Este jueves, Juan Carlos nos ha planteado un reto realmente curioso. Nos pide que hagamos un relato introduciendo tres elementos: un actor o actriz en decadencia, un luchador o luchadora de sumo y una piscina al atardecer. Podéis leer todos los relatos participantes pinchando Aquí
Juan Carlos pedía un luchador de sumo que preparara el combate de su vida, pero de eso me acabo de dar cuenta ahora mismo, así que mi luchador es un simple principiante...
Tumbado en la hamaca al lado de la piscina de la casa, los recuerdos de aquel tiempo de felicidad
infinita vuelven a mi mente absorbiéndolo todo, mientras es sol, que ya pronto
se esconderá en el horizonte, produce reflejos dorados en el azul del agua.
Muchas veces me he preguntado si mereció la
pena, y todas me he respondido que sí, que hubiera dado incluso mi vida por
aquellos años que pasé en Osaka. En aquella época yo era un actor reconocido en
el mundo entero. Todas las mujeres estaban locas por mí y los papeles que me
ofrecían sin duda fomentaban esa imagen de galán varonil y seductor, rompedor
de corazones y mujeriego que para nada coincidía con mi verdadera condición.
Conocí a Sakaoko en un viaje a Japón,
durante una visita guiada a una heya, un gimnasio donde los luchadores de sumo
entrenan, duermen la siesta y comen. Sakaoko era un luchador de sumo de las
categorías inferiores, todavía joven. Mientras dos de los grandes realizaban
una exhibición, sus negros ojos se cruzaron con los míos y un latigazo de deseo
me recorrió. Me fascinó la blancura de su piel en contraste con su negro pelo, que recogía tirante hacia
atrás, y la timidez que mostraban sus gestos cuando me ofreció una copa de sake.
Actuaba de anfitrión, vestido solo con
el mawashi de luchador, mostrando su
imponente cuerpo, con ausencia total de vello y sin el exceso de kilos que se acumulan con
los años. Intencionadamente apoyé mi
mano en su brazo, que él tardó unos segundos más de lo normal en retirar. Yo apenas había tenido algún
escarceo homosexual, siempre a escondidas y con un gran sentido de la
culpabilidad. Con Sakaoko descubrí el verdadero placer que siempre había
tratado de reprimir. Cancelé el contrato para rodar la película que tal vez me
hubiera dado el Oscar y alquilé un apartamento en Osaka. Desaparecí del mundo
occidental durante dos años en los que viví mi gran historia de amor hasta que
Sakaoko se cansó de mí. Volví a América destrozado, pero incapaz de mantener
oculta por más tiempo mi condición sexual. Mi público no me lo perdonó jamás
y se acabaron para siempre todos los papeles importantes.
Ahora me he convertido en un viejo actor
decadente, participando en un reallity show en el que mi intimidad está
expuesta a la audiencia las veinticuatro horas del día, intentando dar la nota
para que mi popularidad no decaiga y aguantar el máximo en la casa, pero no me
importa, lo volvería a hacer una y mil veces, sí, porque solo una vez en la
vida algo así te puede suceder.
Siempre he pensado en la tristeza de la decadencia de los grandes actores...envejecer con dignidad no es fácil para nadie, pero debe de ser más difícil cuando estás a merced del público ,q no siempre es amable..
ResponderEliminarMe ha resultado triste, la verdad, aunque al menos conoció el amor, y eso ya justifica una vida.
Nauthiz
El publico puede ser cruel, muy volatil en la forma de pasar a la admiración al desprecio, Aaunque tal vez estén cayendo algunos perjuicios, como en la preferencias sexuales de personajes de series.
ResponderEliminarUn abrazo
Cuando la vida pública se mezcla con la privada, cuando la imagen profesional se ve dañada por lo que él gran público no acepta, cabe preguntarse cuáles son las prioridades y elegir si Sr acepta ser humillado con tal de seguir siendo reconocido o si se opta por mantener la dignidad. Muy buen relato, jugado y sin medias tintas. Un abrazo
ResponderEliminar¡Hola! ¡Qué triste relato! La verdad, nunca he entendido este tipo de cosas. Siempre he pensado que el trabajo debe valorarse por el trabajo y ya. Si eres bueno o malo en lo que haces, sin que tenga que influir la vida personal. Es cierto que al ser una figura pública se complica, pero sigo pensando que uno admira a alguien por su talento, por lo que puede ofrecer, lo que generalmente, el común de las masas no suele apreciar.
ResponderEliminarMe ha gustado muho, aunque me ha dejado mal por el actor :,D
¡Un abrazo!
Vaya, que melancólico. Muy triste y muy bonito. Me ha gustado.
ResponderEliminarUn abrazo
Me ha encantado el primer párrafo, nostálgico y poético. La historia es tremenda, esa pasión que le envuelve y que acaba con su carrera, casi a sabiendas y de la que no se arrepiente.
ResponderEliminarQue el luchador sea principiante no es problema, está muy bien como está.
Besos y muchas gracias por participar.
Qué tristeza, y qué absurdo es el corsé social en comparación con la grandeza de la condición humana. A este hombre se le quedó pequeño el mundo de las mentiras y la hipocresía; tal vez debió seguir su búsqueda muy lejos de las cámaras.
ResponderEliminarBuen trabajo, Charo. Un abrazo.
Contundente relato, muy bien narrado. Me gusto como enfocastes esos dos personajes. Que por cierto, solo tu y yo nos hemos atrevido con uno de tipo homosexual, sino estoy equivocada (el mio fue hace varias semanas) Lastima que Sakaoko se olvidara de él, después que lo dio todo. Pero bueno, a veces no todo sale como se quiere. Besines
ResponderEliminarEs dificil en esas circunstancias salirbdel armario, porque el personaje que has creado se tiene como real y es por lo que te contratan. Fue valiente y lo pagó caro.
ResponderEliminarMuy bien narrado.
Un abrazo
ha sido una historia fuera de lo común..es mas, me sorprendió el sentido que le diste...y quedé como con una sensación de culpa..como si yo también hubiera sido una de esas personas prejuiciosas que hicieron que su carrera se fuera en declive...nada que ver con que tenga prejuicios de ese tipo...quizás es por filtrarme en la historia...Un relato muy bien llevado...de eso se trata.. de llegar al lector y tú has impactado con esta historia..besossssss...y que tengas unas felices fiestas..
ResponderEliminarYo seguramente ésta semana tampoco participe, pero me ha gustado mucho conocer a tu Sakaoko.
ResponderEliminarUn beso,
Noa
Como siempre es un placer venir a leerte.
ResponderEliminarbesos y Feliz año nuevo