domingo, 26 de noviembre de 2017

SONATA NÚMERO 6



SONATA Nº 6

   Fue Rufo, tío. Se había separado de mí unos metros y desde  lejos vi que escarbaba en la arena con mucho entusiasmo. Me acerqué corriendo pensando que podía ser algún animal muerto. Rufo come todo lo que pilla y después se pone enfermo, ya sabes. Pero cuando llegué a su lado lo que intentaba desenterrar era algo de madera. Alguna tabla traída por el mar, pensé, pero me picó la curiosidad y empecé a desenterrarla con cuidado. Ordené a Rufo que se estuviera quieto. El perro obedeció y se sentó aunque se notaba que hacía esfuerzos por contenerse. A medida que iba retirando la arena me iba dando la impresión de que no era un trozo de madera vieja, era una madera de esas nobles aunque no sabría decirte cual. Poco a poco lo fui desenterrando y resulta que era un violín, tío, ¿te lo puedes creer? Yo estaba estupefacto porque nunca había tenido uno en las manos. Mi cultura musical es nula pero pensé que tal vez podría limpiarlo y venderlo en el rastro, algo me darían por él. Tenía sus cuatro cuerdas y todo, en perfecto estado. Rufo empezó a ladrar entusiasmado y a dar vueltas alrededor de mí.
   Cuando llegué a casa lo limpié muy bien, ya sabes que yo soy muy meticuloso para algunas cosas y me propuse dejarlo como nuevo. Lo único que tuve que hacer fue quitarle bien los granitos de arena con un pincelito pero por lo demás estaba impecable. Me parecía increíble tío, porque con la humedad y la arena tendría que haber estado medio podrido.
   El caso es que me pasé toda la tarde con el dichoso violín y cada vez me gustaba más, incluso empecé a pensar que tal vez era un Stradivarius de esos y entonces me iba a forrar, porque yo había oído que esos violines eran los mejores del mundo y que valen un pastón.
   ¡Ah, tío! Se me había olvidado, al lado del violín había también una varilla, que no sé cómo se llama, pero que yo había visto alguna vez por la tele que sirve para raspar las cuerdas, me imagino que como si fuera la púa en una guitarra.
   Esa noche me fui a la cama pensando que tal vez había tenido un golpe de suerte por una vez en la vida y que mi situación iba a cambiar.
   A las tres de la mañana en punto, lo sé porque miré el reloj, me despertaron unos aullidos lastimeros que provenían del salón. Rufo estaba sentado delante del violín aullando bajito, con las orejas hacia atrás. ¿Se puede decir que un perro está hipnotizado? Porque eso es lo que me pareció a mí, tío, que estaba hipnotizado mirando al violín porque ni siquiera se inmutó cuando entré en el salón, ni me miró ni hizo ningún movimiento hacía mí. Si te digo la verdad, me dio un poco de yuyu y el vello se me puso de punta pero me hice el valiente y cogí el violín.
   No sé cómo explicártelo tío, el violín se encajó entre el cuello y el mentón, con la mano derecha cogí la varilla (ahora sé que se llama arco) y empecé a tocar como si lo hubiera hecho toda mi puta vida. Y no sé cómo pero yo sabía que lo que estaba tocando era la sonata nº 6 de Niccoló Paganini, yo, que sé quién es Mozart por la película esa tan famosa en la que el tío no para de reírse. Rufo dejó de aullar y me miraba sin mover un pelo. Yo no sabía lo que me pasaba pero mis dedos se movían a un ritmo vertiginoso (qué palabra tío, vertiginoso) y cuándo rascaba las cuerdas el sonido era lo más bello que yo había oído en mi vida. Me da vergüenza decir esa palabra, bello, porque creo que nunca la había utilizado, pero es la única que se me ocurre para describir la música que salía de aquel instrumento. Y de pronto me sentí como en otro sitio, tío, ya sé que es muy difícil de creer, pero te juro por mi madre que es verdad. Estaba en un teatro, en un escenario, ¡pero si yo en mi puta vida he pisado un teatro! Lo más parecido a un teatro que he visto es el cine Coliseo, en el que de vez en cuando se representaba alguna obra, pero yo nunca fui porque el teatro no me gusta. Y allí estaba yo, tío, en medio del escenario tocando el violín y con un montón de gente pendiente de mí, escuchándome. Y lo que es peor, y esto sí que no te lo vas a creer, yo estaba vestido de mujer, mejor dicho, yo era una mujer. No sé por qué lo sabía porque en realidad yo a mí mismo no me veía, pero lo sabía, igual que ahora sé que soy un hombre y no me hace falta mirarme al espejo para saber cómo soy. Era alta, rubia, llevaba el pelo recogido en un moño bajo y un vestido negro largo, con los hombros al descubierto.
   No sé cuánto tiempo estuve tocando pero cuando acabé estaba agotada, se lo notaba a ella y me lo notaba a mí mismo. La gente empezó a aplaudir entusiasmada y se levantaba y decían ¡bravo! ¡bravo! Y no paraban de aplaudir, y yo hacía inclinaciones con la cabeza y sentía un gozo indescriptible, lo siento tío pero me salen palabras muy cursis. Las lágrimas caían por mis mejillas sin poderlas contener, estaba como si me hubiera metido un chute de heroína, en las nubes. ¿A ti te parece que estoy loco?
   Ese violín era mágico, te lo digo yo. Ya sé que es muy difícil creer en estas cosas y más para un tío como tú, pero yo te digo que era mágico.
   Mi error fue decírselo al Dioni, ¿tú lo conoces? El Dioni es un colega que lo sabe casi todo o cree que lo sabe casi todo y no sé si será verdad pero el tío es muy vivo. ¡Ya te digo! Pero yo me fiaba de él y además necesitaba el dinero. Cuando se lo llevé al día siguiente me dijo que no valía nada, que era un violín normal y corriente y que como mucho me podía dar 30 euros. Yo intenté explicarle lo que me había pasado con él la noche anterior pero se rio en mi cara.   
   ¡Ay Tomasín! ¡Qué estás muy colgao! Tienes que dejar ya de fumar tantos porros que te están dejando sin neuronas, me dijo.
   Y cogí los 30 euros y me marché tan contento porque la verdad es que por la mañana y a plena luz del día a mí también me parecía que a lo mejor me lo había soñado todo.
   A trancas y barrancas seguí con mi vida, ya sabes, chapucillas por aquí y por allá. Hasta que un día vi una noticia en la tele. Decía que en una casa de subastas muy famosa habían vendido un violín Stradivarius por 6.500 euros. Por lo visto pertenecía a una violinista que se llamaba Givette Neven, que había muerto en 1949 en un accidente de avión en las islas Azores, que su último concierto había sido en el Royal Albert Hall de Londres en el que había interpretado la sonata nº 6 de Paganini y nunca había  aparecido su violín.
   ¿Y qué crees tú que pasó con el Dioni? Pues que no le volví a ver el pelo nunca más, me cago en la puta.
    Tomás se levanta de la silla donde estaba sentado en la gran sala de la residencia de ancianos. No hay nadie a su lado. Algunos  internos juegan al parchís o a las damas, otros ven la televisión. Se coloca en el centro de la sala y hace una reverencia, coge su violín imaginario y se dirige al público que abarrota el gran teatro y que guarda un silencio sepulcral.

   Para ustedes, la sonata nº 6 de Piccoló Paganini, y comienza a tocar.


lunes, 20 de noviembre de 2017

LA NOCHE DEL ESCAPARATE...............JORGE DAVID ALONSO CURIEL



TÍTULO: LA NOCHE DEL ESCAPARATE
AUTOR: JORGE DAVID ALONSO CURIEL
EDITORIAL: EDICIONES ATLANTIS
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2017
GÉNERO: RELATOS


SOBRE EL AUTOR:
   Jorge David Alonso Curiel (Valladolid 1975),  es licenciado en Filología Hispánica, escritor, crítico cinematográfico y articulista en diferentes periódicos. Ha publicado numerosas obras de diferentes géneros: la novela breve Las guerras han terminado, el libro de relatos eróticos Tu mejor pecado y los libros de relatos cortos Yo conocí  un hombre satisfecho y Saber Moverse (ver reseña), el poemario Reflejos en el cristal cotidiano (ver reseña) y numerosos relatos en diversas antologías.

RESUMEN:
    Las siete historias de este libro están ambientadas en la noche, y en ella los personajes vivirán sucesos que les cambiarán para siempre. Un hombre perseguido por un posible psicópata; una joven que, harta de tener que vivir con sus padres, conseguirá un lugar peculiar donde residir; una mujer abandonada inexplicablemente por el hombre de su vida; un joven que en la sala de espera de un hospital se pone a charlar con un hombre que le narrará un suceso macabro ocurrido hace años; un exmilitar que en un arrebato en una noche invernal, intentará acabar con todos los agentes de policía que se cruzan en su camino; la vuelta a su pueblo de un comisario harto y defraudado por todo; y un tipo que es secuestrado y encerrado en un sótano por cuatro individuos.

OPINIÓN PERSONAL:
     Leer a Jorge David es disfrutar siempre  de una escritura sosegada, natural, limpia, tranquila, con un lenguaje sencillo y coloquial, es dejarte seducir por  los diálogos y monólogos interiores de sus personajes que son como cualquiera de nosotros, es  empatizar con ellos,  vivir sus avatares y sufrimientos diarios o extraordinarios, porque de todo hay en estos relatos,  sumergirte en la historia y reflexionar sobre qué harías tú si algo así te ocurriera.
    Y es que en la noche ocurren muchas cosas, y si no que se lo pregunten a Juan, el protagonista de La noche del escaparate, para mí uno de los mejore relatos del libro, cuya noche se convierte en una pesadilla cuando, a la salida del trabajo, al mirar en el escaparate de una zapatería ve el reflejo de un hombre que empieza a perseguirle. Esto ocasionará una serie de desdichas encadenadas que deberían provocar una reacción en el personaje, hasta ahora descontento con su forma apática de encarar la vida, aunque el autor deja abierta a la interpretación del lector si la experiencia producirá o no ese cambio de actitud.
   Aparte de la noche como elemento común en todos los relatos, se encuentran también otros problemas que atormentan o entristecen al ser humano como es el amor o la falta de él. Varios de los relatos entre los que se encuentran La leyenda del corredor triste que salió del río, La noche del escaparate, Lo que esconden las puertas o Las guerras han terminado, comienzan con una pareja que se rompe, hecho que condiciona el resto de la historia. Tienen en común, además, que están contados en primera persona por lo que solo conocemos el punto de vista del protagonista y nos tenemos que fiar de él.
   Otro de mis relatos favoritos es Un traje azul. Aquí tenemos a dos desconocidos que coinciden en una sala de espera de las urgencias de un hospital, uno de ellos le confiesa al otro, al que probablemente no volverá a ver en su vida, un hecho luctuoso ocurrido hace trece años. Nos invita a reflexionar sobre el sentimiento de culpa y la necesidad de descargar la conciencia, al igual que ocurre en Las guerras han terminado, aunque en este caso el sentimiento liberador  se produzca mediante la escritura.
    La noche es muy dada también a la soledad, pero a veces esta soledad es buscada y se puede disfrutar de ella con la imaginación como hace la protagonista de Tiempos oscuros, un relato muy cortito pero a la vez muy contundente.
    Para cerrar el libro, Jorge David nos cuenta una historia muy dura, en la que un apacible paseo durante la noche se convierte en una angustiosa y real pesadilla. El brillo en el sótano es un  relato con el que el autor nos demuestra que también sabe escribir muy bien sobre el terror, ya sea real o sobrenatural, que sabe producir ansiedad y sufrimiento en el lector, haciéndolo con maestría, sin dejar de lado su natural estilo de contar las cosas.
   La noche del escaparate es un libro delicioso para saborear lentamente, como un trozo de chocolate negro, aunque es muy posible que te lo tragues de casi una sentada como hice yo. Lo bueno que tienen los libros, a diferencia del chocolate,  es que siempre están ahí para repetir y volver a disfrutar o incluso disfrutarlo con más intensidad en una segunda lectura.

 
 

sábado, 4 de noviembre de 2017

ELLOS NOS QUIEREN A TODOS..............JUAN JOSÉ DÍAZ TÉLLEZ



TÍTULO: ELLOS NOS QUIEREN A TODOS
AUTOR: JUAN JOSÉ DÍAZ TÉLLEZ
EDITORIAL: AUTOPUBLICADO (AMAZON)
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2017
GÉNERO: TERROR-SUSPENSE

SOBRE EL AUTOR:
  Juan José Díaz Téllez nació en Málaga en 1969. Según él mismo indica está especializado en dos campos muy diferentes: por una parte el terror y el suspense y por otra la literatura infantil. Su primera novela publicada fue La habitación 352 (2013) a la que siguieron: Raíz, El juego del diablo y Tábula rasa. Además, ha publicado relatos cortos en diversas antologías.

RESUMEN:
  “Los vecinos de un edificio se ven atrapados por una extraña sustancia de un desagradable color grisáceo que se aplasta contra los cristales de las puertas y ventanas exteriores, haciendo imposible salir. El silencio más absoluto parece haber tomado el lugar de las comunicaciones: sin Internet, sin señal telefónica, ni radio, ni televisión, se hace imposible recibir cualquier noticia del exterior. El mundo se reduce ahora a cuatro plantas con dos viviendas de lujo en cada una de ellas, y su población a unos propietarios que guardan extraordinarios secretos, algunos sorprendentes, otros inconfesables.

Conforme va pasando el tiempo sin que reciban ayuda ni comunicación alguna del exterior, los vecinos van concienciándose de que lo que ha ocurrido puede ser algo global, algo que no les afecta sólo a ellos, sino al mundo entero. Es entonces cuando comienzan a surgir los problemas. A la preocupación por la futura escasez de alimentos o de medicamentos se unen los extraños acontecimientos que comienzan a suceder cuando uno de los propietarios entra en contacto con la sustancia y parece entrar en trance, repitiendo sin cesar las frases "Ellos nos quieren a todos" y "Pronto seremos uno".
Pero... ¿Quiénes son ellos? ¿Qué significan esas enigmáticas frases?”

OPINIÓN PERSONAL:
      Hace un par de años,  en la antología de terror Dejen morir antes de entrar  leí un relato titulado Se arrastran en la oscuridad que me gustó mucho. Es una gran antología y todos los relatos me gustaron, pero para mí este destacaba sobre los demás. No conocía al autor, pero cuando Juan José Díaz Téllez  se puso en contacto conmigo para ver si me interesaba hacer una reseña de su nueva novela y supe que era el autor de este relato, le dije que sí sin pensármelo dos veces, pues ya tenía casi una garantía de que me iba a gustar. Mis expectativas se han cumplido, aunque, para ser honesta, creo que le podría haber sacado un poco más de jugo a algunas situaciones.
   En los primeros capítulos nos presenta a todos  los personajes que habitan en cada uno de los pisos de un edificio que,  por motivos de corrupción urbanística, se ha quedado aislado y  alejado de la ciudad. Los capítulos son muy cortos y en estos primeros nos deja con la intriga de saber qué es lo que todos ven al abrir la persiana que los deja tan alucinados.
    Los personajes son variopintos: una pareja algo mayor sin hijos donde la mujer es una arpía y el hombre un pusilánime dominado por ella; otra pareja con dos hijos pequeños; tres hermanas ancianas con síndrome de Diógenes; dos hermanos frikis que acaban de independizarse de sus padres; una madre separada con un hijo adolescente, hiperconectado a todas las redes sociales, que no soporta a la nueva pareja de su madre que vive con ellos; dos amigas blogueras famosas dedicadas a la escritura de terror; tres inmigrantes africanos que, en el momento del incidente, se encuentran en el piso patera realquilado por otro inquilino y dos chicos y una chica recién llegados al edificio. Todos los personajes están muy bien dibujados, alejados de los estereotipos, aunque sin llegar a ser demasiado estrambóticos. Son como pueden ser  los vecinos de cualquier comunidad de nuestra ciudad, incluida la nuestra. Todos se encuentran con la misma situación cuando se despiertan ese día y una sustancia gris  los deja aislados del exterior, pero la reacción de cada uno es bien  diferente. A partir de aquí es cuando empiezan a relacionarse entre sí y se conocen en realidad.
   El lector también desconoce lo que sucede por lo que se va  enterando  a la vez que los protagonistas y eso es lo que le hace continuar leyendo: saber qué es lo que los mantiene aislados y por qué.  El  autor consigue, a través de una prosa fluida, amena y coloquial mantenernos en vilo cambiando en cada momento de apartamento y de protagonistas, mostrándonos sus reacciones y contándonos la trayectoria de sus emociones, lo que nos hace querer u odiar a cada uno de ellos.
   En cuanto a la acción considero que tiene algunos altibajos, situaciones en las que te preguntas cómo es posible que los protagonistas se tomen las cosas con tanta parsimonia y momentos en los que la acción te atrapa, llegando a ser vertiginosa  en los capítulos finales. Dentro del ambiente tenso y claustrofóbico no falta alguna escena en la que el humor es el protagonista y aporta el toque distendido y divertido de la trama.
   Yo no la clasificaría como una novela de puro terror porque no tiene una atmósfera opresiva en exceso, ni momentos estremecedores de verdad, ni escenas demasiado duras,  pero, desde luego,  sí consigue mantener nuestro interés e incertidumbre por saber el desenlace que, sin ninguna duda, es lo más sorprendente por su originalidad y falta de previsibilidad por parte del lector.

    El final es insólito, impactante y bastante posible en una sociedad como la actual, abocada a no tener límites en ningún sentido. Estoy segura de que te sorprenderá.