Este jueves nuestro convocante es Javier (Max Estrella), del blog DIARIO DEL ÚLTIMO BUFÓN y como la próxima semana es su cumpleaños (casualmente el mismo día también es el mío) quiere que le contemos historias de cumpleaños así que me sumo encantada a la propuesta.
La
verdad es que no sé por qué lo hice. Supongo que me dio un poco de pena y quise
darle una alegría. Últimamente la veía muy pensativa y pensé que era porque se aproximaba la fecha
de su cumpleaños. Además cumplía cincuenta, una edad un tanto difícil para las
mujeres.
Elena y yo llevábamos muchos años juntos y
para mí ya había perdido el atractivo que en su momento me llamó la atención de
ella. Había cogido unos kilitos, y aunque no llegaba a ser gorda, digamos que
ya no tenía el tipo de los treinta años, se había llenado de arrugas, las tetas
se le habían caído y el culo se le había puesto fofo. Sinceramente, a mí ya no
me gustaba hacer el amor con ella, prefería las becarias jovencitas que caían
fascinadas ante el poder de un jefe todavía atractivo, porque yo tengo sesenta
años pero aún estoy de muy buen ver…además, si tienes dinero y poder no hay
ningún problema. Pero aunque ya no teníamos relaciones sexuales, habíamos
conseguido mantener una relación cordial y, después de todo, siempre me tenía
la cena preparada cuando volvía a casa.
Bueno, el caso es que le dije que el día de
su cumpleaños tenía que viajar ineludiblemente a Bruselas a una reunión y que,
sintiéndolo mucho, no podría llevarla a cenar al “Trafalgar” como todos los
años. Como puedes suponer, lo del viaje
era mentira y me presenté en casa con un ramo de flores para darle una
sorpresa. No sé quién se sorprendió más, si ella o yo. La encontré en nuestra
cama haciendo el amor, o lo que quiera que hagan, con otra mujer que por cierto
estaba buenísima y era mucho más joven que ella.
Voy a ahorrarte los detalles escabrosos,
pero cuando la cosa más o menos se calmó, me dijo que llevaban un año juntas,
que se había dado cuenta de que le gustaban las mujeres y que quería vivir lo que
le quedara de vida disfrutando en libertad de su nueva sexualidad. Y dado que
los acontecimientos se habían precipitado, decidió largarse con su amante esa
misma noche.
Así que, ya sabes…si quieres dar una
sorpresa, avisa antes por si acaso o el sorprendido puede que seas tú.
Genial...aún me estoy imaginando la cara del soprendendedor sorprendido...
ResponderEliminarGracias por acudir a la fiesta...
Besos
Buenísimo. A mí desde luego noi me gusta dar sorpresas ni que me las den.Por si las moscas.
ResponderEliminarMuy bueno me imagino la cara que le quedo al muy pedante, y ahora a ver quien le prepara la cena.
ResponderEliminarJajajajajajajajajaja!!!!!!!!!!!!! ...me encantó! ...es lo menos que se merecía! ...y en lo personal, me asustan las "sorpresas"!
ResponderEliminarUn beso.
jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa...ya me estaba sintiendo incomoda por el machista de la historia, pero me encanta el puntillazo que le han dado ajajajajja...a ver si alguna becaria lo cuida cuando empiece a mascar el agua y el..."amigo" ya no le funcione ajajajaja ay que me da el ataque
ResponderEliminarMerecida tenía el fulano la sorpresa! jejeje
ResponderEliminarUn fuerte abrazo... y feliz cumple!
=)
Y bueno creo que las sorpresas son muy buenas con son de esta categoria, hacen recapacitar las acciones erróneas que se toman en la vida, especialmente a todos aquellos envejecientes con poder y dinero, que les renueva el apetito por las carnes frescas y vigorosas. Jajajaja que buena puntada, Charo. Recibió su merecido.
ResponderEliminarBeso
Sorpresa, sorpresa. El que se creía en mejor posición y el ego le bajó de golpe. Un saludo.
ResponderEliminarPor eso nunca me gustaron mucho las sorpresas y menos si han de venir a casa.
ResponderEliminarPero eso pasa por listo :-) :-)
Me ha encantado y me he sonreído. Gracias.
Un beso enorme.
Jajaja, muy bueno!Le está bien empleado!bravo por ella!
ResponderEliminarNauthiz
Resultó que tenían gustos en común. Que sorpresa.
ResponderEliminarJajaJa!!! que bién le estuvo al marido infiel: De esto se llama salir el tiro por la culata, aunque suene mal. Muy buen relato, Charo. Besos.
ResponderEliminar¿Como era aquello de probar de su propia medicina?. Pienso que ambos son culpables de falta de sinceridad. Conocer la verdad puede resultar doloroso a veces. No conocerla y descubrir un engaño, siempre lo es.
ResponderEliminarUn abrazo.
Larga vida a la cincuentona!! El señor marido, por lástima, le llevaba un ramo de flores... y él, recibió el regalo que se merecía.
ResponderEliminarbesossss