lunes, 3 de febrero de 2014

ESTE JUEVES...EN PRISIÓN



Mientras viajaba hacia el aeropuerto en el cercanías Martín repasaba los años pasados en prisión. Lo único que había merecido la pena era haber conocido a Elisa.

Había arruinado su vida por culpa de la coca. Lo había separado de su familia, de sus amigos de toda la vida, y lo había convertido en una piltrafa hasta que había entrado en la cárcel. Había aprendido la lección pero el precio a pagar era demasiado alto. No lo soportaba ni un día más. Se había desintoxicado allí dentro, ella lo había ayudado mucho. Había conseguido un buen destino en la biblioteca del centro. Todos los funcionarios lo tenían en buena consideración exceptuando el cabezón claro, pero ese no consideraba a nadie. Su aire de superioridad le ponía enfermo. Por fortuna para él, no le ponían demasiado en ese servicio y cuando lo hacían procuraba evitarlo. Con los demás internos tampoco había tenido demasiados problemas, si te haces respetar desde un principio y evitas determinadas compañías podías pasar los días tranquilos. Pero no soportaba que le dijeran siempre lo que tenía que hacer en cada momento. Ahora come, ahora duerme, ahora haz deporte, ahora limpia. Eso era lo más duro. Y luego estaba ella. Verla todos los días, hablar con ella, sentir su aroma pero saber que no podría tenerla nunca. Los fines de semana se le hacían eternos, sin comunicar, sin actividades, sin nada que hacer excepto leer, ver la tele, dar vueltas por el patio o jugar alguna partida de pin-pon.
Los lunes su ánimo cambiaba totalmente. Sobre las diez ella hacía su aparición en la biblioteca con esa sonrisa que lo iluminaba todo. Él iba a por dos cafés al economato de la enfermería, el de ella siempre con dos sobres de sacarina, y después lo tomaban despacito en el despacho y ella le contaba lo que había hecho el fin de semana. A ella no tenía que hablarle de usted como a las funcionarias. Fue lo primero que le dijo cuando se conocieron. Si vamos a trabajar juntos tenemos que tutearnos ¿no crees?
Cuando pasó por la Junta para su primer permiso ella hizo un informe favorable para que lo tuvieran en cuenta y se entusiasmó tanto como él cuando se lo concedieron. Lo que más le pesaba a Martín de la decisión de fugarse en el permiso era pensar lo decepcionada que se iba a quedar Elisa. Durante los años que habían estado juntos ella le había demostrado muchas veces la confianza y el afecto que sentía por él.
Elisa no había ido a trabajar ese día. Era viernes, así que disfrutaría de un fin de semana largo. Tenía que ir a hacerse unos análisis. Por fin se había quedado embarazada después de intentarlo durante dos años. Había llegado casi a obsesionarse con el tema. Julia y ella habían luchado mucho por conseguir el dinero para la inseminación. Con la cabeza apoyada en la ventanilla del tren, recordaba todo lo que había luchado por ser como era. La confusión en su adolescencia, sentirse diferente pero no saber por qué, sus primeras relaciones con los hombres. Tuvo que conocer a Julia para darse cuenta de que realmente lo que le pasaba era que le gustaban las mujeres. Nada más y todo eso.
Ahora lo recordaba divertida, pero lo pasó mal en el trabajo cuando se enteraron. Fue un escándalo. Menudo morbo, dos funcionarias boyeras. Cuántos compañeros dejaron de tirarle los tejos, cuántos cuchicheos a sus espaldas, cuántos silencios cuando ella entraba en un sitio. La gente dice que no tiene prejuicios hasta que llega el momento de convivir con ellos. Laboralmente, estaba en el mejor momento de su vida. Era la coordinadora de formación, encargada de las actividades culturales y formativas que se desarrollaban en la prisión. Se acordó de Martín, el ordenanza de la biblioteca. Qué habría hecho durante el permiso. Era un buen tío que se había buscado la ruina pero que podía volver a reinsertarse en la sociedad. Cómo le gustaba decir eso. Se había llevado ya tantos palos en ese sentido que había dejado de confiar en la gente. Pero Martín era diferente: inteligente, trabajador, con educación y además muy guapo. Podía tener otra oportunidad en la vida si sabía aprovecharla. Este era su primer permiso, si todo iba bien en un par de años podía estar en tercer grado y trabajar fuera, pero también podía estropearlo todo como habían hecho otros en los que había confiado y no regresar del permiso.
Próxima estación, Atocha.
La megafonía la sacó de su ensimismamiento, Elisa tenía que bajarse aquí y coger la línea uno de metro. Mientras esperaba que bajaran los primeros, otro tren paró en la vía de enfrente.
Martín seguiría hasta Nuevos Ministerios y de allí la línea nueve hasta el aeropuerto. El corazón empezó a latirle a toda velocidad. Era Elisa la que bajaba del tren que estaba parado. Pero si hoy tendría que estar trabajando,pensó.
Al dirigirse hacia las escaleras lo vio en la ventanilla. Era Martín. Se acercó corriendo pero el tren ya había empezado la marcha. Tenía que saludarlo.
Martín vio cómo se acercaba a la ventanilla. Lo había visto, pero el tren ya se iba. Aún así a través del cristal contempló su maravillosa sonrisa y un brillo especial en sus ojos.
Nos vemos el lunes, dijo ella moviendo bien los labios
Vale, contestó Martín sonriendo.



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GRACIAS CHICOS

23 comentarios:

Maruja dijo...

Me ha encantado tu relato. Feliz día.

LAO dijo...

impactante relato Charo.....

censurasigloXXI dijo...

Muy buen relato, no se hace largo pese que me eché a temblar al verlo. Bravo, Charo.


Un besito y un café.

rosa_desastre dijo...

Que preciosa historia, y como dice el refrán "ni son todos los que están ni están todos los que son". Un error que marca toda la vida.
besos

Juan Carlos Celorio dijo...

El poder del cariño, ¿verdad? Un cariño entre dos personajes que contrastan mucho, un tipo débil, que no supo asumir su vida y una mujer que afronta las circunstancias de su vida.
Y ese final que no queda cerrado, pero entiendo que ... bueno lo digo, que él finalmente no se fugará por no defraudar a Elisa.
Buen cuento, amiga. Besos.

Natàlia Tàrraco dijo...

Vidas cruzadas que se hacen bien mútuo, salir del armario o salir de la celda, él y ellas lo merecen, me ha enganchado este relato que desprende humanidad y comprensión, chispas de esperanza. Besitos Charo.

Alberto V. dijo...

Un cuento muy bonito Charo. Parece que nunca es tarde para saltarse las leyes y sentir que estamos realmente vivos, realmente libres.

Un beso grande.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Creo que no se fugará para no empañar la felicidad de Elisa, felicidad que vive como propia, como muy cercana.

Tracy dijo...

Me alegra que hayas escrito sobre este tema carcelario, estoy convencida que la reinserción de un/a preso/a la hacen las personas más que los talleres, que también ayudan.

Unknown dijo...

Muy bueno tu relato, me encanta ese final abierto, que deja a cada lector la elección sobre la vida de los dos. Un besote

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Esta vida nos da muchos palos, la verdad es que no te puedes fiar de nadie, en tu relato se ve bien claro; aunque al final asoma un atisbo de esperanza.
Me ha gustado
Un abrazo

Gaby* dijo...

Un relato que de alguna manera nos permite entrar en la cotidianeidad del sistema carcelario, al menos el de dos personajes y sus respectivas historias, y ese punto en que ambas se unen... y se separan definitivamente? Dejaste planteada la incógnita, hasta dónde pesa el deseo de fuga o el agradecimiento por la confianza? Se presta para imaginar finales posibles.
Besos!
Gaby*

Dorotea dijo...

Creo que el precio de seguir viendo esa sonrisa es demasiado alto. Elisa se llevará una decepción y Martín intentará rehacer su vida. Un relato que te deja pensando y considerando...
Un abrazo.

Sindel Avefénix dijo...

Una visión de la prisión desde el otro lado, el de un preso que trata de recuperarse y una persona que desea ayudarlo. Cuántas cosas esconden ambos en sus pensamientos, las vas mostrando de a poco y a tiempo en el relato que deja un final para imaginar muchas cosas que podrán suceder.
Fue lindo leerte!!! Un beso.

Anónimo dijo...

Ambos encuentran en su relación una fuente de satisfacción, de autoafirmación. Se ayudan mutuamente. No creo que sus vidas vuelvan a cruzarse porque él ha tomado la decisión de ser libre y la libertad es el don más preciado.
Magnífico relato, muy bien planteado y mejor escrito.
Un fuerte abrazo.

Neogeminis Mónica Frau dijo...

El incentivo para que cada quien sepa sobrellevar su prisión con esperanza suele estar prendido de un afecto, de un amor, de una esperanza...bien por ellos!...ojalá que lo logren.
=)

Cecy dijo...

Tu buen relato deja ver la mutua manera de estos dos personajes de hacerse el bien, de intentar con los errores de su vida, asumirlos y mirar adelante.

Me ha gustado!

Un abrazo :)

Lucía m.escribanoblogsport.com dijo...

Cuando dos personas consiguen ser amigos a pesar del medio tan hostil en el que se conocen, consiguen aferrarse a la esperanza de un futuro que de otra forma sería impensable...Creo que cuando el consiga su ansiada libertad...ella no entrará en sus planes.
Buen cambio de registro le has dado al tema .
Abrazos amiga.

casss dijo...

Un relato que te engancha de principio a fin. Me gusta el final abierto pero sobre todo hay algo que destaco: la realidad respecto a la homosexualidad que deslizas en la historia de Elisa. Pese a todo lo abierto que nos decimos ser,los prejuicios siguen instalados en la sociedad y cuánto lastiman, cuánto tienen que luchar muchos por el amor y su dignidad.

besos

San dijo...

Dos vidas que se cruzan por distintos motivos, dos formas de ver la situación en la que están inmersos. Tal como la has planteado, engancha desde el principio, pide saber que va a pasar, el final abierto me gusta, deja al lector dar su propia visión. Muy buen relato Charo.
Un abrazo.

Alfredo Cot dijo...

Interesante historia con destinos cruzados y divergentes. Relato bien estructurado, original a pesar de lo manido del tema y un desenlace que te mete en el alma de ambos.
Besos

Mar dijo...

me he quedado con las ganas de saber que pasará el lunes :)
Bss.

Cristina Piñar dijo...

Bonita historia. Las paredes de las prisiones tienen tantas y tantas historias que esconder... Un beso.