LA
PENÚLTIMA PARADA DE VUELTA
Le escribo esta carta con la esperanza de encontrar entre sus lectores
la respuesta a mis preguntas.
Vivo en una ciudad pequeña y aunque no suelo utilizar el transporte
público soy una persona observadora. Hace unos cuatro meses, al pasar con mi
coche por una avenida larga y recta, observé que estaban poniendo una moderna
marquesina para esperar el autobús en la penúltima parada del recorrido de
vuelta. Me extrañó porque donde verdaderamente hay siempre gente esperando es
en el otro lado de la avenida, que corresponde a la segunda parada de la ruta
de ida. Ingenua de mí, pensé que quizá habría alguna razón para empezar por la
penúltima y no por la segunda, aunque no acertaba a comprenderla. Pasaron los
días y terminaron la marquesina; quedó preciosa, con sus paredes de cristal, su
techo rojo, su zona para minusválidos, sus asientos de diseño, pero sin gente
que esperara allí.
Cada día que pasaba con mi coche, esperaba ansiosa que hubieran
comenzado las obras de la marquesina de la segunda parada de ida donde la gente
sufría el viento, el frío o la lluvia, pero ese día nunca llegaba. Por fin una
mañana vi como un par de obreros empezaban a ensanchar la acera de la segunda
parada de ida. Ya está, pensé, esa era la razón, primero tenían que ensanchar
la acera y después pondrían mi ansiada marquesina. Pero no, mi estupefacción
llegó al máximo cuando los obreros terminaron el ensanche y pasaron los días,
las semanas y los meses y mi esperada marquesina no llegaba. Ahora que ha
llegado el verano, la marquesina de la penúltima parada de vuelta permanece en
la acera, majestuosa pero triste porque nadie espera en sus asientos a salvo
del sol, mientras del otro lado de la avenida, la gente se apiña de pie bajo la
pequeña sombra de un arbolito esperando el autobús de ida.
¿Es que nadie se ha dado cuenta del desaguisado? ¿Es que ningún usuario
de esta parada se ha quejado de esta chapuza? ¿Es que los obreros se
equivocaron de acera? ¿Es que soy yo la torpe y hay una razón obvia que se me
escapa?
Es tremendo, que la suerte acompañe a la pobre marquesina. Bs.
ResponderEliminarTienes mucha razón amiga Charo, es evidente que debe haber habido un descuido.....¡muchos saludos!
ResponderEliminarPero que bien trabajamos y decidimos en este país!
ResponderEliminarLo lamentable es que YA estamos acostumbrados a estos desaguisados...
Bien hecho
Parece un asunto de Expediente X. A no ser que el ingeniero de obra sea un filósofo frustrado y haya pensado en el trayecto del bus como un trayecto vital: al principio los usuarios son jóvenes y los jóvenes lo aguantan todo, al final son viejos y los viejos necesitan asientos y guarecerse de los rigores de la lluvia y el sol.
ResponderEliminarAunque es sólo una hipótesis, jajajaja...
Un beso
Muy buena carta, parece que algunas ideas "geniales" son algo mundial.
ResponderEliminarHe aquí un ejemplo de las "mentes brillantes" que diseñan el urbanismo en nuestras ciudades. En fin, sin comentarios.
ResponderEliminarBss,
Esas cosas ocurren cuando las decisiones se toman mirando un plano y no la realidad!
ResponderEliminar=(
Estoy segura de que quien pensó en esa marquesina y en esa parada, no toma nunca un autobús, porque si no a ver que explicación da cuando lean tu carta jajaja,!que cositas pasan!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tenemos un montón de ineptos en los ayuntamientos, eso para empezar, luego te digo que no tienen ni idea de las necesidades de los ciudadanos porque no admiten la participación, porque solo se acercan a nosotros para pedir los votos y porque los presupuestos para mejorar el urbanismo se gastan sin ton ni son, haciendo cosas innecesarias, como esa marquesina, o mal hechas que no sirven para el fin con que se hicieron, como el carril bici de mi ciudad.
ResponderEliminarBesos.
No, si ... Seguro que a nadie le importa si se usa o no; me da que las administraciones entienden las marquesinas como elementos decorativos, para hacerse publicidad institucional y sacar unos euros con la que contraten las empresas. Será por eso que las ponen donde quedan más bonitas.
ResponderEliminarBesos.
Es terrible, pero equivocaciones o "malasgestiones" peores que esta las ha habido, las hay y las habrá desgraciadamente.
ResponderEliminarHola Charo, está muy bien tu carta al Director. A la empresa que ha puesto la marquesina se la trae bastante al fresco si será útil o no, con cobrar su instalación a tiempo ya se podrá dar con un canto en los dientes. En cuanto el ayuntamiento pague verás como también se pone la otra. Es muy sencillo, nadie trabaja gratis, aunque algunos alcaldes se crean que si. Bueno, que soy Alberto.
ResponderEliminarSon muchas preguntas, pero a lo mejor puedes indagar en la central de los autobuses. Confía en que habrá una respuesta. Mientras tanto recibe este beso, en su sitio.
ResponderEliminar¡Cuantas marquesinas equivocadas se seguirán colocando en este bendito pais, sin que haya responsables que respondan de tales desaguisados... Saludos desde Jaén.
ResponderEliminarEl caso es que nuestros gobernantes siguen estando lejos de la realidad que les envuelve. Esa marquesina equivocada seguirá en pie hasta que alguien denuncie lo que pasa, porque sino todo quedará igual.
ResponderEliminarUn abrazo
Así va todo... con una lógica aplastante!!
ResponderEliminarUn beso!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¿¿¿Te imaginas que van y la ponen en su sitio y comienzan todos a darse cuenta de la cantidad de cosas que están fuera de lugar y comienzan las quejas y quejas, cartas y cartas, porque saben que les van a hacer caso??? Se trata de eso: "La pongo donde me da la gana, no la pienso cambiar porque mando, porque ahí lo diseñó el primo de la suegra del cuñado del secretario del alcalde y a ese ni me lo toquen..."
ResponderEliminarBeso, Charo. Buen finde.
Y porque me da a mi que esto es un error, porque de todos es sabido que hay quien tiene la derecha en la izquierda y al contrario... Espero que se arregle...
ResponderEliminarUn beso
un pueblo de zamora, disatnte del mío unos 10 kilómetros. habitantes: 60. y soy generoso. en ...hace como unos 6 años me llamó el ayntamiento de dicho pueblo, villardondiego, para tarbajar para él. una de las cosas que hice, como peón, fue la de hacer una parada para el bus de línea. ladrillo caravista. bien, con el tiempo, se ha puesto otra más de cristal.
ResponderEliminartoma ya. si quieres una de las dos, te la regalo.
medio beso.
La respuesta es muy sencilla, El concejal de urbanismo, junto con su familia viven frente a la parada penúltima. Te imaginas que un día deciden coger el Autobús y está lloviendo, que tragedia...
ResponderEliminarTan real y descriptivo que podría extrapolarse a el resto de las paradas penúltimas de toda España. (que tengan autobuses, claro)