LA
LOBA
¿Podrás perdonarme?, le había dicho él aquel
día en que le había confesado su infidelidad. ¿Podré hacerlo?, se había
preguntado ella desde aquel mismo instante. De esto hacía casi un año y todavía
continuaba sin saberlo. Habían comprado la casa en tierra de nadie, alejada de
la ciudad para evitar tentaciones diarias, aunque lo suficientemente cerca de
un pequeño pueblo donde estar en contacto con otras personas. El cambio no era
definitivo pero necesitaban volver a reencontrarse, a enamorarse de nuevo. Ella
necesitaba volver a confiar en él.
Lo primero que empezó a notar diferente fue
su olor. Era un olor más intenso y profundo. Él
había dejado de perfumarse desde que se habían ido a vivir a la nueva
casa. Allí no era necesario para trabajar con el ordenador, tampoco necesitaba
cada día ponerse el traje, ni siquiera afeitarse, aunque se duchaba todos los
días después de correr por los alrededores de la casa. Corría por el bosque
cercano y cada vez durante más tiempo, él que no había corrido en su vida.
Habían cambiado el ruido continuo y estridente del tráfico de una gran ciudad
por el silencio y la quietud de la vida en el campo. Era ese mismo silencio el
que a ella a veces le resultaba
opresivo. Eso y los aullidos que de vez en cuando se escuchaban durante la noche.
Hacía más de un año que ella no dejaba que
él la tocara, cada vez que hacía el más mínimo intento, lo imaginaba pensando que estaba acariciando a la otra y
no podía soportarlo. Él le había dicho que había sido un error, casi una
necesidad desde que había sucedido "aquello” ¿Aquello?, perder un hijo a
los siete meses de embarazo se podía llamar ¿aquello? Aquello le había roto las
entrañas y la había sumido en una profunda depresión y él le había pagado
acostándose con otra.
Ahora lo miraba mientras dormía, y ella,
despierta a su lado, se dio cuenta de
otro pequeño cambio en él. Los rasgos de su cara se habían vuelto más
angulosos, los pómulos estaban más marcados y el mentón más afilado. La luz de
la luna llena que entraba por la ventana hacía incidir las sombras de tal
manera que por un momento le pareció el hocico de un lobo, pero él hizo un
pequeño movimiento y las sombras volvieron a devolverle a su hombre. Se sentía
inquieta y excitada. Notaba cómo su sangre recorría de nuevo sus venas secas.
¿Era su hombre? Apartó la sábana que lo cubría para ver el cuerpo que tanto
había deseado en otro tiempo. Estaba desnudo y sus músculos, cada vez más
definidos, atrajeron su mano que pasó suavemente por el pecho notando su
dureza. Un ramalazo de deseo se formó en su vientre y entonces él despertó.
Algo debió de ver en la cara de ella porque sin mediar una sola palabra supo
que estaba dispuesta. Ella lo miró a los ojos y por un momento le pareció que
tenían reflejos rojizos pero cerró los suyos y se dejó llevar por la pasión.
Fue algo salvaje y primitivo.
Cuando terminaron él volvió a dormirse casi
al instante. Ella cogió un cigarro y salió al porche. Se sentó en las escaleras
dispuesta a disfrutar del silencio de la noche. La temperatura era agradable
para esa época del año. Se sentía satisfecha y relajada. Unos gemidos que
parecían provenir de debajo del hueco de la escalera la sacaron de su
ensimismamiento. Pensó que sería algún gato y se asomó. Al fondo del cubículo una
loba estaba lamiendo a sus lobeznos recién nacidos. Sus miradas se cruzaron por
un instante mientras un aullido rompía la noche silenciosa. No sintió temor, se
notaba en sintonía con el animal que en
ningún momento mostró agresividad. Se introdujo en el agujero arrastrándose por el suelo, se acurrucó a su lado y se quedó
dormida. Cuando despertó, estaba helada y no había ningún rastro de la loba ni de los
lobeznos pero supo, en ese momento, que
algo había comenzado a formarse en su interior.
Es un relato intenso, perdonar una infidelidad es algo imposible, siempre queda la huella de la traición, siempre vuelve el dolor. En este caso ha sido un golpe más a tanto dolor por la pérdida del hijo. No sé como pudo haber permanecido con ese hombre.
ResponderEliminarEn esa casa pasan cosas raras, algo que los lobos concretan en los humanos, lo que me queda en dudas es si el hombre se ha apareado con la loba, o si están poseídos por el poder lobezno de sus vecinos.
Me gustó mucho, Charo.
Un beso.
Gracias Sindel, aunque pudiera ser lo que dices, lo que yo quise contar es que ambos estaban poseídos por el espíritu del lobo y ella se queda embarazada en ese momento. El que ella vea a la loba recién parida es un símbolo y un presagio.
ResponderEliminarUn beso guapa.
Al principio también pensé que el hombre podía haberse trasformado y volvía a engañar a su esposa cuando salía a correr, luego me sorprendió el giro que tomaron las cosas: la pareja había sido hechizada por la naturaleza salvaje y se habían trasformado ambos. Ese final insinuante es muy adecuado para la trama. Me encantó.
ResponderEliminarUn abrazo, Charo.
Pues si Esther, al principio es posible pensar eso que dices...pero creo que en este caso era verdad que acostarse con otra había sido solo un error por parte de él aunque es muy difícil perdonar una infidelidad del tipo que sea... No sé si ella lo conseguirá .
EliminarGracias, un beso
Sigo pensando que el encuentro con la loba debería ser anterior al reencuentro de la pareja. Lo que no deja ninguna duda tras leer cualquiera de tus cuentos es que tienes todo un universo por contar y que lo haces de forma magistral. (ya me gustaría a mi...)
ResponderEliminarVaya, vaya....así que Pinturero eh? Ja,ja...qué alegría verte por aquí.Por supuesto respeto mucho tu opinión aunque no esté de acuerdo ja,ja. Muchas gracias por pasarte por mi blog y por tus bonitas palabras. Un beso.
EliminarMe ha gustado mucho tu relato, te tiene enganchada hasta el final.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias Pikxi, me alegro de que haya conseguido mantener tu interés.
EliminarUn beso
Una hermosa historia donde la conexión espiritual y la pasional se sienten enmarañadas una con la otra, como ella con la loba. Me ha encantado leerte.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!!
Gracias Monica! Siempre me han fascinado los relatos de hombres lobos y me pareció buena idea que sin llegar a transformarse del todo físicamente fueran poseídos por esa fuerza y esa pasión salvaje de los lobos.
EliminarUn beso!
Los lobos tienen un magnetismo salvaje, una elegancia natural que resalta por encima de otros animales. Tu relato sobre una pareja en crisis que decide tomarse un respiro en medio de la naturaleza me ha parecido sensual, insinuante. Quizá una mejor comprensión del lado oscuro del ser humano nos haga ser comprensivos con sus faltas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Supongo que por eso has escogido al lobo como foto de tu perfil porque te atrae su magnetismo salvaje...tienes toda la razón es un animal que fascina y produce temor al mismo tiempo de ahí toda la literatura dedicada a la licantropía.
EliminarGracias y feliz Navidad para ti también Lobo Estepario!
Por cierto, Feliz Navidad lobuna.
ResponderEliminarNo dejó de admirar tu capacidad de mezclar lo cotidiano con lo imposible(?)..
ResponderEliminarBien por las musas!
Nauthiz
Gracias Nauthiz ! No hay nada imposible bajo el sol y la luna...
EliminarYa era hora de que fueran acercándose hasta mi de nuevo.
Un beso
Un relato intenso donde el dolor de esa mujer se trasmite en las palabras y como va dejando paso a una pasión diferente y salvaje. No sé si será capaz de perdonar la infedilidad, pero si creo que el encuentro con la loba la llenará de fuerza. Muy bueno ese simbolismo entre la loba y su camada y los deseos de ella, la luna llena siempre llega cargada de misterios.
ResponderEliminarUn abrazo