Este jueves, Auxi del blog LLANURAS ABISALES nos ha asignado a cada uno el principio de una novela y nosotros debíamos continuar dejando libre nuestra creatividad. Me ha tocado una de mis novelas de terror favoritas que leí por primera vez siendo adolescente y me produjo verdadero pavor. No he podido evitar continuar el principio influenciada por el tema de la novela. Aquí os dejo lo que me ha inspirado.
Cuando partí de excursión, Munich se hallaba iluminado por un bello sol, y el aire estaba lleno de la alegría de comienzos de estío, por eso me sorprendió tanto que cuando el cochero anunció que habíamos llegado a nuestro destino una espesa niebla se hubiera apoderado del bosque que tanto deseaba visitar. Pensé que, sin duda, sería una nube que se despejaría a medida que el día fuera avanzando, despedí al cochero y lo cité en el mismo lugar a la caída de la tarde.
Comencé a andar por el sendero y al cabo de una hora alcancé el lugar del nacimiento del río, la niebla casi había desaparecido aunque en algunos lugares persistían pequeños restos. Una extraña sensación de ser observado se apoderó de mí a la vez que a mis oídos llegaba el sonido de unas risas de mujer que parecían proceder de una pequeña elevación del terreno cubierta por unos helechos tan grandes que casi me superaban en altura. Intentando no hacer ruido me dirigí al lugar de donde provenian las risas. Tres hemosas mujeres desnudas giraban alrededor de un joven vestido de negro que tenía una venda blanca sobre los ojos. Jugaban a "la gallinita ciega" aunque el joven no parecía disfrutar en absoluto del juego pues sus manos estaban atadas adelante y sollozaba intentando librarse de las ataduras. Entonces tropezó y cayó al suelo golpeándose la frente con una piedra que le produjo una brecha de la que comenzó a manar abundante sangre. Las caras de las tres mujeres se transformaron como si algo maligno las hubiese poseído y se abalanzaron encima del hombre que no podía defenderse. Una de ellas comenzó a chupar con avidez la sangre que manaba de la herida mientras una de las otras dos le cogía la muñeca y se la acercaba a la boca y la otra le mordía el cuello. Yo estaba paralizado por el terror pero no podía apartar los ojos de la escena cargada de una sensualidad y voluptuosidad que me fascinaba. En pocos minutos el cuerpo del muchacho dejó de moverse y las tres mujeres levantaron la cabeza y dirigieron su mirada hacía mí con los ojos chispeantes y las bocas rojas de sangre mientras yo veía cómo se acercaban a mí sin poder evitarlo. En ese momento supe con verdadera certeza que no acudiría a mi cita con el cochero.
Comencé a andar por el sendero y al cabo de una hora alcancé el lugar del nacimiento del río, la niebla casi había desaparecido aunque en algunos lugares persistían pequeños restos. Una extraña sensación de ser observado se apoderó de mí a la vez que a mis oídos llegaba el sonido de unas risas de mujer que parecían proceder de una pequeña elevación del terreno cubierta por unos helechos tan grandes que casi me superaban en altura. Intentando no hacer ruido me dirigí al lugar de donde provenian las risas. Tres hemosas mujeres desnudas giraban alrededor de un joven vestido de negro que tenía una venda blanca sobre los ojos. Jugaban a "la gallinita ciega" aunque el joven no parecía disfrutar en absoluto del juego pues sus manos estaban atadas adelante y sollozaba intentando librarse de las ataduras. Entonces tropezó y cayó al suelo golpeándose la frente con una piedra que le produjo una brecha de la que comenzó a manar abundante sangre. Las caras de las tres mujeres se transformaron como si algo maligno las hubiese poseído y se abalanzaron encima del hombre que no podía defenderse. Una de ellas comenzó a chupar con avidez la sangre que manaba de la herida mientras una de las otras dos le cogía la muñeca y se la acercaba a la boca y la otra le mordía el cuello. Yo estaba paralizado por el terror pero no podía apartar los ojos de la escena cargada de una sensualidad y voluptuosidad que me fascinaba. En pocos minutos el cuerpo del muchacho dejó de moverse y las tres mujeres levantaron la cabeza y dirigieron su mirada hacía mí con los ojos chispeantes y las bocas rojas de sangre mientras yo veía cómo se acercaban a mí sin poder evitarlo. En ese momento supe con verdadera certeza que no acudiría a mi cita con el cochero.
Que buen desarrollo.
ResponderEliminarY bue, mala suerte pero a no quejarse. Podría ser peor. Y la sensualidad es innegable.
Sin duda, hay algo sensualmente morboso en la obra de Stoker que atrapa, así como atrapaste tú su espíritu, así como atrapó a tu incauto protagonista. Boquiabierto contemplaba, sin saberlo, su propia muerte a manos de tres criaturas hermosas y eróticas. Ciertamente terrorífico.
ResponderEliminarA veces quedarse a observar tiene un precio muy alto. Un final inesperado y terminal para el protagonista. El relato es genial, bien llevado y se lee de un tirón sin respirar.
ResponderEliminarUn besote.
¡te quedó a medida con tu estilo el relato "draculístico" Charo!!
ResponderEliminarMuy en la línea de Stoker, con todos sus ingredientes, creo adivinar que mañana el cochero traerá otro candidato, mañana lo esperán las tres seductoras vampiras y dos vampiros jóvenes e inexpertos, pero dispuestos a aprender que tienen la eternidad por delante de no interponerse ridículas cabezas de ajos que solo apestan y entorpecen el perfume de los helechos y las flores caducas.
ResponderEliminarLCharo lo he disfrutado hasta querer más ¿insaciable draculina? Besito con cuidado.
Gracias Natália, yo he disfrutado muchísimo con el comentario que me has hecho!
EliminarUn beso
Oye, ¡Qué miedo! mejor no ir por ningún sendero solitario. Buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo
Ay, me ha dolido. Me estaba identificando con el "gallinito ciego", pero claro, esta historia no podía terminar felizmente.
ResponderEliminarBuen relato Charo, inquietante. Besos.
Me has dejado con una gran inquietud. Te confieso que me gusta salir de senderismo con mi bastón y mi mochila y ¡¡solo!!. Así que ahora sé que más de una vez me acordaré de tu relato y de esas voluptuosas vampiras muy alejadas de las tres gracias de Rubens. Me ha gustado mucho tu relato, Charo. Digna continuación del Drácula de Stoker.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
ajj qué miedo!...eso le pasa por curiosear en lugares extraños y solitarios!...ahora ya no podrá ni siquiera contar lo que vió1 jejeje
ResponderEliminarMuy bueno, mejor ir por sederos menos solitarios para
ResponderEliminarEso pasa por adentrarse en el bosque... la gente no escarmienta ni con lo que le pasó a Caperucita.
ResponderEliminarCaray Charo! Mira que tocarte a tí Drácula, cómo puede ser? jaja! Pues al dedillo te ha venido para despuntar ese don que tienes de recrear escenas que hielan la sangre (aunque en este caso te la absorben hasta la última gota). No quiero imaginar ese momento, en que te la ves venir y bien sabes que lo que se aproxima es el inevitable final. Escalofriante!
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Qué bien has creado la atmósfera del bosque con la niebla densa. Normal que el tema de la novela te haya inspirado este escalofriante relato.
ResponderEliminarBesos
Esa fascinación al contemplar la escena terminó siendo su condena, de haber escapado otra sería la historia. Se ve que las vampiresas son irresistibles. Me ha gustado mucho Charo!
ResponderEliminarUn beso!
Ese bosque en la niebla me ha hecho sentir un escalofrío en la espalda, ¡ mira que me gusta la noche ! pero desde luego no en parajes tan peligrosos. Bien resuelto el relato .
ResponderEliminarAbrazos amiga.
A este se lo comieron jejeje, lo tomaré por la vena humorística porque si no , esta noche sueño con colmillos afilados, dandose el banquete.
ResponderEliminarUn beso Charo
No sé el motivo de que siempre que leo los de terror cuando ya es de noche... ayer me hicieron ver una peli de terror oriental y no miraré debajo de la cama en siglos, luego llegas tú con bocados a diestro y siniestro!! :))
ResponderEliminarUn abrazo, Charo. Cafelito.