Esta semana Lucía nos propone que todos nuestro relatos tengan el mismo final que ella ha escogido (en el texto en rojo). Puedes ver todos los relatos participantes en su blog SINTIENDO EN LA PIEL
La
conoció en la galería donde exponía sus fotografías. Fue ella la que se dirigió
a él para felicitarle por la exposición. Comenzaron a hablar. Ella había
empezado con la fotografía por puro entretenimiento, le dijo, pero cada vez le
gustaba más. Era muy guapa, aunque tenía la mirada triste. Cuando todo el mundo
se fue, ella todavía estaba allí. La invitó a tomar una copa. Hablaron durante toda la noche. Eran dos almas solitarias que
se consolaban mutuamente. Él nunca le mintió. Su mujer lo había dejado pero no
había perdido la esperanza de recuperarla porque aún la amaba. Ella se confesó
un alma libre, sin ataduras, que había dejado de buscar al hombre de su vida.
Solo quería sexo le dijo, había sufrido demasiado por amor pero por fin había
aprendido a quererse a sí misma sin necesitar a nadie para ser feliz. Y él la
creyó. Fueron a su apartamento e hicieron el amor. Era agradable tener un
cuerpo femenino entre sus brazos de nuevo, pero mientras la besaba la imagen de
su mujer era la que ocupaba su mente. Durante unos meses, ella lo llamaba casi
a diario y él le contaba sus penas, y se dejaba llevar. Salían, hacían el amor,
iban al cine, a exposiciones, hablaban de fotografía. Necesitaba a alguien con
quien desahogarse. No te exigiré nunca nada, le decía ella, solo quiero pasar
buenos ratos y divertirme. Y él la creyó. Debería haberse dado cuenta de que
ella se estaba enamorando de él, pero estaba tan sumido en su propio
sufrimiento que no supo verlo. Acababan de hacer el amor cuando él le dijo que
volvía con su mujer. Ella lo aceptó sin
ningún reproche. Era consciente de que podía ocurrir, le dijo, todo tiene un
principio y un fin. Y él la creyó.
Por más que intentaba recordar algún
indicio, nada le hizo suponer lo que pasaría. Tanta sangre en la bañera, la ambulancia, el
hospital, su tristeza infinita.
Siete meses después de aquel día imborrable le envió un telegrama.
“Alejandro, vivo en Holanda, trabajo en un local donde exponen todo tipo de
artistas noveles. Estoy aprendiendo mucho y soy feliz”
Qué pena que acabara en tragedia, ningún amor debe acabar de ese modo.
ResponderEliminarAl final tuvo que creerle....En amores nunca se puede prometer nada....;)
ResponderEliminarSiempre diestra en escribir relatos..... besos
Que rara es el amor Charo ! Ella que no buscaba nada se enamoró, y el se dejaba querer sin pensar el daño que a ella le estaba causando.
ResponderEliminarEnhorabuena ! Me ha encantado tu relato.
Gracias por tu participación, y no olvides pasar a recojer el pequeño regalito de recuerdo por mi blog.
Besos amiga.
Lia culpabilidad hace estragos. No supo ver lo que tenía a su alrededor.
ResponderEliminarMe gustó
Un abrazo
Casi he visto el famoso cuento corto de Monterroso por ahí.
ResponderEliminarUn beso.
Ja ja ja....es verdad Fabián! después de haberlo escrito yo también lo vi pero decidí dejarlo...
EliminarAquí casi se agradece el final forzado que nos propone Lucía... En el amor no puede afirmarse nada, ya lo dejas patente, Muy buena resolviendo Charo.
ResponderEliminarBesos.
El final tiene el tono exacto en que imagino que ella se dirigiría a él, lo has adaptado de modo genial.
ResponderEliminarBesos.
Una historia de lo más intensa que has conseguido comprimir en unas pocas líneas. Por lo que veo, ella se quita la vida, ¿no es así? En fin, parece que ambos daban señales de lo que sus corazones sentían. A veces sorprende lo que somos capaces de hacer durante un simple arrebato de desamor, que dura sólo un rato. Como una de esas tormentas pasajeras que, al poco, dejan ver un arco iris y se nos ilumina la cara con los primeros rayos de sol que se cuelan entre las últimas nubes ;-)
ResponderEliminarUn abrazo Charo!
P.D.: Tras un duro invierno, siempre viene una primavera. Siempre.
Alberto, ella no se quita la vida, sólo lo intenta....tal vez no ha quedado claro, pero ella después es la que se va a Holanda y le manda el telegrama.
EliminarMe ha encantado la cadencia del relato, ese tono melancólico y de soledad que rebosa incluso en los momentos en que ambos estaban juntos...
ResponderEliminarMuy bueno y lo haces parecer fácil...deja poso sin duda
Besos
Hola Charo: tu relato tiene mucha fuerza y está muy bien redactado. Cuando hay sangre de por medio siempre te llenna de repeto pero supiste ressolver estupendamente. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarPrometer no enamorarse... jmmmm, no siempre es algo que se pueda cumplir!
ResponderEliminarUn gran relato Charo, tiene la esencia de dos almas solitarias que se sustentan una a la otra, al menos hasta donde es posible. Muy buen trayecto hacia el final pactado.
Besos!
Gaby*
Apasionante historia. Los acuerdos se descontrolan y el final se hace imprevisible.
ResponderEliminarInteresante final, que evidencia que el amor no es un contrato con interés fijo..
Besos
El amor tiene razones que la razón no entiende. Sólo buscaba sexo, pero se vió sorprendida por un sentimiento superior que se apoderó de ella. Asi suele suceder con el amor, se presenta a veces a pesar de nosotros mismos. Afortunadamente pudo rehacer su vida. No siempre sucede así.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Un drama bien resuelto.Me alegro infinito de que ella no muriera.La vida le dio otra oportunidad.
ResponderEliminarNauthiz
Otra "ella" también me dijo "soy muy feliz, Luis" Ese Luis significaba que no fue ella quién contactó, sino yo y que no quería que fuera. También supe que ella no sabía que se estaba engañando, quería serlo pero no lo era, porque como tantas veces, las personas llevan la tristeza en el alma y creen que son los demás quienes las hacen infeliz.
ResponderEliminar¿Pero os he dicho que se movía como las olas del mar?