miércoles, 9 de enero de 2019

TRECE ROSAS NEGRAS............JOSÉ ANTONIO LÓPEZ RASTOLL


TÍTULO: TRECE ROSAS NEGRAS
AUTOR: JOSÉ ANTONIO LÓPEZ RASTOLL
EDITORIAL: TRES COLUMNAS
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2018
GÉNERO: RELATOS

SOBRE EL AUTOR
    
  José Antonio López Rastoll es licenciado en Filología Hispánica y profesor de academia. Ha publicado dos libros de relatos y uno de microrrelatos: El mirador (2009), Vareando nubes (2012) y Pelusillas en el ombligo (2015). El mirador es el nombre de su blog, un marco donde estar en contacto con el lector, ofrecer las últimas creaciones y fomentar la crítica literaria constructiva.

OPINIÓN PERSONAL
   Desconozco donde está hecha la foto de la portada de Trece Rosas Negras, pero desde luego yo diría que es una estatua de la tumba de un cementerio. El hecho de que esté en blanco y negro y de  que las manchas parezcan de sangre me reafirma esa impresión. El colmo es que en el título aparezca el número trece y el color negro. Todo esto, unido a que sé que a José Antonio le gusta el terror y a que ya conocía uno de los relatos que aparecen y que me pareció bastante inquietante, me hacían estar convencida de que se trataba de un libro de relatos de terror. No es así, aunque haya algunos. "Besos lúgubres" es uno de ellos. Finalista de un prestigioso premio (Madrid Sky de Cuento Corto) destaca por su perfecta  recreación de una atmósfera macabra y opresiva.
    Otro de los que a mí me parecen terroríficos, y puede que sea una cuestión de sensibilidad personal, es el titulado “Carantoñas” y que casualmente el autor me ha dedicado (me ha hecho mucha ilusión).  Creo que lo que hace a este cuento tan especial es que está tratado desde la perspectiva de un niño y de lo que a él,  como a mí, y al chaval de “La escapada “nos  produce tanto miedo, porque yo creo que  el verdadero terror no está en los monstruos del exterior sino en el interior de cada uno de nosotros.
    Aparte de los dos mencionados, puede haber elementos amenazadores, oníricos o fantásticos en muchos otros, pero casi todos tomando como referencia la cruda realidad y sobre todo el tema de la incomunicación en la época de la conexión total, lo cual no deja de resultar  una paradoja. Entre mis favoritos que tratan este tema se encuentra “Falta de riego”  que tiene como protagonistas a dos jubilados con ganas de hablar,  no solo entre ellos mismos,  sino con la gente en general lo que les hace  dedicar su tiempo libre  a ir de casa en casa ofreciendo su charla. En “¿Por qué no?” resulta irónico, gracioso y contradictorio que el protagonista se pregunte a sí mismo: “A lo mejor no lo hace a mala fe ni con intención de nada. Solo se le ha ocurrido romper el hielo. Pero hay formas más sutiles de iniciar una conversación. Sonreír no es una de ellas.”
    También nos habla del amor y la ternura, tan necesarios siempre y a veces tan escasos. En “Hotel Sur” el amor comienza al final de un delirante viaje en el que no todos llegan al final y en “Azul” es un encuentro fortuito lo que provoca  la nostalgia de un amor de juventud.
     Leer a José Antonio no es fácil. Puede parecer que sí porque la lectura se hace ligera y amena lo cual te provoca encadenar un relato con otro y leerte el libro de una sentada. Sin embargo, si no lees con atención te perderás bastantes detalles y muchas interpretaciones, porque  no es amigo José Antonio de explicar las cosas, sino de dejar que el lector piense y saque sus propias conclusiones. En estos relatos no hay palabras superfluas ni circunloquios, no hay florituras ni divagaciones, si está, en cambio,  la maestría para utilizar la palabra adecuada, la puntuación precisa y la imaginación para crear historias diferentes, con multitud de matices que te harán reflexionar sobre la vida provocando una sonrisa, porque el humor y la ironía también están muy presentes.
   No conozco personalmente a José Antonio, sin embargo sé algunas cosas de él a través de sus publicaciones y creo haberlo visto pasear por algunas calles de Alicante y frecuentar ambientes docentes o literarios en  algunos de sus relatos y eso me gusta, me hace sentir que lo conozco un poquito más... ¿o no?
   Creo que nunca lo sabré.