Este jueves la cita es en el blog de Lucía donde nos invita a participar en su convocatoria "Una noche en el museo". Si queréis leer todas las historias participantes podéis pinchar en este enlace:Sintiendo en la piel
Seis años después, la exposición de Rubens ha vuelto al Museo del Prado, como aquel
día funesto en el que ocurrió todo. Elisa, abatida por una profunda depresión y aconsejada por su psicóloga, acude de nuevo al mismo lugar para intentar ahuyentar a los fantasmas que la persiguen cada noche en sus pesadillas. Vuelve a entrar en la gran sala del museo que se encuentra abarrotada de gente, como aquel día. Está sola. No ha querido que nadie la acompañe. Necesita convencerse a sí misma de que no fue culpa suya, de que fue solo un instante y de que a cualquier madre podría haberle sucedido lo mismo.
Javier estaba muy cansado, un museo no era
el sitio más divertido para un niño de tres años, pero ella tenía que ver el
cuadro. Era la primera vez que Sansón y Dalila venía a España. En ese momento no había apenas
gente, lo dejó sentado en el banco de enfrente mientras ella se acercaba y lo
controlaba por el rabillo del ojo, sentado en el banco, jugando con su cochecito.
De pronto entró el grupo de turistas
japoneses colocándose entre ella y el
niño. Lo perdió de vista y cuando llegó
a su lado ya no estaba.
El corazón se le acelera y las manos le
sudan cuando recuerda el momento. Lo buscó por todas partes, entre la gente.
Nerviosa, le preguntó al guardia de seguridad de la puerta de la sala, pero no había visto nada extraño. La ayudó a
buscar. Otros guardias se unieron a
ellos. Buscaron en los baños, en los
cuartos privados, en las escaleras. Pasaron toda la noche en el museo y no
encontraron ni rastro. Tuvo que llamar a Luis, su exmarido, que la miró con
odio y la acusó de ser una irresponsable. Habían tenido muchos problemas con su custodia, pero finalmente el
juez se la dio a ella. Él jamás se lo perdonó.
Ahora se sienta en el banco donde dejó a su
hijo. Han cambiado la disposición de los cuadros. Aquel día estaba enfrente Sansón y Dalila, hoy es Saturno, devorando a un hijo. Aquella
vez no lo vio. Hoy, sus ojos se quedan clavados en el cuadro y de pronto
entiende lo que pasó aquel día…
Si un dios fue capaz de devorar a sus hijos por
temor a que lo destronasen, ¿qué no sería capaz de hacer un simple mortal por
hacer daño a otro?
Un relato con mucha fuerza y tristeza por un suceso que mejor no vivir nunca.
ResponderEliminarBesos
Hay personas capaces de hacer mucho daño, parece mentira pero las hay. Una historia triste pero real como misma vida.
ResponderEliminarUn abrazo
Saturno devoró a hijos inmortales, cuyo sufrimiento no terminaría con la muerte.
ResponderEliminarSí, eso puede pasar, lo que cuenta el relato. Elisa debió quedar muy impresionada con ese cuadro.
Un abrazo.
Hay cuadros que pueden cambiar tu vida y en algunos casos por experiencias terribles.
ResponderEliminarEs terrible este relato, Charo! Me estremeció mucho ese final.
ResponderEliminarY la respuesta es que el ser humano es capaz de hacer cualquier cosa, lamentablemente, sobre todo si está desquiciado como en el caso de este relato.
Es excelente, pero durísimo.
Un abrazo.
ajjjjjjj que terrible experiencia que, seguro, jamás podrá olvidar!...claro que sí, sobran los ejemplos en donde la gente es capaz de hacer la maldad más grande como para castigar a quien antes dijo amar. Por odio y despecho, hay seres capaces de transformarse en monstruos.
ResponderEliminarUn abrazo
Me ha parecido un relato magistral, tanto en su exposición como en el desenlace. Hace tiempo te dije que lo más terrorífico es el demonio que llevamos dentro. Sigo pensándolo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Desgraciadamente, en este mundo tan moderno como falto de nobles sensaciones, los simple mortales cada vez se parecen más a los trágicos dioses del Olimpo.
ResponderEliminarMuy literario y magistralmente relatado.
Un beso.
La vida cambia en un instante.Perder a un hijo debe de ser como perder una parte del alma..
ResponderEliminarMuy bueno
Nauthiz
Hola, Charito.
ResponderEliminarDesquiciante, un relato con mucho poder de realismo. La foto de Saturno le resolvió la incógnita. Por desgracia existe esta clase de personas que con tal de hacer daño a su compañero llegan hacer cosas impensables.
Beso
Hola, Charito.
ResponderEliminarDesquiciante, un relato con mucho poder de realismo. La foto de Saturno le resolvió la incógnita. Por desgracia existe esta clase de personas que con tal de hacer daño a su compañero llegan hacer cosas impensables.
Beso
Este cuadro de Saturno me dá escalofrios! Representa lo más ruin de un padre, aunque este se crea un dios.
ResponderEliminarDemasiados dioses campan a sus anchas en nuestros dias, creen que todo les pertenece y que pueden destruir lo que han creado sin ningun tipo de reparo.
No me extraña que la pobre madre se volviera loca. Magnifico relato querida Charo.
Gracias por participar este jueves.
Abrazos amiga.
Este cuadro de Saturno me dá escalofrios! Representa lo más ruin de un padre, aunque este se crea un dios.
ResponderEliminarDemasiados dioses campan a sus anchas en nuestros dias, creen que todo les pertenece y que pueden destruir lo que han creado sin ningun tipo de reparo.
No me extraña que la pobre madre se volviera loca. Magnifico relato querida Charo.
Gracias por participar este jueves.
Abrazos amiga.
Tremenda historia, llena de creatividad y fuerza literaria. Me ha encantado Charo. Denuncia de una lamentable situación que intuyo mucho más habitual de lo que debiera ser. Los hijos jamás deberían pagar los desafectos de los padres, es ruín e inhumano.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Impresionantes son algunos cuadros, como impresionante es tu relato juevero, me ha encantado. Y esa pregunta también la hago yo alguna vez, el daño que, a veces, puede hacer el humano.
ResponderEliminarUn besazo.
El ser humano es el único animal que sabe pensar para hacer daño, que mata por el placer de hacerlo, que destruye sin instinto... sin raciocinio...
ResponderEliminarUn beso muy grande.
Hola; tu relato también es inquietante, sobre todo cuando lo entiende todo con el cuadro. El conocimiento también es el inicio de la locura. Un abrazo.
ResponderEliminarMe he quedado impresionada, relatas una realidad constante y dura. Cuantos utilizan a sus hijos como arma arrojadiza contra su pareja? Creemos que nuestros hijos son de NUESTRA propiedad, no los vemos como seres que estan aqui porque vinieron a traves de nosotros. Realmente me he quedado impactada, magnifico y duro escrito. Besos.
ResponderEliminarMe he quedado impresionada, relatas una realidad constante y dura. Cuantos utilizan a sus hijos como arma arrojadiza contra su pareja? Creemos que nuestros hijos son de NUESTRA propiedad, no los vemos como seres que estan aqui porque vinieron a traves de nosotros. Realmente me he quedado impactada, magnifico y duro escrito. Besos.
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