque fue proveedora (o igual lo sigue siendo)  de la leche para los niños de la prisión y muchas veces  la recepcionaba yo. Fue muy amable conmigo, la verdad. Han llegado hoy y me ha dicho que como máximo podía pedir 10 porque hay mucha gente esperando y no le han mandado muchas. No sé por qué solo he  pedido 6, tres para mí y tres para mi hijo, después he pensado que tenía que haber pedido las 10. Valen  tres euros cada una, que teniendo en cuenta que son desechables me parece una barbaridad . Son mascarillas quirúrgicas de las que dicen que en realidad a ti no te protegen sino que protegen a los demás de ti. Me da igual. Yo quiero llevar mi mascarilla cuando voy a la compra y pienso que mejor llevar eso que no llevar nada. Afortunadamente tenía una caja de guantes desechables desde el año la pera en un cajón olvidados, ahora le estamos dando uso. En esto de las mascarillas también hay diferentes puntos de vista, en algunos países son obligatorias. Sinceramente yo creo que aquí nos dicen que no son necesarias porque escasean incluso para el personal sanitario y para que no cunda el pánico. Pues a mí ya me ha cundido. Hay informaciones contradictorias y cada vez se van sabiendo más cosas. Al principio decían que esto era como una simple gripe y ya se ha visto que no. 
   Miriam, mi compañera de trabajo me ha dicho que está enferma, que está de baja posiblemente por el coronavirus. Tiene mucha tos y dificultad para respirar, aunque no tiene fiebre. Ha llamado a los teléfonos que nos han dado a nosotros que somos de Adeslas y dice que es imposible contactar con ellos, que está en espera continuamente. Ha llamado a otros teléfonos de Castilla la Mancha, porque ella vive en Toledo,  y le han dicho que si se encuentra muy mal vaya a urgencias si no que se esté en casa con paracetamol y agua. La pobre está mal, porque es muy aprensiva y también tiene problemas de ansiedad. Creo que hace más de quince días que no coincido con ella, así que creo que el virus ya se hubiera manifestado en mí si me hubiera contagiado. 
   Voy escribiendo mis pensamientos tal y como   me vienen a la cabeza, sin cuidar  demasiado la redacción ni el estilo. Tampoco reviso mucho lo que escribo, solo quiero tener constancia de lo que pasaba por mi cabeza en estos momentos. Es posible que esté repitiendo lo mismo todo el rato. 
   Me sigue pareciendo increíble lo que está pasando.