Este jueves Encarni nos propone hablar sobre el mundo laboral en toda su extensión y esta vez mi relato es completamente real. Puedes leer más sobre el tema en BRISA DE VENUS.
Has llegado 10 minutos antes de
lo normal. Fichas. Saludas a tus compañeros con un “buenos días”. Miras el
libro de servicios: “ perrera”. Qué bien, piensas, una mañana tranquila. Pasas
por la cocina, coges el walkie y las llaves. Esperas a que te abran los enormes
portones entre los altos muros acabados en tres hileras de concertinas con sus
pinchos disuasorios. Llegas a tu puesto de trabajo, es una pequeña garita
cuadrada rodeada de cristales por todos lados. Enciendes las cámaras. Miras el
habitáculo, está sucio, desde que redujeron el personal de limpieza ya no se
limpia todos los días. El mobiliario está viejo y desvencijado. Te pones a
escribir el relato del jueves, no tienes nada que hacer hasta que no venga el
primer camión. Solo escuchas la megafonía de los módulos anunciando el
recuento. Suena el teléfono y la guardia civil te avisa de que va a entrar el
primer camión, tenéis que pulsar el botón nº 1 a la vez para que se abra el
portón. Es la compactadora de basura, compruebas su identificación, llamas al
funcionario de cocina para avisar de la entrada del camión, abres el portón 2,
lo cierras cuando pasa el camión y abres el 3, que cierras cuando compruebas
por la cámara que ha entrado. Anotas en el libro la hora de entrada, la
matrícula y el nombre del conductor. Por la cámara compruebas la actividad del
camión en el muelle. Cuando termina empiezas el proceso inverso: abres el
portón 3, lo cierras, abres el portón 2, lo cierras. Cuando pasa por el foso
miras los bajos del vehículo a través de la cámara, sales y revisas la cabina,
todo está correcto. Llamas a la guardia civil y a la vez apretáis el botón para
abrir el portón 1. Repetirás este proceso unas quince veces a lo largo de las 7
horas que tienes que estar aquí, pero entre camión y camión podrás leer o
escribir.
Tu trabajo es monótono y aburrido pero no te quejas. Tienes un trabajo
fijo, un sueldo decente y muchos días libres para dedicarte al trabajo que te
hubiera gustado tener: escribir.
No he podido evitar poner un toque de humor del genial Forges.
Siempre hay consuelo frente a los deseos que no se han alcanzado (aún) es que siempre hay un panorama más negro del que solemos pensar es el nuestro!
ResponderEliminar=)
Al menos, permite el escape de escribir.
ResponderEliminarDisiento con el inteligente comentario anterior. A mi me parece deprimente.
Interesante relato.
No te imagino en un trabajo de ese tipo... o si?
ResponderEliminarUn relato original.
Saludos.
Y como tú dices, al menos hay trabajo. Y lo más favorable es que tienes tiempo de leer y escribir. Eso no se da en todos los trabajos. Me encanto tu rebotoneado relato. =)
ResponderEliminarSaludos
Bueno, si este trabajo te permite evadirte escribiendo...
ResponderEliminarUn beso.
Eso es mirar la vida con positivismo y me parece bien. Muchas veces cuando visito un museo y veo a los vigilantes de sala, pienso que, dada la poca gente que va a a las exposiciones, los vigilantes pueden dedicarse a leer y eso es una suerte, al menos desde mi punto de vista.
ResponderEliminarPues si, el trabajo es aburrido; pero como bien dices tienes mucho tiempo para escribir. Eso es ser positivo, si señor.
ResponderEliminarUn abrazo
Ay, Charo, y hay que estar tan contentos como cuando entran en casa unos pocos euros, cobrados en negro y tras una larga jornada laboral sin horario ni calendario, yendo cuando les haces falta...
ResponderEliminarQué triste lo que está pasando, compañera.
Un beso con seguridad social, de los que cotizan :(
Con que entre camión y camión, ¿lees? ¿escribes? Esta muy bien saberlo, para proponerle al jefe que entre vehículo y vehículo fiches, y solo se te tenga en cuenta ese horario nada más, así nos ahorramos el resto del tiempo y del salario.Verás que cara va a poner el jefe cuando le cuente la noticia...
ResponderEliminarUn saludo
Atentamente
(El gerente de personal)
Hola: que buen relato, Real como la vida. Solo buscando la manera más cómoda de ganarnos Un salario que nos permita dedicarnos, a otras cosas que nos gustan más. Muy humano. Besos:
ResponderEliminarMe acuerdo del anuncio de estos Reyes pasados: ¡¡UN PALO... UN PALO!!
ResponderEliminarAlgo parecido... ¡¡UN TRABAJO... UN TRABAJO!!
Los caminos del Señor son inescrutables... y jodidos también.
Buen texto, duro y real.
Besos
no me voy a extender en el comentario, por que he encontrado una palabra:
ResponderEliminarexcelente relato, bueno, he encontrado dos palabras.
medio beso.
Una buena introducción al trabajo en una prisión. Sin duda un mundo repleto de mitos. La viñeta me ha encantado :-)
ResponderEliminarUn beso grande Charo.
Yo quiero un trabajo como ese, donde hay que firmar.
ResponderEliminarUn abrazo.
PERSONAS
ResponderEliminarHe llegado a la hora justa acompañado de otros que te obligan a llegar un poco tarde, un poco pronto o a "la hora". El trayecto ha sido entretenido y ya he ido mirando las caras y las actitudes de esos que desde hace un par de años me acompañan o a quien yo acompaño. Todo producto de la crisis, de mi economía doméstica o de ganas de probar después de más de 20 años, a hacer lo que hacen tantos, cubrir el trayecto en grupo. Estos compañeros, alguno ya amigo, parecen felices y enseguida comienzan las bromas, sin contenido alguno, sin crítica: hacen con la boca el ruido del avisador de radares del auto, parafrasean al Rey, "me llena de orgullo y satisfacción", y a mi se me ocurre una gracia que no consigue resultado hilarante alguno. Bueno, otra vez mi mente me la ha jugado, he hilado un pensamiento con algún comentario de alguno de ellos que yo sólo entiendo.
Nos bajamos del coche y empiezo a ver las caras y las actitudes. Ahí va Fulano, con esas prisas, mirando al suelo, no quiere saludar a nadie y acelera un poquito más para no tener que hacer el paseíllo con nosotros. Qué ridículo, dentro de un rato estaremos juntos y habrá cambiado, se encontrará más relajado y no será capaz de callar. Mengana nos espera, parece que aprecia nuestra compañía, pero no, tiene algo pendiente con el conductor de hoy, hace ya varias semanas que no coinciden y habían quedado con traerse algo la una al otro, oigo algo referente a "carne de Aliste" ¿?. Durante todo el día y los siguientes se evitarán y si coinciden las sonrisas serán muy forzadas.
Espero que me abran la puerta, pero el compañero, que sale del servicio de noche parece mirar al infinito. Está fresco, peinado y parece de buen humor. De repente levanta la cabeza y da como un respingo. Sonríe, saluda con la barbilla y al pasar junto a él oigo el sonido de una radio, pero la radio no se mira. ¿Habrá pasado una buena noche?, seguro que si, y seguro que pasará un buen día.
Al fondo la veo venir, anda como las modelos, mide un metro y 78 centímetros y camina con un pié delante del otro. ¡Dios mío, se mueve como las olas del mar!, me recuerda el mediterráneo, ojos miel - un día se compró unas lentillas verdes y le dije que no las necesitaba, que su mirada era suficiente y que eso la estropeaba y no se las volvió a poner- cabello ondulado moviéndose al vaivén de sus andares, paso, caída de cadera, otro paso otro caderazo, "buenos dias Cocolis", "buenos días..." amor, le hubiera dicho amor, que ya se por qué vengo a trabajar con tanta emoción y lo espero con ansia, que no es por que soy un gil que me gusta venir a este trabajo tan arduo y pesado, que es por ti...
Voy a llegar al libro de serviciospero yo ya se cuál va a ser mi servicio, el asunto es con quién voy a compartir el día: ¿con el castellano que no abre el pico en todo el día? ¿con el gallego que siempre pregunta "¿y tu?"?, ¿con el tontodeloscojones que yo me se?.
Llego a otro puerta ¡hay tantas! y una figura se recorta tras el cristal, parece mirarse la punta de los pies, el pelo negro brillante, el rictus de los labios severo como desafiando a la felicidad, los ojos negros preciosos, pero tristes, tristísimos, me gustaría hablar con ella, pero ahora no, luego, más tarde, mañana quizá, pero mañana no viene, otro día. Se abre la puerta, levanta la cabeza y me mira. "Buenos días" dice y la frase que se me vino a la boca se me queda helada en la punta de la lengua. "Buenos días" respondo y al cruzarnos creo ver un amago de sonrisa pero no me da tiempo a comprobarlo. Lo que no podía imaginar es que al cabo de un rato voy a interrumpir sus pensamientos con mi voz por la megafonía: "Módulos, ¡recuento!"
Hola Luis! Gracias por visitar mi blog y dejarme este regalo tan original, me ha encantado!
EliminarPrometo regalarte una sonrisa el próximo día que nos veamos, pero es que tú también estabas muy serio!