FOTOGRAFÍA REALIZADA POR MARIO LOZANO Y RETOCADA CON "BRUSHSTROKE"
A pesar de ser 20 de Julio, la niebla es la
dueña de las calles de Espinho cuando salimos del hotel a las siete de la
mañana. En la estación de tren apenas hay media docena de personas. Cuando a
las 10,30 llegamos a la estación de Santa
Apolonia en Lisboa, ya hace calor.
Subimos por las calles estrechas y en pendientes casi imposibles del
barrio de Alfama. La pobreza se palpa por las esquinas, con casas miserables en
muy mal estado. Hay un lavadero público con pilas de lavar antiguas donde una señora mayor lava la ropa a mano.
Después de subir millones de escaleras
llegamos a la parada del tranvía. Hay
una cola inmensa y tardamos más de una hora en cogerlo. El número 28, de un
color amarillo intenso, es el más antiguo, y hace un recorrido turístico, aunque también
es utilizado por los lisboetas. Parece una montaña rusa entre el traqueteo, las
subidas y bajadas empinadísimas y los
bruscos frenazos. Nos bajamos antes de que acabe el recorrido y vamos por el
barrio de Chiado. Vemos un funicular para subir una calle casi en vertical, en
los portales, los buzones de las casas son cada uno de un color diferente, hay
muchas pastelerías con los deliciosos pasteles de crema y otras exquisiteces,
tiendas de velas, peluquerías que ellos llaman “cabelleireiro” y estancos que
son “tabaquerías”.
Buscamos un sitio rápido para comer y nos topamos con el elevador de
Santa Justa que conecta el barrio de Chiado con la Baixa. Desde el mirador la
vista de la ciudad es espectacular.
Después de comer un “cachorro” y una
“francesinha” vamos a la estación de tren del Rossio, digna de ver por sus
preciosas puertas de acceso con forma de herradura. Continuamos por una plaza
donde me sorprende que todavía queden de los antiguos limpiabotas diseminados
bajo los soportales.
Nos dirigimos después a la Plaza del
Comercio con una gran estatua ecuestre
en el centro. Hay mucha gente sentada a la sombra, en el suelo, así que, agotados y acalorados como estamos decidimos
sentarnos también, quitarnos las zapatillas y descansar.
Son las 6 de la tarde y aunque en la
oficina de turismo nos advierten que el monasterio de Los Jerónimos y la Torre
de Belem están cerrados ya, decidimos ir
a verlos por fuera. Es una odisea coger al autobús 728 para ir y volver, pero
merece la pena por las espectaculares vistas de la torre sobre el río y la
inmensidad del monasterio.
Agotados, nuestra última visita es a un bar
al lado de la estación de Santa Apolonia desde la que sale nuestro tren de
vuelta. Nada más entrar y sentarnos nos damos cuenta de que hemos hecho una mala elección pero no
tenemos fuerzas para cambiar, aunque esta ya es otra historia.
Después de dos horas y media de viaje, cuando
llegamos a Espinho, la niebla nos acompaña de nuevo camino hacia nuestro hotel.
Si queréis ver todos los relatos participantes pinchad Aquí
Espinho
Hola; nunca he estado en Lisboa. He leído a Pessoa y, sin embargo, todavía no he respirado su ambiente. Espero hacerlo algún día cómo lo hiciste tú. Un abrazo.
ResponderEliminarNo puede haber un barrio que tenga un sabor más especial que el de La Alfama, me encanta, bueno, me encanta toda Lisboa ese aire señorial y decadente es único.
ResponderEliminarGracias por traerla a mis recuerdos.
Un precioso recorrido que me encantaría alguna vez hacer personalmente. Gracias Charo!
ResponderEliminarUn abrazo
Qué viaje más bonito Charo! Me anima a seguir teniendo ganas de conocer Lisboa, con su niebla, sus tranvías y el barrio de Chiado, que me recuerda a algo ;-)
ResponderEliminarUn beso muy grande y hasta pronto
Que descripción tan real y fresca,nos ha llevado por las calles de Lisboa a quienes ,estando cerca y acariciando diariamente la niebla de Spinho,por circunstancias,no pudimos ver esa ciudad tan bonita.Gracias
ResponderEliminarNauthiz
Preciosas las fotografías.Què buena mano!
ResponderEliminarNauthiz
Qué bonitos son los recuerdos de los lugares cuando se visitan por placer. Yo estuve en Lisboa en una ocasión y aunque subí en el tranvía y visité la Plaza del Comercio y otros lugares, mi visita no era exactamente de placer pero eso es otra historia.
ResponderEliminarGracias por ser nuevamente nuestra anfitriona.
Un beso
Cuanto placer sentarse a descansar después de llenarse los sentidos de paisajes! quitarse las zapatillas y dejar que los pies latan no es algo que uno hace en su ciudad.
ResponderEliminarHermosas las fotos, hermosos lugares y recuerdos! beso grande Charo
Que linda visita a la capital potuguesa. explicada mavillosamente. Leyédote, he subido y he bajado por sus empinadas calles. He gozado de las vistas de la ciudad, desde el mirador- Genial!!! ME QAH ENCANTADO.
ResponderEliminarDebe de ser precioso tal y como lo pintas, Charo.
ResponderEliminarYo nunca he ido, pero seguro que me encantaría.
Noa
No he estado nunca en Lisboa pero leyendo te me han entrado unas ganas de ir! Que preciosidad las imágenes que describes me encanta ese aire decadente que describes. Besos.
ResponderEliminarNo he estado nunca en Lisboa pero leyendo te me han entrado unas ganas de ir! Que preciosidad las imágenes que describes me encanta ese aire decadente que describes. Besos.
ResponderEliminarTengo pendiente este viaje, que por unos u otros motivos ya he cancelado varias veces. espero que este sea el definitivo. Me encantó leerte. Gracias por conducirnos. Un beso
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