Este jueves nos conduce Ibso, del blog CAMINO A UTOPÍA y nos propone que contemos una historia sobre héroes. Podéis leer todos los relatos participantes pinchando en el enlace.
El espejo me devuelve la imagen de un hombre alto, 1,87, corpulento, fuerte, de músculos definidos forjados durante horas de gimnasio y practicando todo tipo de deportes.
Me gustaba verme así, me daba seguridad. Impresionaba tanto a las mujeres, que me deseaban, como a los hombres, que me envidiaban.Uno de ellos era mi amigo Enrique.
Me gustaría ser como tú, me decía a menudo desde su metro setenta de estatura y su cuerpo delgado y enclenque, pero ya sabes que a mí el deporte me da alergia, comentaba entre risas.
Éramos tan diferentes físicamente como la noche y el día , pero amigos inseparables desde la infancia. Le gustaba montar en monopatín, y casualmente aquel día lo llevaba bajo el brazo porque venía de practicar con unos colegas. Habíamos quedado para tomar una cerveza. De pronto la gente gritaba y corría aterrorizada hacia nosotros. Una furgoneta venía a toda velocidad por la rambla arrollando a todo el que se cruzaba en su camino. Casi a nuestra altura paró y tres hombres se bajaron portando cuchillos de grandes dimensiones. Uno de ellos se lanzó a por una mujer, que estaba intentando levantarse del suelo, dispuesto a matarla. Enrique no se lo pensó ni un segundo, se fue hacia él y le propinó un fuerte golpe en la espalda con el monopatín. Eso le dio tiempo a la mujer, y seguramente a otras personas, para levantarse y salir huyendo. Sin embargo, Enrique no pudo ver a otro de los hombres que le clavó el cuchillo varias veces en la espalda ¿Y que hice yo mientras tanto con mi gran cuerpo musculado y perfecto? ¿ Intenté ayudar a mi amigo? ¿Le planté cara al terrorista?…
Jamás me perdonaré la reacción de cobardía que primero me paralizó por completo y luego me impelió a salir huyendo dejando a Enrique malherido en un charco de sangre. Para cuando pude reaccionar y volver a ayudarlo ya estaba muerto.
Solo espero que allá, en el paraíso de los héroes donde sin duda estará, consiga perdonarme, porque yo jamás lo haré.
Un relato aleccionador del que se pueden sacar muchas moralejas.
ResponderEliminarUn relato crudo y nada fácil que tiene el valioso componente de poder ser real, cruelmente real... Y duele más por eso. Un abrazo
ResponderEliminarUn relato que te deja con muchas incógnitas , no por ser el más fuerte eres capaz de hacer algo por los demás , en este relato se demuestra con certeza , él amigo sin pensar en su fuerza se lanzo a salvar y él se quedo pensando o tal blokeado , la parte positiva es el saber reconocerlo eso tan bien es una parte muy importante.
ResponderEliminarUn abrazo .
Los verdaderos héroes necesitan dos cosas: una gran empatía y mucho valor. El amigo no hizo nada malo auque se culpe por no ayudar a Enrique o dejarlo mal herido y huir, el instinto de supervivencia nos hace actuar así, nuestra vida es lo primero.
ResponderEliminarEl acto extraordinario fue el de Enrique y por eso se convirtió en héroe, aunque ello le costó la vida.
Gracias por tu relato tan aleccionador y emotivo.
Un abrazo.
Es interesante porque uno tenía el fixit to rol para ser un superheroe y el otro, el valor. Aunque le costó la vida. Pero creo que sería un error, los culpables fueron quienes quisieron matar a una mujer, parece que esa era el proposito. Son esos los culpables de la muerte del amigo valiente. No quien no pudo hacer algo para salvarlo.
ResponderEliminarBien contado.
Nunca sabemos como podemos reaccionar ante hechos dramáticos, no seré yo quien juzgue una reacción así, y como dice Ibso, los héroes si que tienen grande dosis de empatía y valor.
ResponderEliminarBesos.
Cuántas cosas pasarían por las cabezas de las personas que se enfrentaron a tan dura decisión...o manera de actuar o no actuar...sí, sin duda un héroe...este verano pasado estuvimos en Londres y resultaba emotivo el hecho de ver donde están todos los skaters, donde van a diario a practicar, en fin...
ResponderEliminarUyy! que crudo Charo, taja!, no se como se perdona uno..
ResponderEliminarAbrazo fuerte
La culpa seguramente no le dejará volver a sonreír, pero quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Cómo habríamos reaccionado los demás??? Todos no somos, ni podemos ser héroes..
ResponderEliminarNauthiz
Mas que cobardia yo lo llamaria reaccion. No te lo esperabas...
ResponderEliminarUn abrazo.
Conmovedor y removedor al traer el recuerdo de hechos tan recientes y duros. Difícil saber, cómo reaccionaríamos, por más que a nivel consciente sepamos cómo se debe proceder con el prójimo.
ResponderEliminarun fuerte abrazo Charo!!!
ni la hombría ni la cobardía se cuenta en músculos... el corazón manda, no hay nada que hacerle...
ResponderEliminarsaludos, buen relato...
Wow, no he podido evitar llevarme una mano a la boca cuando leí la "acción" del relato. Es tan crudo, tan horrible, tan real... Y es una pena que una víctima, como es el protagonista, crea que tiene la culpa. ¿Cómo responderíamos los demás ante tal situación? Ojalá nunca sepamos la respuesta.
ResponderEliminarUn besazo
Muy bien puesto el foco, en una escena que más o menos todos tenemos en mente, narrada desde alguien al que se le debió grabar viéndola en vivo. Además, nos preguntamos por esos personajes como el narrador de tu historia: ¿Qué hicieron?, ¿qué sintieron?, ¿qué ha quedado en ellos tras ese suceso?
ResponderEliminarUna posible respuesta a esas preguntas nos la acabas de dar.
Besos, compañera.
Ninguno sabemos lo que haríamos en tales circunstancias. Es obvio que a todos nos gustaría ser Enrique. Lo que me entusiasma de tu relato es que rompes con el estereotipo de héroe y demuestras que la heroicidad no habita en los músculos. Aunque ayudan.
ResponderEliminarUn abrazo.