Este jueves Alberto nos propone viajar en una máquina del tiempo a la época y lugar que queramos durante un tiempo no superior a 24 horas. Éste ha sido mi maravilloso viaje. Podrás encontrar otros pinchando AQUÍ
¿Encontraría
a Julio?
Desde que había descubierto aquella máquina
capaz de transportarte a épocas pasadas
la pregunta no dejaba de rondarme por la
cabeza. Me introduje en el artefacto y seleccioné el año:
1961, sin duda estaría inmerso en la
escritura de Rayuela. Seleccioné la ciudad: París, donde vivió la mayor parte
de su vida, y donde estaba ambientada la novela. Seleccioné el lugar: Quai
de Conti, uno de los lugares dónde
comienza la historia. No sería fácil encontrarlo pero confiaba en mi instinto y en
mi suerte.
Eran las siete de la tarde de un día
lluvioso de una tarde de otoño. Había recorrido varios cafés que sabía que él frecuentaba en
aquella época. Nunca había estado en
París pero conocía la zona a través de Google maps como si fuera la palma de mi
mano. En la Rue du Pont Neuf encontré el
café “Au Chien que Fume” con sus toldos rojos haciendo esquina. Entré con el
corazón casi saliéndose de mi pecho. Recorrí con la vista todo el café. Allí
estaba, sentado a una mesa al lado de la ventana, con un cigarrillo entre los
dedos y mirando cómo las gotas de agua se aplastaban contra el cristal.
Un cuaderno garabateado estaba abierto en la mesa. No podía perder el tiempo
del que disponía así que me acerqué a él y le hablé en español.
- Aunque tú no lo sepas todavía, tu novela se
llamará Rayuela, dije señalando el cuaderno.
Cuando
pronuncié Rayuela con la erre al estilo afrancesado me miró y se echó a reír.
-Vaya,
dijo, veo que tenemos el mismo problema con la erre.
- Yo
tampoco he ido nunca a un foniatra, dije, y los dos reímos con ganas.
Me invitó a sentarme y me ofreció un
cigarrillo. Él estaba bebiendo una copa de vino tinto y le hizo una seña al camarero
para que se acercara. Pedí vino también.
A partir de aquí, floté en una nube toda la
noche. Hablamos de sus relatos: Axolotl, La Noche Boca Arriba, Relato con un
Fondo de Agua… Cuando le dije que uno de mis favoritos era La Señorita Cora, me
miró extrañado y entonces caí en la cuenta de que aún faltaban cinco años para
que lo escribiera. Cerraron el bar y caminamos hasta su apartamento donde nos
recibió su gato. Seguimos bebiendo, y fumando y hablando, hablando y hablando.
Y en un momento no pude resistirme y toqué su boca, y jugamos al cíclope, y
dibujé sus labios y él dibujó los míos y nos sentimos temblar mutuamente y “nos
besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos
vivos, de fragancia oscura”.
Cuando llegó el momento de irme, él todavía
dormía. Dibujé una rayuela en su cuaderno y me fui sin decir adiós.
Hiciste en irte, sino tal vez hubieras tenido la tentación de quedarse y cuidado con las paradojas temporales.
ResponderEliminarPrecioso, bomito y original. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn beso.
Muy bueno, Charo. Logras introducirnos en el universo cortazariano.
ResponderEliminarEmocionantísimo encuentro, y muy buen final, con un gran disfrute.
ResponderEliminarUn abrazo
Un lujo poder hablar con Cortázar... y de Rayuela... ¡casi ná!
ResponderEliminarUn lujo poder hablar con Cortázar... y de Rayuela... ¡casi ná!
ResponderEliminarEstupendo incentivo como para encarar un viaje hacia el ayer. Yo me animaría si me aseguraran el seguro retorno jejeje
ResponderEliminar=)
¿Fue un viaje oportuno o una oportunidad perdida, en un simple y algo trágico nunca más de veo?
ResponderEliminarSeguramente, algunos años después, pensó en voz alta: --Señorita Cora..., Señorita Cora... ¿por que me suena eso?-- y se puso a escribir...
EliminarMaravilloso relato Charo. Debe ser difícil resistirse a jugar al cíclope con alguien como Cortázar. Veo que te has dejado llevar por tu amor platónico y que has disfrutado mucho. Mucho ;-)
ResponderEliminarUn beso muy grande y muchas gracias por haber participado.
Estraordinario viaje al pasado, tras la huella de Julio Cortazar. Original enfoque para la propuesta de esta semana. Me ha gustado mucho, Charo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Bonita experiencia y bonito sueño. La noche a veces hace de máquina del tiempo. Y que maravillo París con lluvia... y con Julio.
ResponderEliminarBesos
No hay mejor máquina del tiempo que los sueños y la imaginación, aquí lo dejas patente, Precioso texto Charo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué bonita manera de cumplir un sueño!
ResponderEliminarNauthiz