SIETE
DIAS EN TENERIFE
Día
7-7-17 (Viernes)
Salimos de Madrid a las siete de la mañana. Cuando llegamos al
aeropuerto de Tenerife Norte tenemos que esperar un buen rato para que nos den
el coche que habíamos alquilado. Es una furgoneta grande. Llegamos a Torviscas
(Adeje) sobre las 13 horas. El apartamento es pequeño pero no está mal, aunque
el colchón de la cama supletoria está hecho una mierda. Tiene una terracita
pequeña desde la que se ve El Teide.
El cuarto de baño está dividido en dos
zonas, lo que nos da un poco más de juego a la hora de compartir. El inodoro y
la bañera están separados del lavabo por una puerta. Hago un inciso para decir
que tres días antes de volar nos llamaron de la agencia para decirnos que en el
apartamento de dos habitaciones que teníamos contratado se habían roto unas tuberías y no se podía
ocupar. Nos ofrecieron otro de una sola
habitación que con las prisas y dado que los billetes no podíamos cambiarlos,
tuvimos que aceptar.
En la calle del apartamento hay un restaurante cubano que
tiene una gran terraza desde la que se ve el mar, el hombre es muy agradable,
hay música de salsa y comida cubana además de sándwiches y bocadillos. También
tiene un futbolín y un billar. Después de comer vamos al apartamento y dejamos a los niños jugando a las tablets con Mario, nosotros
vamos a comprar algo de comida. Después de colocar todo bajamos andando a la
playa porque la señora del apartamento nos dijo que no estaba lejos. Efectivamente no lo está pero está muy en
pendiente y a la vuelta nos cuesta mucho
subir andando.
Las chancletas me rozan y me hacen heridas. La playa es pequeña, de arena negra y no hay demasiadas olas. Desde la terraza del apartamento se ve la puntita del Teide. Por la noche cenamos allí cosas de picar.
Las chancletas me rozan y me hacen heridas. La playa es pequeña, de arena negra y no hay demasiadas olas. Desde la terraza del apartamento se ve la puntita del Teide. Por la noche cenamos allí cosas de picar.
Día
8-7-17 (Sábado)
Desayunamos en la terraza, mirando a las montañas. Es sábado y decidimos
quedarnos en la playa para descansar del viaje y tomar contacto. Comemos en el
restaurante cubano, donde probamos los tamales, que es una comida típica cubana
hecha con harina de maíz y pimiento rojo, están muy buenos. Yo pido pollo asado
a la brasa (o braza como pone
en la carta) con guarnición cubana que consiste en arroz con frijoles
negros, yuca y plátano frito. La yuca se parece a la papa, aunque me gusta
menos.
Los niños se van al apartamento
que tiene wifi a jugar con las tablets y nos quedamos nosotros tres tomando
unos gin-tonics. Lo pasamos bien. Después vamos a la playa.
No hay mucha gente porque es un
poco tarde ya para la mayoría de los turistas (ingleses, rusos, alemanes) que
están preparándose para cenar y salir de fiesta.
Día
9-7-17(Domingo)
Quedamos
con Julia y con Marco en Santa Cruz. Mi idea inicial era la de ir a Taganana a
comer y disfrutar de la playa pero al final decidimos que no, porque es domingo
y estará a tope y es un sitio muy complicado para aparcar dos coches. A Jorge
le duelen los oídos y aprovechando que
estamos en Santa Cruz, deciden llevarlo a urgencias a la clínica Parque.
Marco acompaña a Vidal y a Teresa con Jorge a urgencias mientras Julia, Mario,
Sergio y yo damos una vuelta por Santa Cruz. Vamos por la avenida de Anaga
hasta la plaza de la Candelaria.Han hecho un túnel que pasa por debajo de la
plaza y encima han hecho una especie de lago pequeñito. Está muy cambiada desde que yo vivía allí.
Recorremos la calle Castillo, la placita del Príncipe y
Julia nos enseña una especie de palacio
masón que está abandonado y que yo no recuerdo.
Cuando nos juntamos de nuevo nos vamos a comer a un restaurante italiano. Los niños se portan bastante bien y la comida resulta muy agradable. Después de comer quedamos en el parque de La Granja porque ellos van a buscar a Lupo, un perrito cruce de podenco canario que tienen, porque a los niños les hace mucha ilusión conocerlo. Estuvimos un buen rato en el parque, que también me trae muchos recuerdos de la cantidad de horas que pasé allí con Bowie. Después vamos al mirador de Las Teresitas y tenemos la suerte de que, entre las nubes, se vea El Teide desde allí. El sitio está abandonado y muy poco cuidado. Es una pena que un sitio tan bonito esté tan sucio y desastrado. A Mario le encanta.
Cuando nos juntamos de nuevo nos vamos a comer a un restaurante italiano. Los niños se portan bastante bien y la comida resulta muy agradable. Después de comer quedamos en el parque de La Granja porque ellos van a buscar a Lupo, un perrito cruce de podenco canario que tienen, porque a los niños les hace mucha ilusión conocerlo. Estuvimos un buen rato en el parque, que también me trae muchos recuerdos de la cantidad de horas que pasé allí con Bowie. Después vamos al mirador de Las Teresitas y tenemos la suerte de que, entre las nubes, se vea El Teide desde allí. El sitio está abandonado y muy poco cuidado. Es una pena que un sitio tan bonito esté tan sucio y desastrado. A Mario le encanta.
Después
vamos a Candelaria con Julia y Marco a tomar una
cerveza. Hay mucha gente. Mario coge un
poco de arena negra en una botella para llevarnos de recuerdo.
Día
10-7-17 (Lunes)
Es el día del Teide. Tenemos que
levantarnos muy temprano para salir de casa a las 7,30 de la mañana pues
tenemos hora para el teleférico a las 9 y hay que estar a las 8,30.
Llegamos
con tiempo de sobra y apenas hay gente. Vidal decide cederme su billete para subir
porque a él le da vértigo. Yo no había comprado porque me parece un abuso pagar
27 euros por subir, sin embargo, disfruto mucho de la subida y de las vistas.
A
Mario le encanta todo y está entusiasmado sacando fotos y fotos. Sin embargo,
los niños se han levantado con el pie torcido y no disfrutan demasiado. Al lado del Mirador de
Ucanca hay un montón de lagartos que no tienen miedo de la gente e
incluso comen de tu mano.
Aquí los niños disfrutan mucho pero cuando vamos a
Vilaflor no dejan de discutir y protestar y
decidimos irnos para casa e ir a la playa por la tarde, que es donde mejor se lo pasan.
Mario y yo vamos al Burger
King a comer y les llevamos la comida a los demás que se han quedado en casa.
Después de la siesta vamos de nuevo a
la playa.
Día
11-7-17 (Martes)
Como Jorge tiene que curase de los oídos y a Vidal y Teresa quieren
relajarse un poquito del estrés que supone estar tirando de ellos todo el rato,
nos vamos Mario y yo solos de excursión. Me cuesta un poco adaptarme al coche
porque es muy grande pero enseguida le cojo el truquillo. Primero vamos a
Bajamar y al llegar nos tomamos un barraquito (Mario un zumo) y una pasta en el
café Melita, que parece que es una sucursal del que siempre ha estado arriba.
El día está nublado pero hace calor.
Vamos a las piscinas naturales y vemos cómo rompen las olas en las rocas, que es un espectáculo que sobrecoge. En estas piscinas naturales está inspirado mi relato del escritor y la musa que se llama Sol de invierno.
Después continuamos hasta Punta del Hidalgo, donde hay un faro blanco que yo no recuerdo. El paisaje es totalmente diferente al sur, y por supuesto también el tipo de turismo. Se ve mucha gente haciendo surf. Mario está alucinando y todo el rato me está diciendo que le encanta y me agradece que lo haya traído. Mi disfrute es doble, primero por mí, por volver a los sitios que hacía tanto que no veía pero también por ver disfrutar a Mario.
Vamos a las piscinas naturales y vemos cómo rompen las olas en las rocas, que es un espectáculo que sobrecoge. En estas piscinas naturales está inspirado mi relato del escritor y la musa que se llama Sol de invierno.
Después continuamos hasta Punta del Hidalgo, donde hay un faro blanco que yo no recuerdo. El paisaje es totalmente diferente al sur, y por supuesto también el tipo de turismo. Se ve mucha gente haciendo surf. Mario está alucinando y todo el rato me está diciendo que le encanta y me agradece que lo haya traído. Mi disfrute es doble, primero por mí, por volver a los sitios que hacía tanto que no veía pero también por ver disfrutar a Mario.
Continuamos por la carretera de
Tacoronte y aunque está un poco cambiado, reconozco la casa donde vivimos Julia
y yo. Bajamos por la carretera hacia Mesa del Mar, que ahora se llama playa de
La Arena. Aquí, en esta misma carretera está inspirado mi relato “Gusanos”.
Parece que la carretera la han arreglado un poquito pero sigue intimidando
igual, el desnivel es alucinante y las curvas muy cerradas.
Han hecho unas piscinas naturales que antes no estaban y los apartamentos que estaban destrozados por las olas los han rehabilitado. Está muy bien aunque no hay tiendas ni nada, sólo un supermercado con cuatro cosas donde entramos para ver si podemos comprar algo pues no vemos ningún restaurante y ya se nos ha hecho tarde para comer. Al final, de camino hacia la playa, vemos un restaurante y decidimos ir allí. El sitio no está mal, tal vez un poco oscuro pero es lo que hay. Hay un par de personas en la barra y dos parejas acabando de comer en una mesa. Pedimos churros de pescado para Mario y papas arrugadas con mojo, para mí cabrillas fritas que es el único pescado que hay. Todo perfecto hasta que empezamos a comer. A Mario le gusta el pescado y también las papas y el mojo, lo que no le gusta tanto es la cucaracha que ve en la columna de madera que está a nuestro lado. Es pequeña, de las que tanto abundan en las cocinas de Tenerife. La observamos, con miedo de que se lance hacia nosotros. Observamos que hay bastantes más que campan a sus anchas por la columna y por una cuerda gorda que pertenece a la decoración marinera del restaurante. Mario se pone nervioso y yo también. No sé qué hacer. Por un momento sopeso la posibilidad de llamar al hombre, que ya se ha puesto a comer tranquilamente con su mujer en una mesa al fondo del restaurante, y montarle un numerito, pero mi timidez y mi miedo a hacer el ridículo me paralizan más que mi asco por las cucarachas. Mario me mira a mí, yo lo miro a él y los dos miramos a las cucarachas que, desafiantes, nos miran a nosotros moviendo sus repulsivas antenas. Retiramos la mesa de la columna intentando no llamar demasiado la atención y nos juntamos los dos en el lado de la mesa más alejado. La comida está muy buena y tenemos hambre y aunque Mario lo insinúa, decidimos no imaginarnos como estará la cocina por si algún habitante no deseado ha caído entre el rebozado de pescado.Intentamos comer lo más deprisa posible sin quitarle el ojo en ningún momento a las cucarachas y salimos de allí pitando.
Han hecho unas piscinas naturales que antes no estaban y los apartamentos que estaban destrozados por las olas los han rehabilitado. Está muy bien aunque no hay tiendas ni nada, sólo un supermercado con cuatro cosas donde entramos para ver si podemos comprar algo pues no vemos ningún restaurante y ya se nos ha hecho tarde para comer. Al final, de camino hacia la playa, vemos un restaurante y decidimos ir allí. El sitio no está mal, tal vez un poco oscuro pero es lo que hay. Hay un par de personas en la barra y dos parejas acabando de comer en una mesa. Pedimos churros de pescado para Mario y papas arrugadas con mojo, para mí cabrillas fritas que es el único pescado que hay. Todo perfecto hasta que empezamos a comer. A Mario le gusta el pescado y también las papas y el mojo, lo que no le gusta tanto es la cucaracha que ve en la columna de madera que está a nuestro lado. Es pequeña, de las que tanto abundan en las cocinas de Tenerife. La observamos, con miedo de que se lance hacia nosotros. Observamos que hay bastantes más que campan a sus anchas por la columna y por una cuerda gorda que pertenece a la decoración marinera del restaurante. Mario se pone nervioso y yo también. No sé qué hacer. Por un momento sopeso la posibilidad de llamar al hombre, que ya se ha puesto a comer tranquilamente con su mujer en una mesa al fondo del restaurante, y montarle un numerito, pero mi timidez y mi miedo a hacer el ridículo me paralizan más que mi asco por las cucarachas. Mario me mira a mí, yo lo miro a él y los dos miramos a las cucarachas que, desafiantes, nos miran a nosotros moviendo sus repulsivas antenas. Retiramos la mesa de la columna intentando no llamar demasiado la atención y nos juntamos los dos en el lado de la mesa más alejado. La comida está muy buena y tenemos hambre y aunque Mario lo insinúa, decidimos no imaginarnos como estará la cocina por si algún habitante no deseado ha caído entre el rebozado de pescado.Intentamos comer lo más deprisa posible sin quitarle el ojo en ningún momento a las cucarachas y salimos de allí pitando.
Primero vamos a la playa que está muy bien, tiene la calificación de
bandera azul porque cumple con unos
determinados requisitos y está en un paisaje protegido. Nos damos un bañito
aquí pero decidimos irnos a las piscinas naturales donde nos damos un baño
maravilloso y continuamos nuestro
camino.
Vamos al Puerto de la Cruz. Intentamos aparcar por el centro pero es
completamente imposible así que tenemos que dejar el coche en la carretera, a
la salida.
Hay muchos parapentes en el cielo que acaban aterrizando a nuestro lado en la playa. Ahora toda la zona del lago Martiánez es peatonal. Hay muchísima gente congregada en los espigones del puerto y nos preguntamos qué será lo que están haciendo. A medida que nos vamos acercando nos damos cuenta de que es un día especial. Hay chicos jóvenes tirándose al mar desde lo alto de las rocas en el paseo San Telmo, lo que nos recuerda a los chavales que se tiraban desde el puente en Oporto.
A medida que avanzamos hay más y más gente, hasta que descubrimos que lo que hay es una procesión y que la gente está esperando en el puerto para ver cómo se llevan los pescadores a la virgen del Carmen que es la patrona de la Ciudad. Hay muchísimo ambiente de fiesta y muchos chavales se tiran al agua entre los barcos.
Hay muchos parapentes en el cielo que acaban aterrizando a nuestro lado en la playa. Ahora toda la zona del lago Martiánez es peatonal. Hay muchísima gente congregada en los espigones del puerto y nos preguntamos qué será lo que están haciendo. A medida que nos vamos acercando nos damos cuenta de que es un día especial. Hay chicos jóvenes tirándose al mar desde lo alto de las rocas en el paseo San Telmo, lo que nos recuerda a los chavales que se tiraban desde el puente en Oporto.
A medida que avanzamos hay más y más gente, hasta que descubrimos que lo que hay es una procesión y que la gente está esperando en el puerto para ver cómo se llevan los pescadores a la virgen del Carmen que es la patrona de la Ciudad. Hay muchísimo ambiente de fiesta y muchos chavales se tiran al agua entre los barcos.
En vez de coger la autopista para volver decidimos continuar por la
carretera, primero hasta Icod de los Vinos y continuar hasta llegar a Adeje por
el otro lado, con lo cual casi habremos dado una vuelta completa a la isla (solo queda la parte de Anaga) El
paisaje es precioso pero yo ya empiezo a acusar el cansancio de conducir todo el
día. Va anocheciendo y casi tenemos que subir hasta Santiago del Teide para
volver a bajar.
Pasamos un poquito de tensión porque la carretera está solitaria, las nubes van bajando y yo ya estoy muy cansada y con mucha tensión muscular, pero al final llegamos sanos y salvos al apartamento. Teresa y Vidal nos esperan en el restaurante cubano donde cenamos.
Pasamos un poquito de tensión porque la carretera está solitaria, las nubes van bajando y yo ya estoy muy cansada y con mucha tensión muscular, pero al final llegamos sanos y salvos al apartamento. Teresa y Vidal nos esperan en el restaurante cubano donde cenamos.
El día ha sido agotador para mí, pero he disfrutado muchísimo viendo disfrutar a Mario, maravillado con todo lo que le he enseñado.
Día
12-7-17 (Miércoles)
Hoy nos vamos directamente a
Taganana y Benijo. La carretera tiene tantas curvas y tanta pendiente que me vuelve a sobrecoger
después de tanto tiempo sin ir. Hay que
ir muy despacio porque en cualquier curva te encuentras con otro coche y te
chocas. Pero todo merece la pena cuando llegas a la playa de Taganana.
No ha cambiado apenas nada, afortunadamente el turismo masivo no llega aquí y tanto la playa como el pueblo en sí mantienen su esencia. Hoy no hay demasiada gente y no tenemos problemas para aparcar.
El mar está espectacular, la marea está alta y hay unas olas enormes. Siempre lo he pasado muy bien aquí y hoy no iba a ser menos. Los niños y yo nos lo pasamos pipa con las olas. No hay socorristas ni bandearas de ningún tipo pero hay un cartel que advierte de que la playa es peligrosa, así que solo nos quedamos en la orilla saltando olas. La marea sube aún más y tenemos que irnos porque la playa va desapareciendo.
Los niños
protestan porque creo que es el día que mejor se lo están pasando. Comemos en
un restaurante enfrente de la playa que yo no conocía o que han restaurado.
Pedimos cherne con papas arrugadas y una ensalada para nosotros y para los
niños papas fritas con chuleta de cerdo. El pescado y las papas con el mojo
verde y el rojo están muy buenos, a Mario le encantan y se pone morado. Después
de comer vamos a ver el mar cómo rompe en las rocas, es un espectáculo que
realmente impresiona por su fuerza.
No ha cambiado apenas nada, afortunadamente el turismo masivo no llega aquí y tanto la playa como el pueblo en sí mantienen su esencia. Hoy no hay demasiada gente y no tenemos problemas para aparcar.
El mar está espectacular, la marea está alta y hay unas olas enormes. Siempre lo he pasado muy bien aquí y hoy no iba a ser menos. Los niños y yo nos lo pasamos pipa con las olas. No hay socorristas ni bandearas de ningún tipo pero hay un cartel que advierte de que la playa es peligrosa, así que solo nos quedamos en la orilla saltando olas. La marea sube aún más y tenemos que irnos porque la playa va desapareciendo.
Volvemos por la carretera de Las Mercedes y vemos cómo va cambiando el
paisaje al bosque de laurisilva que atrapa la humedad de las nubes. El Pico del
Inglés está despejado y tenemos la suerte de ver el Teide y cómo las nubes van
llegando y lo tapan y lo destapan por momentos. Es fascinante. Hace frío y
Teresa casi no se baja del coche. Los niños van un poco enfadados pero al final
también se bajan un poquito.
Continuamos y paramos en el mirador Cruz del Carmen donde las vistas son también impresionantes y donde yo no había estado nunca o al menos no lo recuerdo. El bosque es impresionante, lleno de humedad y musgo. Hay un sendero de madera que se adentra en él, se llama El Sendero de los Sentidos. Hay unos novios haciéndose fotos. Hace bastante frío y se agradece volver a entrar en el coche.
Continuamos y paramos en el mirador Cruz del Carmen donde las vistas son también impresionantes y donde yo no había estado nunca o al menos no lo recuerdo. El bosque es impresionante, lleno de humedad y musgo. Hay un sendero de madera que se adentra en él, se llama El Sendero de los Sentidos. Hay unos novios haciéndose fotos. Hace bastante frío y se agradece volver a entrar en el coche.
Día
13-7-17 (Jueves)
Hoy toca el acantilado de los
Gigantes que está cerquita de casa. Cuesta mucho aparcar en el pueblo y nos
dejan en la playa a los niños y a mí y Teresa y Vidal se van a aparcar. Esta es
una zona más cara que donde estamos nosotros. La playa es pequeñita pero muy
bonita, al lado de los acantilados. El agua está muy limpia y muy fría y no hay
olas pero lo pasamos muy bien viendo los peces con las gafas de bucear. En esta playa está inspirado mi relato "Fundido en blanco".
Vamos a comer al apartamento y comemos unos bocadillos. Dormimos un poquito la siesta y por la tarde vamos a la playa de Las Américas que está al lado. Concretamente vamos a la Playa del Bobo. Es muy bonita y ya no hay mucha gente porque para los ingleses es un poco tarde. Hay olas y los niños lo pasan bien. Es el último día de disfrutar.
Vamos a comer al apartamento y comemos unos bocadillos. Dormimos un poquito la siesta y por la tarde vamos a la playa de Las Américas que está al lado. Concretamente vamos a la Playa del Bobo. Es muy bonita y ya no hay mucha gente porque para los ingleses es un poco tarde. Hay olas y los niños lo pasan bien. Es el último día de disfrutar.
Por la noche vamos a cenar a una terraza del centro comercial que está
al lado de casa.
Día
14-7-17 (Viernes)
Se acabó lo que se daba. Último desayuno viendo el piquito del Teide
desde la terraza. Después recoger todo y esperar a que venga la dueña a buscar
las llaves. Dejar el coche en el aeropuerto y esperar hasta las cinco de la
tarde que salga el vuelo. La espera es lo peor pero teníamos que hacerlo así
para que nos saliera más barato.
En el avión vamos todos desperdigados,
menos Vidal que va sentado con los niños…en los vuelos baratos hay que pagar
por todo.
Llegamos a Madrid a las 21,30 de la noche. Se nota el calor aplastante.
Nota: Todas las fotos utilizadas en esta entrada son propiedad de Mario Lozano Cortés y no pueden ser utilizadas sin su consentimiento.
Nota: Todas las fotos utilizadas en esta entrada son propiedad de Mario Lozano Cortés y no pueden ser utilizadas sin su consentimiento.
Unas fotos y unas palabras que corroboran lo bien que te lo has pasado.
ResponderEliminarMe alegro muchísimo.
Gracias Tracy!Le tengo un cariño especial a esta isla!
EliminarY el dolor de gemelos que tuvimos de hacer el camino de la playa al apartamento!y el misterio del lagarto transparente!!!
ResponderEliminarY qué isla más bonita!!!
Nauthiz
Jajaja! es verdad...se me han quedado algunas cosas en el tintero, pero tampoco quería estenderme demasiado.
EliminarVeo que llevas a Tenerife en el corazón. Felicita al fotógrafo por las espectaculares instantáneas, en especial las de las olas rompiendo. El restaurante donde comisteis (qué valor) admirando a las cucarachas parece uno de tus cuentos de terror.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que bien que te hayas venido a una de las islas Canarias a pasar unos días de vacaciones. Te lo digo orgulloso de mi tierra. Si hay una próxima ocasión, vente a Gran Canaria. Todas las islas son diferentes y tienen su encanto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por compartir con tanto lujo de detalles los pormenores de tu viaje. Las fotos están preciosas. Un abrazo 😀
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