Después de un año sin participar en esta reunión de los los jueves, hoy, por fin, se han reunido inspiración y tiempo para poder unirme a la convocatoria de mi amigo Juan Carlos y contar una pequeña historia sobre ritos de iniciación.
Allá va.
Para leer todos los relatos participantes podéis visitar el blog: ¿Y qué te cuento?
Solo tienes que cerrar los ojos y contar hasta diez…
No llegó a cinco.
No llegó a cinco.
Cuando despertó estaba desnudo y solo tirado en posición fetal sobre un
suelo frío y húmedo. Una ligera luz entraba desde arriba por entre las rendijas de lo que parecían tablas de madera. Era de noche y
seguramente había luna llena. ¿Cómo había llegado hasta aquí? Sentía un dolor
muy fuerte en la parte de atrás de su cabeza ¿Tal vez había tenido un accidente?
Intentó estirarse para desentumecer sus piernas, pero chocaron con las paredes
del habitáculo, lo intentó también con
sus brazos con el mismo resultado. Consiguió ponerse a cuatro patas y palpar a
su alrededor para constatar que era circular. Inmediatamente su corazón se puso
a palpitar desbocado cuando se acordó
del relato “El pozo y el péndulo” que tantas veces había leído y sufrido en su
juventud. Intentó respirar y tranquilizarse. Tenía mucho frío. De pronto, la
trampilla se abrió por un momento y alguien arrojó un líquido caliente sobre él
que lo empapó por completo. A la sensación agradable del principio le siguió
una de repulsión y asco al sentir el
penetrante olor a orina humana. Ahora oía risas contenidas. Quería llorar, pero
se obligó a controlar sus lágrimas de rabia o sería peor. La trampilla se abrió
de nuevo para dejar caer el fétido abono que se adhirió a su cuerpo húmedo por
la orina. Tenía que aguantar un poco más o jamás lograría salir victorioso y
ser aceptado. Apretó los dientes y aguantó el estúpido ritual.
Ahora
lo recordaba todo, su novia le había
contado entre risas muchas veces lo que antiguamente le hacían los mozos a los
forasteros que intentaban casarse con una del pueblo.
Antiguamente...
Buenas Charo , me alegra que te hayas unido a la convocatoria y decirte que madre mía como las gastan en el pueblo , te diré que en el mio a los forasteros que se casaban con una chica del pueblo los arrojaban al pilón sino pagaban la Patente , una suma de dinero que con ella se invitaban a todos los mozos del lugar.
ResponderEliminarUn buen relato .
Abrazo y feliz noche.
Qué buen relato… Te mantiene en vilo, e incluso se teme lo peor… Pero, da un buen y sorpresivo giro final, que dentro de lo malo, no lo era tanto…
ResponderEliminarUn placer leerte, Charo.
Bsoss.
Bienvenida Charo! Me alegra tenerte de vuelta compartiendo historias tan bien narradas como ésta! Un placer leerte
ResponderEliminarUn gusto volver a leerte en un relato de jueves.
ResponderEliminarMuy bien contado. Yo creo que el protagonista logrará zafar de esa situación, tal vez con ayuda de su novia, para vengarse.
Besos.
El rito de humillacion de la despedida de soltero es aun muchas veces cruel y muy fuerte , una forma mas de abuso , deberia ser una noche informal de alegria y amistad pero muy a menudo termina mal. Un abrazo
ResponderEliminarQué alegría tu vuelta. En ocasiones resucitamos de un sueño porque las musas mismas nos necesitan Creo q era el caso. Me alegro de leerte.
ResponderEliminarNauthiz
¡Menudo regreso, Charo!
ResponderEliminarBienvenida de nuevo .-)
Espero que semejante mal trago sirviera de algo y no fuera el preludio de la vida que pudiera esperarle en esa nueva etapa. Mucho debería quererla para soportar semejante ritual.
Un beso enorme.
Esta historia espero que fuera de hace muchos años.
ResponderEliminarBeso limpio.
Lo sorprendente de la imaginación, pero mal empleada en ritos absurdos.
ResponderEliminarUn abrazo
Que ritual más insólito, no me esperaba ese final, es sorprendente. !Yay! no debieron haber muchos matrimonios en esa época. Fue un placer leerte nuevamente, Charo.
ResponderEliminarUn abrazo, feliz fin de semana!
Antiguamente dices? Pues pobre chico la que le espera si en ese pueblo se mantienen todas las costumbres. Fantastico regreso, lo haces por la puerta grande. Besos.
ResponderEliminarJajá, qué bueno. Me contaron el año pasado el ritual que hacían en las islas Orkney, al norte de Escocia y creí que era pasado. Pero no, lo que ocurre es que ahora se lo hacen también a las chicas.
ResponderEliminarEso sí, no era tan asqueroso como este que cuentas.
Me alegro mucho de volver a leerte, querida amiga. Un abrazo.
Bienvenida de nuevo...la que tuvo, retuvo...y sigues escribiendo muy bien, aun cuando el texto es de lo más sencillo, es muy potente: el desconcierto, la oscuridad, el eterno retorno a Poe...y todo para otro ritual como es el matrimonio...todo cambia un poquito para que nada cambie...
ResponderEliminarBesos.
Jo, se pasaban mucho :)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho y me ha recordado un pueblo donde yo iba. Pero allí, para poder casarse con la novia, tenían que pagar "el Piso"que se le llamaba a una cantidad de dinero y lo tiraban al pilón, porque nunca les parecía suficiente.
Muy buen relato.
Un beso.
Me alegra un montón que hayas vuelto a participar en los relatos jueveros Charo, se te echaba de menos.
ResponderEliminarPues sí que tenían que aguantar antiguamente, menudas bromas más pesadas, aunque al final provocaran risas.
Muchos besos.
¡Vaya con los mozos!
ResponderEliminarUn abrazo.